Pensadores Globales 2024: La agenda económica mundial: avances y frustraciones
El exministro de Hacienda de Colombia, uno de los economistas más prestigiosos de Latinoamérica, analiza los desafíos de la economía global para enfrentar una época de crisis. Entre el realismo y el pesimismo.
José Antonio Ocampo * / Especial para El Espectador
La agenda económica mundial ha estado abarrotada en 2023. En julio se reunió el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas, dedicado a monitorear el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En septiembre se celebró la segunda Cumbre de los ODS, al igual que la cumbre del G20 en Nueva Delhi, seguida en octubre de las reuniones anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Marrakech. En noviembre, la ONU adoptó una importante decisión sobre cooperación tributaria internacional y entre fines de noviembre y comienzos de diciembre se reunió en Dubái la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28). (Recomendamos: capítulo del libro de memorias de José Antonio Ocampo).
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La agenda económica mundial ha estado abarrotada en 2023. En julio se reunió el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas, dedicado a monitorear el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En septiembre se celebró la segunda Cumbre de los ODS, al igual que la cumbre del G20 en Nueva Delhi, seguida en octubre de las reuniones anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Marrakech. En noviembre, la ONU adoptó una importante decisión sobre cooperación tributaria internacional y entre fines de noviembre y comienzos de diciembre se reunió en Dubái la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28). (Recomendamos: capítulo del libro de memorias de José Antonio Ocampo).
Una lección básica de las reuniones celebradas hasta el momento es que el mundo está tardando demasiado en alcanzar los ODS, especialmente poner fin a la pobreza, garantizar la seguridad alimentaria y lograr avances significativos en la lucha contra el cambio climático. Otra es que los responsables de las políticas económicas enfrentan múltiples riesgos generados por la economía mundial: en 2022 la inflación provocó rápidos aumentos de las tasas de interés en muchos países, lo que, junto con los altos niveles de la deuda pública, limitó la capacidad de los gobiernos para utilizar una política fiscal expansionista que contrarreste la desaceleración del crecimiento. Aunque la inflación está bajando, persisten altas tasas de interés y un crecimiento más lento.
Entre las medidas que se han propuesto durante y en torno a las reuniones de este año, se destacan tres. La primera es que la financiación internacional para el desarrollo debe ampliarse significativamente. En segundo lugar, los países en desarrollo necesitan más apoyo que les permita su contribución a la provisión de bienes públicos globales, en particular a la lucha contra las pandemias y el cambio climático, y gestionar los efectos de las perturbaciones económicas internacionales. En tercer lugar, se debe proporcionar alguna forma de alivio a los países con alto riesgo de sobreendeudamiento, un grupo que incluye al menos un tercio de las economías en desarrollo.
Se han tomado pocas decisiones sobre cómo lograr estos objetivos, pero parece estar surgiendo un consenso en torno a algunas ideas. En particular, los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) deben ir más allá de su función tradicional de financiar proyectos de inversión de países en desarrollo en políticas sociales e infraestructura, para promover su contribución a la provisión de bienes públicos globales. Esto último requiere financiación concesional, incluso para los países de ingresos medios, así como para las inversiones del sector privado en estos bienes respaldadas por estas instituciones.
Además, los países altamente endeudados necesitan acceso a las líneas de crédito recientemente diseñadas y, quizá, la suspensión del servicio de la deuda e incluso la reducción de sus pasivos en tiempos de crisis. Junto con los BMD, el FMI debería contribuir a través de mecanismos especiales de financiación, tales como el Fondo para la Resiliencia y la Sostenibilidad y el Fondo para la Reducción de la Pobreza y el Crecimiento, que fueron creados para financiar a los países en desarrollo con los derechos especiales de giro (el activo de reserva del Fondo) no utilizados de los países desarrollados. Se pueden establecer fondos similares para canalizar los DEG no utilizados a los países en vía de desarrollo a través de los BMD.
Algunas de las propuestas más interesantes se relacionan con la reforma del Banco Mundial. Un componente clave de la hoja de ruta de evolución de la institución es mejorar su capacidad financiera utilizando el capital existente, posiblemente complementado con recursos de instituciones privadas y un uso más activo de garantías de crédito.
Pero hay dos problemas con estas propuestas. En primer lugar, requieren importantes recursos si las instituciones internacionales van a aumentar el apoyo a los países en desarrollo y de ingresos medios inmersos en crisis y contribuir a la provisión de bienes públicos globales por parte de ellos. Pero muchos países de altos ingresos no están cumpliendo los objetivos de asistencia oficial para el desarrollo establecidos por la ONU hace medio siglo y no han contribuido tanto como se esperaba a los fondos especiales. De esta manera, convencerlos para que financien estas nuevas iniciativas será difícil.
El segundo problema es que la capitalización de los BMD solo será posible con el apoyo de importantes miembros, como los Estados Unidos. Existe mucha controversia sobre el capital, o “cuotas”, tanto en el Banco Mundial como en el FMI. Las propuestas de aumentar las cuotas —por su influencia en las decisiones— de las economías emergentes, especialmente de China, han encontrado una resistencia considerable en los países ricos. El aumento de las cuotas del FMI en un 50 % fue aprobado en diciembre, pero se decidió dar al Directorio Ejecutivo hasta 2025 para desarrollar nuevos enfoques en su distribución entre los países miembros. Aún no hay acuerdo sobre la capitalización del Banco Mundial.
En materia de deuda prácticamente no se ha decidido nada. Lo único que se determinó en las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial fue que se necesitaba más discusión. Y la declaración de los líderes del G20 de la cumbre de Nueva Delhi ofreció poco más que una reafirmación de que ese foro respeta los compromisos asumidos en el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda.
Quedó sin respuesta la cuestión de si se debe dar acceso a algunos países vulnerables de ingresos medios al Marco Común, creado en 2020 para ayudar a los países de bajos ingresos con deudas insostenibles a enfrentar la pandemia de covid-19. En cualquier caso, este mecanismo hasta ahora ha resultado ineficaz, debido a retrasos en las negociaciones con los acreedores y al temor de los deudores de que, si lo utilizan, su calificación crediticia se vería afectada.
En cuanto a la cooperación tributaria internacional, los acuerdos alcanzados en 2021 en el Marco Inclusivo de la OCDE aún esperan su implementación. Dados los escasos beneficios de estos acuerdos para los países en desarrollo, el Grupo Africano de la ONU presentó una resolución para crear un comité intergubernamental que elabore los términos de referencia de una Convención Marco de la ONU sobre Cooperación Tributaria. La resolución fue aprobada en noviembre por un amplio margen, pero la división entre países en desarrollo y desarrollados (estos últimos votaron en contra, excepto Noruega, que se abstuvo) establecerá el contexto para futuros acuerdos en 2024, cuando las negociaciones entre los dos grupos de países serán esenciales.
Por su parte, la cumbre de cambio climático acordó por primera vez que hay que dejar de utilizar los combustibles fósiles, pero sin ningún objetivo concreto en este frente. Determinó también que es necesario triplicar la capacidad de generación de energía renovable para 2030 y puso en marcha el fondo para pérdidas y daños en los países más vulnerables ante la crisis climática que había sido acordado en la anterior cumbre, realizada en Egipto. Pero, como es ya un patrón, no existe ningún mecanismo que garantice el cumplimiento de los compromisos nacionales, y el financiamiento para proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático sigue siendo claramente insuficiente.
Abordar los desafíos que enfrenta el mundo, desde el cumplimiento de los ODS y los problemas de deuda impagable y el cambio climático, así como garantizar una cooperación tributaria internacional efectiva, será difícil en el mejor de los casos. Además, las perspectivas económicas mundiales están lejos de ser halagüeñas. El FMI predice que el crecimiento global será bajo tanto en 2023 (3 %) como en 2024 (2,9 %), en comparación con el 3,7 % anual en la década anterior a la pandemia, y que tanto los países desarrollados como los en desarrollo tendrán dificultades. Si bien la inflación está disminuyendo, el FMI recomienda que los bancos centrales adopten un enfoque cauteloso con respecto a las tasas de interés, bajándolas solo cuando la inflación esté completamente bajo control. Esto no augura nada bueno para el crecimiento.
* Copyright: Project Syndicate, 2023. www.project-syndicate.org
El especial de Pensadores Globales 2024
Con este texto del exministro José Antonio Ocampo empezamos la serie anual de Pensadores Globales, personajes internacionales que analizan la transición 2023-2024. Entre las firmas exclusivas que los suscriptores de El Espectador podrán disfrutar durante las próximas dos semanas están los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Angus Deaton, la economista principal del Banco Europeo para la Reconstrucción Beata Javorcik, reconocidos académicos de universidades estadounidenses como Georgetown, Cambridge y Johns Hopkins, así como de la Universidad Centroeuropea y Sciences Po. También escriben ministras y exministros de Estado. Ellos abordarán el presente y futuro del mundo, desde las guerras hasta la inteligencia artificial.