Para dónde va la economía china en 2024 y los impactos que se sentirán en Colombia
Lo que pase con la economía china en el mediano y largo plazo determina buena parte de los balances de países emergentes, como Colombia, con un modelo basado en la exportación de materias primas, productos mineroenergéticos y alimentos. Esta semana se conocieron las metas de desarrollo del país asiático para 2024.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Entre los economistas existe el consenso de que si a China le duele a cabeza, al resto del mundo le da gripa. Una metáfora usada para expresar que lo que pueda afectar al crecimiento económico del país asiático suele repercutir en las perspectivas de muchos países, especialmente los emergentes (como Colombia).
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Entre los economistas existe el consenso de que si a China le duele a cabeza, al resto del mundo le da gripa. Una metáfora usada para expresar que lo que pueda afectar al crecimiento económico del país asiático suele repercutir en las perspectivas de muchos países, especialmente los emergentes (como Colombia).
En 2023, la economía china cerró con un modesto crecimiento de 5,2 %. Se califica como modesto porque si bien es mayor que el 3 % de 2022 (y que los años de pandemia), el dato del año pasado se situó lejos del 9 % que venía promediando la segunda economía global desde comienzos de la década de los años 80.
Precisamente, lo que se está viendo en este momento es un quiebre en la tendencia de una economía que mantuvo una tasa de crecimiento a doble dígito durante 30 años, gracias a un modelo que ha sabido combinar el libre mercado y el control del Estado, y que es propulsado por la innovación y la modernización constante de la industria.
Este galope sin precedentes, que los expertos suelen llamar “el milagro económico chino”, fue interrumpido por la pandemia y sus consecuencias siguen siendo palpables en el consumo y la demanda de bienes de un país que alcanzó los 1.409 millones de habitantes y $17.984 millones de yuanes en importaciones (-0,6 % respecto a 2022) al cierre de 2023, según el más reciente informe del Buró Nacional de Estadística de China.
Además, se prevé que la curva del crecimiento económico tampoco suba en 2024. Según las primeras estimaciones sobre el Producto Interno Bruto (PIB), publicadas la semana pasada por el gobierno liderado por Xi Jinping durante la 14 Asamblea Nacional del Pueblo (el evento político más importante del año), se espera un crecimiento de “alrededor del 5 %” para el año en curso.
Por su parte, las estimaciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) para China son del 4,6 %.
“Aunque estas tasas son menores que los crecimientos de dos dígitos observados a principios de siglo, un objetivo del 5 % para 2024 refleja el compromiso de las autoridades chinas con la reactivación económica”, aseveran expertos de Corficolombiana.
El fantasma de la deflación
Un indicio de la desaceleración del PIB chino son los precios al consumidor. Si bien 2023 terminó con un aumento de 0,2 % en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) según las cifras oficiales, desde octubre pasado se vienen presentando números que indican una deflación, es decir, una disminución de los precios.
No todo lo que brilla es oro y por más razonable que pueda parecer celebrar un descenso en los precios al consumidor, una tendencia deflacionaria como la que se está configurando tras los resultados de los últimos cuatro meses esconde tras de sí problemas en el consumo de bienes y servicios.
Por estos días en que el legislativo está definiendo el rumbo del país asiático, la economía es el tema de conversación más usual, tanto en las calles, como en el Gran Salón del Pueblo (la sede del congreso chino). Algunos ciudadanos le relataron a este diario que, a raíz del Covid-19, la situación no ha sido favorable para hacer grandes gastos en sus hogares y los últimos años han sido más de ahorro que de inversiones.
Al bajar la demanda, la oferta se acumula, presionando a la baja los precios y, con ello, los márgenes de quienes venden productos en China. Es decir, si los clientes no están comprando al ritmo de antes, los proveedores pueden verse obligados a enviar y producir menos mercancía. Por lo tanto, las cadenas de suministros se angostan y los ingresos por exportaciones de los países emergentes con acuerdos comerciales con China se podrían reducir, especialmente.
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Según cifras de Procolombia, las exportaciones colombianas de productos mineroenergéticos y no mineroenergéticos a China dejaron aproximadamente US$2.469 millones en 2023, lo que se traduce en un incremento frente a los US$2.153 millones de 2022.
Dejando a un lado la industria extractiva, Colombia envía al gigante asiático café, aceites y grasas, químicos, muebles y maderas, agroquímicos, flores y plantas vivas, plástico y caucho, entre otros productos de una variada canasta exportadora que podría retroceder en volumen por cuenta de la mencionada deflación.
Pese a que las alarmas ya están sonando, la buena noticia es que el escenario presentado unos renglones arriba es hipotético y los portavoces del Gobierno y el Partido Comunista insisten en que las condiciones favorables para el desarrollo económico de China son más fuertes que las desfavorables y que la tendencia de recuperación económica “se consolidará”, como se indicó en la rendición de cuentas del Ejecutivo.
En este momento, hay quienes debaten si la deflación se trata de algo estacional y los precios podrían repuntar en el segundo trimestre o si, por el contrario, todo obedece a cuestiones más estructurales del sistema económico chino.
Lo cierto es que, dentro de las estrategias del gabinete económico del gobierno de Xi Jinping, fortalecer la demanda doméstica es uno de los objetivos principales.
Las metas del gobierno chino para 2024
Para entender hacia dónde se dirige la economía de China y sus políticas fiscales, monetarias y comerciales, hay que remitirse a hace una década, cuando Xi Jinping puso en marcha una reforma que prevé una transición hacia un sistema más inclinado hacia el consumo interno de bienes durables y los servicios (la transferencia tecnológica puntualmente), relegando la producción y envío de manufacturas de bajo valor agregado.
“China viene cambiando el modelo, transitando de un eje de comercio exterior a uno de demanda efectiva de mercado interno. Eso es algo muy importante que confirma que en economías grandes los componentes fundamentales son el consumo de la población, la inversión en empresas, el egreso del gobierno tanto en funcionamiento como inversión y el comercio, tanto de exportaciones como de importaciones). Al ser una economía tan grande, impacta al mundo, siendo una locomotora”, explica Giovanni Reyes, docente de la Facultad de Administración de Negocios de la Universidad del Rosario.
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En un reciente encuentro de los miembros del gabinete económico del gobierno chino con la prensa internacional, el ministro de Hacienda, Lan Foan, detalló algunas de las tácticas que se pondrán en marcha para expandir el consumo.
Por ejemplo, se promoverá la sustitución de bienes durables (como electrodomésticos, vehículos con tecnologías sostenibles o productos decorativos) en los hogares chinos.
Así mismo, para revertir la tendencia en la demanda doméstica, el presidente del banco central, Pan Gongsheng, adelantó que la política monetaria (tasas de interés) será más flexible.
Y el responsable de la planificación estatal de China, Zheng Shanjie, dijo que los gastos del Gobierno tendrán un presupuesto “modesto”, sin que esto signifique menor gasto, y que “cada centavo contará”, lo deja entrever un enfoque austero de las finanzas públicas y de la gestión de la deuda.
Respecto a la actividad comercial, Wang Wentao, ministro de Comercio, explicó que se mejorarán los servicios financieros y las plataformas digitales de comercio exterior, así como las políticas de despecho aduanero y los impuestos. En palabras del funcionario, se facilitará que “más gente venga a China” con un doble propósito: promover el turismo, así como las visitas de negocios.
En general, los portavoces del gobierno chino han reiterado que en América Latina y el sur global todavía hay un gran espacio para la profundización de las relaciones comerciales a través de iniciativas como la Franja y la Ruta, una plataforma de desarrollo impulsada por el país asiático que incluye la transferencia de tecnología, acuerdos de cooperación comercial y construcción de infraestructura.
Una posición macroeconómica favorable
Pese a los nubarrones en el cielo chino, la coyuntura macroeconómica actual sería favorable para la recuperación económica del gigante asiático. Por un lado, las permanentes disputas políticas en Estados Unidos han lastrado el crecimiento económico y, de acuerdo con el economista Matías Remes Lenicov, Washington no está pensando a mediano y largo plazo sobre el camino de desarrollo que quiere.
“En la Unión Europea pasa algo similar. Después de las elecciones y los cambios de gobierno, el Brexit y la guerra Ucrania-Rusia, ahora están pensando en un cambio de estrategia con su matriz energética, pero no están pensando en el mediano plazo para crecer y desarrollarse; más bien, en el este europeo están cayendo en la trampa de los ingresos medios”, asevera Remes.
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Al otro lado del mundo, China hará frente a las turbulencias de 2024 con un plan de reformas que fue establecido con años de antelación, cuyo norte es lo que el gobierno de Xi Jinping llama “desarrollo de alta calidad”: el rápido desarrollo de nuevos motores de crecimiento como los servicios (los contratos tecnológicos de China con empresas extranjeras se incrementaron cerca de un 28 % en el último año) y una producción manufacturera más orientada al consumo local.
“Hace 10 o 15 años, las manufacturas chinas de mayor valor agregado no tenían un gran arraigo en el consumo local. Al mirar el share de ventas de teléfonos móviles, Samsung o Apple manejaban más del 50 % del mercado. Hoy vemos que Oppo, Xiaomi o Vivo tienen cerca del 16 % de share cada uno. Esto refleja una reversión en la forma de consumir los productos de mayor valor agregado que China está produciendo”, puntualiza Matías Remes.
*Enviado especial de El Espectador en Beijing, China.
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