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El mundo está expectante al primer acuerdo que terminaría la guerra comercial que libran Estados Unidos y China. Luego de casi dos años de disputas, que ha dejado cientos de miles de millones de dólares de bienes gravados en ambas naciones, drásticas devaluaciones del yuan, el veto a Huawei y una gran incertidumbre sobre la economía global, el 15 de enero de 2020 se daría el primer gran paso para terminar el pleito. (Lee también: La receta para un dólar a $4.000)
Si se cumple la proyección del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, este miércoles ambas naciones firmarían el acuerdo de la fase uno de negociaciones. Hasta el momento se conocen pactos como los compromisos de China de respetar la propiedad intelectual estadounidense y no manipular su moneda, y la compra de US$200.0000 millones en bienes agrícolas estadounidenses.
Por su parte Estados Unidos aceptó reducir a la mitad los aranceles que entraron en vigor en septiembre de 2019 que impactaron a US$120.000 millones en bienes chinos: pasando de una tarifa del 15 % al 7,5 %. Además, el presidente Donald Trump anuló los aranceles de 15 % sobre unos US$160.000 millones en bienes que inicialmente habían sido programados para mediados de diciembre.
Sin embargo, la experiencia de los últimos años, después de dos suspensiones de los diálogos, demuestra que en cualquier momento se puede desatar una nueva tensión. Entonces, no hay que cantar victoria antes de tiempo. Lo único claro es que el resultado de las negociaciones impactará la economía mundial, y por supuesto también a Colombia.
El efecto local
La economía colombiana ha reaccionado a cada episodio de la guerra comercial. En primer lugar, la disputa entre estos colosos ha generado un alto nerviosismo dentro de los inversionistas internacionales. Y cuando esto pasa suelen vender los activos riesgosos, como los de las economías emergentes (como Colombia), y comprar activos más seguros como el oro o el dólar.
El problema es que Colombia es percibida más riesgosa que las demás naciones de la región por dos factores: su alto nivel de endeudamiento, que supera el 50 % del Producto Interno Bruto al sumar $518 billones (de los cuales US$51.000 millones es deuda externa); y su alto déficit de cuenta corriente, del 4,39 % del PIB a septiembre de 2019. Lo que implica que el país importa más de que exporta, volviendo a la economía más dependiente de los bienes y servicios del exterior.
Es por esto el peso colombiano se ha debilitado más que las otras monedas de América Latina, y lo que explica la fuerte tendencia alcista que tuvo la tasa de cambio en 2019: año en el que el dólar rompió ocho máximos históricos (aunque también influyó el paro nacional y la tensión política en la región).
Esto significa que el fin de la guerra comercial le daría un respiro al mundo, reduciendo la aversión al riesgo de los inversionistas. Un fenómeno que podría ayudar a estabilizar e incluso bajar la tasa de cambio, trayendo beneficios para las familias colombianas. Según la firma Raddar el 15 % de la canasta familiar lo componen bienes importados, cuyo precio depende el dólar.
De hecho, a la construcción, uno de los sectores más importantes de la economía colombiana, pero cuyo PIB ha caído 8,1 % en lo corrido de 2019, también le vendría bien esta reducción o al menos estabilización de la tasa de cambio. Según la Cámara de la Construcción (Camacol) esta es una actividad que importa entre el 16 y el 20 % de sus insumos.
Las exportaciones colombianas, que también han estado débiles (cayendo 6,2 % entre enero y noviembre de 2019), podrían beneficiarse del efecto global que generaría un acuerdo entre China y Estados Unidos. Desde los últimos dos años, gremios como la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) han advertido que la guerra comercial es un factor que ha debilitado el crecimiento económico mundial, una situación que impacta los socios comerciales del país y en consecuencia las ventas externas se ven afectadas.
El otro acuerdo
Aunque se firme el acuerdo de este miércoles, las negociaciones entre China y Estados Unidos todavía no terminarán. Todavía falta el acuerdo de la fase dos, que es en donde el presidente Trump espera resolver las quejas estadounidenses de larga data que no están cubiertas en el documento inicial de 86 páginas. Entre ellas: los subsidios estatales, desde préstamos con descuento hasta electricidad barata, que han alimentado un creciente club de multinacionales chinas.
Sin embargo, lo que ha mencionado el presidente Trump es que los resultados de la fase dos se conocerán después de las elecciones de noviembre. Abriendo la puerta a la posibilidad de que en la mayor parte del 2020 no existan más roces entre ambas potencias, siempre y cuando se cumplan los pactos de la fase uno.