Entre luces y sombras: así se ve el panorama de la energía en el mundo
La Agencia Internacional de Energía publicó su informe anual de perspectivas, en el cual se ven atisbos de un cierto optimismo, a la vez que se plantean retos enormes para lograr una transición energética que no sólo sea sostenible y segura, sino que le entregue beneficios a más personas en todo el mundo.
Este miércoles, la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó su informe anual de perspectivas, que es uno de los documentos claves para ver cómo está el panorama energético a nivel mundial.
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Este miércoles, la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó su informe anual de perspectivas, que es uno de los documentos claves para ver cómo está el panorama energético a nivel mundial.
El informe llega con una tonelada de cifras y escenarios, desde abastecimiento de gas, pasando por precios del petróleo, hasta electrificación y descarbonización de los ecosistemas energéticos. Una especie de doctorado en energía, pero de forma exprés y casi que inmediata, si se quiere.
Uno de los principales mensajes del documento es que la incertidumbre geopolítica ha mostrado las fracturas y puntos débiles en las cadenas de producción y abastecimiento de energía, pero, a la vez, seguirá siendo uno de los motores detrás de la formación de precios en los mercados.
En otras palabras, y aplicando dos escenarios actuales, conflictos como los de Ucrania e Israel versus el vecindario son pésimo negocio cuando se trata de abastecimiento de energía (y, a la larga, descarbonización de la producción energética).
Esta es una de las tensiones principales que moldearán los mercados energéticos en el mediano plazo. La otra es una suerte de abundancia en combustibles y fuentes de abastecimiento de energía (toda vez que las guerras no se las lleven por delante, claro está).
Esta suerte de abundancia se ve especialmente clara en el caso del gas, que es uno de los combustibles más usados en los esquemas de transición energética hacia fuentes limpias y renovables.
De acuerdo con Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, la abundancia en gas (y también en petróleo), introducirá cambios en el panorama energético, especialmente para la segunda mitad de esta década. El principal de ellos podría ser una baja en los precios internacionales, en la medida en la que hay más oferta y la demanda de algunos combustibles, como carbón y petróleo, tenderá hacia un cierta estabilización a la baja, si se puede.
Este mensaje es clave porque, según la Agencia, el respiro en precios internacionales puede ayudar a que los países, y los creadores de política pública, pongan más peso sobre inversiones en adopción y despliegue de fuentes limpias y renovables.
Como está la cosa hoy en día, la AIE estima que, para 2030, más de la mitad de la energía generada a nivel global se hará con fuentes renovables. La demanda de los tres principales combustibles fósiles se espera llegue a su pico también para finales de la década.
La Agencia estima que, para 2023, la oferta de fuentes renovables llegó a 4.250 GW a nivel global y espera que en 2030 crezca hasta los 10.000 GW. Esta incorporación permitirá que las economías mundiales sigan creciendo, pero sin usar cantidades adicionales de combustibles fósiles.
El documento señala que, aunque anteriormente ya se había asegurado que la electrificación era el camino a seguir para crecer en términos energéticos, esta transformación ya no sólo es innegable, sino que tiene ya contonors definidos y observables.
“En la historia de la energía, hemos sido testigos de las eras del carbón y el petróleo y ahora estamos moviéndonos, con velocidad, hacia la era de la electricidad, que definirá el sistema global de energía y, crecientemente, estará basada en fuentes limpias”, aseguró Birol durante la presentación del documento.
Los retos en el panorama energético
A pesar del cierto optimismo que se puede colegir en algunos apartados del documento, más aún en tiempos de eventos climáticos extremos, el camino hacia la era de la electricidad, como la define Birol, es más una carrera de 3 kilómetros con vallas que un sendero en una pradera llena de margaritas.
El paso hacia un mundo más electrificado implica, obviamente, un crecimiento en la demanda por este servicio a nivel global. ¿De cuánto? Bueno, la AIE estima que en poco tiempo esta cifra equivaldrá a añadirle al mundo un nuevo Japón (en términos de nenecesidades energéticas) cada año.
Esto implica no sólo un crecimiento en fuentes, o sea, en generación. Sino también en el resto de la infraestructura que permite conectar el camino entre una granja solar (o una hidroeléctrica) y un bombillo a miles de kilómetros.
Actualmente, por cada dólar que se invierte en generación renovable hay apenas 60 centavos que se destinan en redes y almacenamiento. “Esto resalta cómo la infraestructura esencial de apoyo no está yendo al paso de las transiciones hacia energías limpias”, se lee en el documento.
Aunque las renovables podrán asumir por sí solas el aumento previsto de la demanda eléctrica, el documento destaca que los centros de datos y el mayor uso del aire acondicionado por las más frecuentes olas de calor añadirán 1.200 teravatios hora (TWh) de demanda global para 2035 solamente en nuevas necesidades de refrigeración.
Ahora bien, a pesar del crecimiento acelerado en las fuentes renovables, el mundo aún está lejos de alcanzar las metas de neutralidad en carbono: el crecimiento en emisiones llevará a que el mundo supere la meta de incremento en temperatura global del Acuerdo de París (1,5 grados centígrados) por casi un grado centígrado entero.
El informe de la Agencia también advierte que el crecimiento de las renovables sigue muy concentrado en China, sobre todo, y luego en los países más desarrollados. Por ejemplo, la capacidad instalada de la fotovoltaica en China superará a comienzos de la década de 2030 a toda la demanda de electricidad de Estados Unidos.
Sin embargo, las renovables tienen aún un despliegue mucho más lento en el sur y este de Asia, Oriente Medio y África, las regiones donde más se concentrará el aumento de la demanda de energía hasta 2030.
Por último, la AIE hace una advertencia vital: se debe invertir en construir un nuevo sistema de energía, pensado para durar, que tenga el énfasis en seguridad, resiliencia y flexibilidad. Esto para asegurar que los beneficios de una nueva era energética sean tan compartidos como inclusivos. Esto último es clave en un mundo en donde 2.000 millones de personas aún cocinan con combustibles particularmente nocivos, como la leña o el carbón, o en el que 750 millones de personas siguen sin tener acceso a electricidad.
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