Pensar el desarrollo en clave de cuidado, el trabajo de estas economistas
Profesionales en distintas disciplinas insisten en el llamado de pensar la reactivación en clave de mujeres, las más afectadas por las sobrecargas domésticas y el desempleo.
María Alejandra Medina
Aunque siempre ha estado ahí, aunque siempre alguien lo ha hecho, el trabajo de la casa fue algo que se volvió particularmente evidente para muchas personas durante la pandemia. Se preguntaban por qué todos los días, a todas horas, la loza sucia se acumulaba y de dónde salían tanto polvo y los montones de ropa por lavar. Otras, principalmente mujeres, siempre supieron que esas labores son tan demandantes como indispensables y, por eso, cuando la carga aumentó, al ser las únicas responsables de estas tareas en sus hogares, tuvieron que trabajar más horas durante el día o abandonar sus empleos para, además, cuidar de niños o personas enfermas en casa.
Más que una anécdota, la situación se volvió una problemática laboral y hasta de salud física y mental, máxime cuando el confinamiento dejó a muchas mujeres encerradas con sus parejas agresoras. Si adicionalmente quedaron sin empleo, la dependencia económica solo pudo haber empeorado el panorama. Para hacerse una idea, en 2020 se perdieron en total 2,4 millones de puestos de trabajo, un millón eran ocupados por varones y 1,4 millones, por mujeres. Actualmente, al hacer la comparación con el mercado laboral de hace dos años, es decir, antes de la pandemia, se ve que por cada hombre que ha recuperado su puesto, hay cuatro mujeres que no lo han hecho.
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Personas que advirtieran sobre todo esto no faltaron. Mes a mes, mientras las cifras iban agravándose durante la pandemia, hacían un llamado para encontrar la forma de reabrir los centros educativos, lo que permitiría a muchas mujeres volver a emplearse o, al menos, a buscar empleo. También llamaban la atención sobre la importancia de que, cuando llegara el momento de hablar de reactivación económica, hubiera medidas diferenciales para las mujeres. Entre esa gran cantidad de economistas y organizaciones estuvieron, por ejemplo, la iniciativa Quanta, CoreWoman y el Centro de Investigación Social y Económica (Cisoe).
Quanta es una iniciativa de la Universidad Javeriana en colaboración con la Universidad de los Andes y el DANE, cuyas cifras han sido fundamentales en los análisis del desempleo y la llamada “inactividad” de las mujeres. Surgió en plena pandemia, en agosto de 2020, para estudiar la economía del cuidado y las brechas de género en Colombia con la intención, como dicen sus integrantes, de “aportar al debate sobre las políticas de cuidado”. El grupo cuenta con tres líderes y cofundadoras: Paula Herrera-Idárraga, profesora de economía de la Universidad Javeriana y doctora en economía de la Universidad de Barcelona; Natalia Ramírez, profesora de derecho de la Universidad de los Andes y doctora en derecho de la Universidad de Harvard, y Ana María Tribín, especialista en políticas públicas del PNUD Latinoamérica y doctora en economía de la Universidad de Brown. Además, cuenta con un equipo de cerca de 10 profesionales.
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De su trabajo, recogido en 15 informes hasta ahora (disponibles en la web cuidadoygenero.org), dos de las grandes conclusiones es que en efecto las mujeres han sido las más afectadas por el impacto del covid-19 en cuanto a empleo y que el cuidado, tanto el remunerado (como el de las empleadas domésticas) y el no remunerado, es “el factor clave detrás del impacto desproporcionado sobre las mujeres”. Respecto al cuidado no remunerado, “nos dimos cuenta de que las actividades económicas con las que se proveen cuidados, como la educación, la salud y el servicio doméstico, fueron las más afectadas por la crisis de la pandemia en Colombia”.
El laboratorio de innovación CoreWoman se dedicó a un monitoreo similar. Creado en 2016, tiene como misión promover el empoderamiento de las mujeres a través de la investigación, el fortalecimiento de las capacidades de organizaciones públicas y privadas, y la formación de mujeres. Con sedes en Bogotá, Lima y Nueva York, y un equipo de 20 personas, apenas llegó la pandemia tuvieron que readaptarse internamente, mientras asumían la tarea de monitorear el impacto del covid-19 sobre las mujeres en particular.
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Ahora que se habla de reactivación, según Susana Martínez Restrepo, socia fundadora de CoreWoman junto con María Eugenia Anés, el trabajo que hacen es más pertinente aún, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre que causan factores como la nueva variante del coronavirus. “No podemos decir que esto se superó, tenemos que aprender a vivir con esto”, dice, al tiempo que manifiesta que uno de los mayores riesgos a los que se enfrenta la recuperación económica, en particular la de las mujeres, es que se vuelvan a presentar los cierres de los centros educativos.
Lo anterior puede ser afín con la idea por la que hoy se la juega la exministra Cecilia López Montaño: “Sacar” el cuidado del hogar. “Eso de que el cuidado es “cariño” ha sido un error tremendo. Si se saca del hogar, crea una dinámica económica impresionante”, asegura. La exfuncionaria fue promotora de la Ley de Economía del Cuidado en Colombia. Gracias a esto, hoy se puede calcular que, si se pagara, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivaldría a cerca del 20 % del PIB. Reconocer la importancia de estas labores es un paso importante para dar los que faltan.
López Montaño fundó el Cisoe en 2010, y hoy está conformado por siete personas de planta y en el pasado ha contado con la colaboración de expertos internacionales para investigaciones específicas. Desde allí, la economista defiende la idea de que no basta con que los hombres “ayuden” en la casa, pues el cuidado, al ser un trabajo tan valioso y un potencial renglón de crecimiento de la economía y generación de riqueza, debe repartirse entre el Estado y los servicios que ofrezca el mercado. Esto, además, liberaría el tiempo de las mujeres que deseen salir a generar ingresos en otras actividades.
Aunque con diferencias y matices, todas parecen coincidir en que la acción de los tomadores de decisiones se ha quedado corta con las mujeres en medio de la pandemia. También que no se puede hablar del Gobierno como algo homogéneo o como el único responsable. Desde Quanta, por ejemplo, destacan que los resultados obtenidos en las investigaciones “remunerado han sido analizados por el Concejo y la Alcaldía de Bogotá, y han servido como insumo en la estrategia de empleabilidad y emprendimiento de la Secretaría de la Mujer de Bogotá”. Asimismo, destacan que “otros gobiernos locales y actores han empezado a hablar del sector de cuidado remunerado y han visto que este sector podría tener un papel central en la recuperación del empleo de las mujeres”.
Martínez Restrepo, por su parte, señala que el “Gobierno” son realmente muchas instituciones, en varios niveles, y que ha habido algunas que se destacan por su disposición y sus acciones. Sin embargo, reconoce que “se puede hacer más”. Para ella es clave anticiparse, no llegar a “apagar incendios”; se refiere a entender los cambios que está dejando la pandemia en comportamientos y formas de consumo. Esto se debe a que sin duda habrá efectos en el mercado de forma permanente (aumento del comercio electrónico, por ejemplo), y eso requiere reentrenar a las personas en habilidades tecnológicas, servicio al cliente, entre otros, si queremos una recuperación laboral efectiva y sostenible. Hacer esto con un enfoque de género es clave, es decir, teniendo en cuenta las realidades de las mujeres que favorecen o dificultan su inserción o permanencia en el mundo laboral.
Para López Montaño, la ausencia del asunto del cuidado en las políticas de desarrollo y empleo son producto de que “los economistas que siguen mandando no aceptan que este puede ser un nuevo sector productivo”. A dos de las publicaciones más relevantes del Cisoe en la materia, Bases para un nuevo modelo de desarrollo con igualdad de género (2015) y Economía del cuidado: un nuevo sector productivo (junto con Fescol), está por sumarse una suerte de resumen contundente del potencial que tiene para los hogares el empleo, el bienestar y el crecimiento económico el hecho de cambiar la visión de los trabajos de cuidado. “Quiero demostrarles todo lo que se están perdiendo”, concluye.
Aunque siempre ha estado ahí, aunque siempre alguien lo ha hecho, el trabajo de la casa fue algo que se volvió particularmente evidente para muchas personas durante la pandemia. Se preguntaban por qué todos los días, a todas horas, la loza sucia se acumulaba y de dónde salían tanto polvo y los montones de ropa por lavar. Otras, principalmente mujeres, siempre supieron que esas labores son tan demandantes como indispensables y, por eso, cuando la carga aumentó, al ser las únicas responsables de estas tareas en sus hogares, tuvieron que trabajar más horas durante el día o abandonar sus empleos para, además, cuidar de niños o personas enfermas en casa.
Más que una anécdota, la situación se volvió una problemática laboral y hasta de salud física y mental, máxime cuando el confinamiento dejó a muchas mujeres encerradas con sus parejas agresoras. Si adicionalmente quedaron sin empleo, la dependencia económica solo pudo haber empeorado el panorama. Para hacerse una idea, en 2020 se perdieron en total 2,4 millones de puestos de trabajo, un millón eran ocupados por varones y 1,4 millones, por mujeres. Actualmente, al hacer la comparación con el mercado laboral de hace dos años, es decir, antes de la pandemia, se ve que por cada hombre que ha recuperado su puesto, hay cuatro mujeres que no lo han hecho.
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Personas que advirtieran sobre todo esto no faltaron. Mes a mes, mientras las cifras iban agravándose durante la pandemia, hacían un llamado para encontrar la forma de reabrir los centros educativos, lo que permitiría a muchas mujeres volver a emplearse o, al menos, a buscar empleo. También llamaban la atención sobre la importancia de que, cuando llegara el momento de hablar de reactivación económica, hubiera medidas diferenciales para las mujeres. Entre esa gran cantidad de economistas y organizaciones estuvieron, por ejemplo, la iniciativa Quanta, CoreWoman y el Centro de Investigación Social y Económica (Cisoe).
Quanta es una iniciativa de la Universidad Javeriana en colaboración con la Universidad de los Andes y el DANE, cuyas cifras han sido fundamentales en los análisis del desempleo y la llamada “inactividad” de las mujeres. Surgió en plena pandemia, en agosto de 2020, para estudiar la economía del cuidado y las brechas de género en Colombia con la intención, como dicen sus integrantes, de “aportar al debate sobre las políticas de cuidado”. El grupo cuenta con tres líderes y cofundadoras: Paula Herrera-Idárraga, profesora de economía de la Universidad Javeriana y doctora en economía de la Universidad de Barcelona; Natalia Ramírez, profesora de derecho de la Universidad de los Andes y doctora en derecho de la Universidad de Harvard, y Ana María Tribín, especialista en políticas públicas del PNUD Latinoamérica y doctora en economía de la Universidad de Brown. Además, cuenta con un equipo de cerca de 10 profesionales.
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De su trabajo, recogido en 15 informes hasta ahora (disponibles en la web cuidadoygenero.org), dos de las grandes conclusiones es que en efecto las mujeres han sido las más afectadas por el impacto del covid-19 en cuanto a empleo y que el cuidado, tanto el remunerado (como el de las empleadas domésticas) y el no remunerado, es “el factor clave detrás del impacto desproporcionado sobre las mujeres”. Respecto al cuidado no remunerado, “nos dimos cuenta de que las actividades económicas con las que se proveen cuidados, como la educación, la salud y el servicio doméstico, fueron las más afectadas por la crisis de la pandemia en Colombia”.
El laboratorio de innovación CoreWoman se dedicó a un monitoreo similar. Creado en 2016, tiene como misión promover el empoderamiento de las mujeres a través de la investigación, el fortalecimiento de las capacidades de organizaciones públicas y privadas, y la formación de mujeres. Con sedes en Bogotá, Lima y Nueva York, y un equipo de 20 personas, apenas llegó la pandemia tuvieron que readaptarse internamente, mientras asumían la tarea de monitorear el impacto del covid-19 sobre las mujeres en particular.
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Ahora que se habla de reactivación, según Susana Martínez Restrepo, socia fundadora de CoreWoman junto con María Eugenia Anés, el trabajo que hacen es más pertinente aún, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre que causan factores como la nueva variante del coronavirus. “No podemos decir que esto se superó, tenemos que aprender a vivir con esto”, dice, al tiempo que manifiesta que uno de los mayores riesgos a los que se enfrenta la recuperación económica, en particular la de las mujeres, es que se vuelvan a presentar los cierres de los centros educativos.
Lo anterior puede ser afín con la idea por la que hoy se la juega la exministra Cecilia López Montaño: “Sacar” el cuidado del hogar. “Eso de que el cuidado es “cariño” ha sido un error tremendo. Si se saca del hogar, crea una dinámica económica impresionante”, asegura. La exfuncionaria fue promotora de la Ley de Economía del Cuidado en Colombia. Gracias a esto, hoy se puede calcular que, si se pagara, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivaldría a cerca del 20 % del PIB. Reconocer la importancia de estas labores es un paso importante para dar los que faltan.
López Montaño fundó el Cisoe en 2010, y hoy está conformado por siete personas de planta y en el pasado ha contado con la colaboración de expertos internacionales para investigaciones específicas. Desde allí, la economista defiende la idea de que no basta con que los hombres “ayuden” en la casa, pues el cuidado, al ser un trabajo tan valioso y un potencial renglón de crecimiento de la economía y generación de riqueza, debe repartirse entre el Estado y los servicios que ofrezca el mercado. Esto, además, liberaría el tiempo de las mujeres que deseen salir a generar ingresos en otras actividades.
Aunque con diferencias y matices, todas parecen coincidir en que la acción de los tomadores de decisiones se ha quedado corta con las mujeres en medio de la pandemia. También que no se puede hablar del Gobierno como algo homogéneo o como el único responsable. Desde Quanta, por ejemplo, destacan que los resultados obtenidos en las investigaciones “remunerado han sido analizados por el Concejo y la Alcaldía de Bogotá, y han servido como insumo en la estrategia de empleabilidad y emprendimiento de la Secretaría de la Mujer de Bogotá”. Asimismo, destacan que “otros gobiernos locales y actores han empezado a hablar del sector de cuidado remunerado y han visto que este sector podría tener un papel central en la recuperación del empleo de las mujeres”.
Martínez Restrepo, por su parte, señala que el “Gobierno” son realmente muchas instituciones, en varios niveles, y que ha habido algunas que se destacan por su disposición y sus acciones. Sin embargo, reconoce que “se puede hacer más”. Para ella es clave anticiparse, no llegar a “apagar incendios”; se refiere a entender los cambios que está dejando la pandemia en comportamientos y formas de consumo. Esto se debe a que sin duda habrá efectos en el mercado de forma permanente (aumento del comercio electrónico, por ejemplo), y eso requiere reentrenar a las personas en habilidades tecnológicas, servicio al cliente, entre otros, si queremos una recuperación laboral efectiva y sostenible. Hacer esto con un enfoque de género es clave, es decir, teniendo en cuenta las realidades de las mujeres que favorecen o dificultan su inserción o permanencia en el mundo laboral.
Para López Montaño, la ausencia del asunto del cuidado en las políticas de desarrollo y empleo son producto de que “los economistas que siguen mandando no aceptan que este puede ser un nuevo sector productivo”. A dos de las publicaciones más relevantes del Cisoe en la materia, Bases para un nuevo modelo de desarrollo con igualdad de género (2015) y Economía del cuidado: un nuevo sector productivo (junto con Fescol), está por sumarse una suerte de resumen contundente del potencial que tiene para los hogares el empleo, el bienestar y el crecimiento económico el hecho de cambiar la visión de los trabajos de cuidado. “Quiero demostrarles todo lo que se están perdiendo”, concluye.