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El organismo de estadística de la Eurozona informó este jueves que, al revisar los datos del PIB de la zona euro de los últimos dos trimestres (primero de este año y último de 2022), la cifra en ambos casos llegó a una contracción económica de 0,1 %.
Las versiones iniciales estimaban que el principal motor económico de la eurozona, Alemania, había registrado un crecimiento nulo (0 %) entre enero y marzo, pero la nueva actualización apunta a una contracción de la economía alemana del 0,3 %, que se une a la caída del 0,5 % del último trimestre de 2022.
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En consecuencia, el dato correspondiente al PIB de la eurozona cae de la ligera expansión del 0,1 % calculada en los datos preliminares a una disminución del 0,1 % en la actualización de este jueves, que se suma a la contracción del mismo calibre observada entre octubre y diciembre del año pasado.
En una rueda de prensa, la Comisión Europea destacó que la “leve” contracción durante los meses de invierno ha sido después “absorbida” a la vez que la economía “seguía creando empleo”, lo que prueba la “resiliencia” del club europeo.
La portavoz de Economía del Ejecutivo comunitario, Veerle Nuyts, recordó además que las últimas previsiones económicas de Bruselas, que apuntan a un crecimiento del 1,1 % en 2023, se basaban en los datos preliminares de Eurostat y serán revisadas de nuevo “más tarde” una vez haya comenzado el verano.
Con estos datos, se estima que la economía de la eurozona habría entrado en una recesión técnica en los primeros tres meses.
Pero aquí hay que aclarar varios aspectos, debido a que la palabra recesión es un término tan complejo como odiado.
En general, se estima que una recesión técnica ocurre cuando hay dos trimestres consecutivos con crecimientos negativos en el PIB, que es algo así como el valor de las cosas que se producen en una economía, si se quiere.
Esta medición, por cierto, no hace parte de una regla de oro inviolable. En otras palabras, el cálculo de una recesión es bastante más complejo, debido a que las economías son variables, volubles, en constante cambio y no resultan fácilmente reducibles a la mirada del PIB sobre seis meses.
Para la muestra un botón: en 2022, Estados Unidos registró contracciones en dos trimestres consecutivos. Ergo, debió haber una recesión, ¿verdad? Y pues no: la organización que se dedica a certificar cuando estos eventos suceden no lo hizo, pues sus mediciones incluyen otras variables, como el mercado laboral (que siguió fuerte a pesar de que el PIB no pasaba por su mejor época).
El punto acá es que, bajo la visión de un número creciente de expertos, analizar la salud económica y social de un país sólo con las gafas del PIB puede llevar a una visión plena en miopía, astigmatismo, hipermetropía, presbicia…
Al final del día, cuántas cosas se producen en un país no cuenta la historia completa del total de una economía. Esto no para decir que no hay que confiar o desechar las mediciones de PIB. Lejos de eso.
Pero tomarlas como una medición tallada en piedra y bajada de un monte en donde los árboles se prenden en llamas y la verdad llega del cielo puede no ser la mejor forma de aproximarse al problema.
Por ejemplo, a pesar de estos datos, se estima que el Banco Central Europeo (BCE) seguirá subiendo sus tasas de interés (con miras a ahogar la inflación, pero también teniendo en cuenta que la economía del bloque europeo goza de una salud estable, cuando menos).
Se espera que el BCE suba sus tipos de interés en 25 puntos básicos en su próxima decisión.
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