¿Por qué es vital avanzar en el empoderamiento económico de la mujer?
Esta tarea podría impulsar el crecimiento del PIB, además de contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible. Pero de fondo, es un tema de reducir las desigualdades, que en palabras de Alicia Bárcena, cabeza de la CEPAL, “no sólo es injusta, sino ineficiente e insostenible”.
Santiago La Rotta.
El empoderamiento económico de la mujer no sólo es una deuda histórica, sino una necesidad para impulsar el mercado y hacerlo, de paso, en una forma sostenible; no por nada la equidad de género es uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
Este jueves se realizó “Foro M, acelerando el desarrollo”, evento organizado principalmente por la Vicepresidencia de la República para hablar de cómo seguir impulsando el empoderamiento económico de la mujer.
“Las mujeres son el pilar del crecimiento económico en Latinoamérica y en todo el mundo. Muchas mujeres enfrentan discriminación, injusticias y falta de oportunidades. Pero lo que nos dicen los datos es que, por ejemplo, una reducción de 10 % en la desigualdad genera un impulso de 2 % en el PIB en pocos años”, según Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, quien envió un mensaje en video para la apertura del evento.
De acuerdo con Georgieva, “en los mercados laborales en donde hay ineficiencias, la inclusión de la mujer termina generando no sólo un cierre de la brecha en desigualdad, sino también es un impulso para el crecimiento de los salarios de todos los actores, incluyendo a los hombres”.
Georgieva estaba confirmada para asistir al evento, pero por cuenta de las restricciones de viajes derivadas del avance del coronavirus, la ejecutiva debió enviar su mensaje en video, en el que arrancó saludando en español y agregó (ya en inglés) que le hubiera encantado estar en el evento, pero que promete venir lo más pronto posible; de la misma forma que lo hacen Mick Jagger o Bono cuando no logran llegar a los Grammy, con el respectivo aplauso del público.
La cabeza del FMI aseguró que en la reducción de la brecha en equidad entre géneros “no hay una bala de plata, no hay una única solución, pero sabemos que las políticas fiscales pueden ayudar a que las mujeres encuentren un camino hacia el mercado. Las soluciones no pueden ser sólo de los Estados. También se necesita al sector privado y aquí creo que las fintech pueden ayudar a que las mujeres accedan a crédito y a ser un catalizador para la inclusión financiera de las mujeres”.
¿Cuál es la brecha económica entre géneros? Algunos indicadores para establecer el campo de juego: a nivel global, se estima que las mujeres reciben entre 10 % y 20 % menos de remuneración salarial que sus pares hombres, para posiciones con el mismo nivel de responsabilidades e incluso cuando las primeras tienen mayor preparación. De acuerdo con cifras citadas por la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, apenas 53 % de las mujeres colombianas ingresan al sistema laboral, mientras que la cifra para los hombres es de 74,6 %. En el nivel empresarial, de acuerdo con Ramírez, apenas 16 % de los asientos en las juntas directivas de compañías en el país son ocupadas por mujeres; y de éste porcentaje sólo 8 % tienen una mujer a la cabeza de los consejos de dirección.
Una de las razones diagnosticadas para las disparidades en sistema laboral (especialmente en acceso) tiene que ver con las responsabilidades de cuidado del hogar (o de la familia extendida) que tradicionalmente han sido delegadas (impuestas) en las mujeres. Según Ramírez, mediante la llamada economía del cuidado, las mujeres aportan 15 % del PIB. El punto acá es que estas labores no son remuneradas, ni reconocidas como trabajo, lo que termina generando profundos desequilibrios, así como problemas económicos.
“Es necesario vincular la brecha de género con los sistemas de seguridad social. Porque por un lado tenemos menor participación femenina en el mercado laboral, mujeres que entran más tarde a trabajar, con menos salario y que muchas veces lo hacen a tiempo parcial e incluso desde la informalidad; las mujeres son las que más trabajan fuera del empleo formal en Latinoamérica. Entonces, claro, cuando llegan a su vida mayor no tienen ahorros”, dijo Gina Magnolia Riaño, secretaria general de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social.
Según Riaño sólo 37 % de las mujeres recibe una pensión contributiva, mientras que la cifra para hombres es de 45 %. “La mayoría de las mujeres no tiene pensiones contributivas precisamente porque todas esas distorsiones del mercado laboral se trasladan a los sistemas de seguridad social”, aseguró Riaño.
En una entrevista con este diario, Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres en Colombia, aseguró que el escenario pensional de Colombia (con edad de retiro más temprana para las mujeres, pero misma obligación de semanas cotizadas para ambos géneros) supone un desequilibrio: "Las semanas cotizadas deben ser proporcionales a la edad de retiro: las mujeres se jubilan antes (57 años para mujeres, 62 para hombres), pero se les pide las mismas semanas cotizadas, en menos tiempo. Además, las mujeres están sobrerrepresentadas en el empleo informal (es decir, en el que no se cotiza para salud ni pensión)”.
Según estudios del McKinsey Global Institute, avanzar en la equidad económica de las mujeres puede añadir US$12 billones al PIB global para 2026. Por su parte, el Banco Mundial habla de añadir 35 % de crecimiento al PIB mundial si se aumenta la participación de la mujer en el sistema laboral. “¿Por qué, con tanta evidencia e investigación de la importancia de la participación de las mujeres, los cambios no pasan más rápido. ¿Cuáles son los obstáculos?”, se preguntó Rebeca Grynspan, exvicepresidenta de Costa Rica y secretaria general de la Conferencia Iberoamericana.
Para Grynspan, “tenemos que pasar de tener un marco normativo que garantice la igualdad de género a hacerlo realidad. Colombia tiene un marco legal y normativo en equidad de género que que está a la cabeza con otros países de la región. Pero tenemos que hablar de cómo pasamos de la equidad normativa a la sustantiva, a la real”.
La economista costarricense asegura que aún hay países de Latinoamérica con prohibiciones de ocupación laboral para mujeres y no en todos se garantizan las 14 semanas licencia de maternidad (punto base determinado por la Organización Internacional del Trabajo, OIT).
“Pero, de fondo lo que tenemos que pelear también es la calidad de los empleos en todos los campos y eso incluye a la economía del cuidado. No estamos hablando sólo de buenas condiciones en empleos de física y matemáticas. Para que el cuidado se convierta en una actividad económica reconocida tenemos que entender que los cuidados no son gratis y no porque los haga una mujer entonces no merecen ser pagados”, dijo Grynspan ante un auditorio lleno que estalló prontamente en un aplauso de apoyo rotundo y antes de que los aplausos cesaran continuó diciendo que “no consideramos voluntariado construir un puente, ¿entonces por qué sí lo tenemos que hacer con los trabajos de cuidado que hacen las mujeres?”.
Grynspan asegura que el principal problema en el futuro del empleo no se encuentra en discusiones sobre la automatización del trabajo “o si tenemos un mundo sin empleo: el principal reto es no seguir hacia un mundo más desigual”.
El empoderamiento económico de la mujer no sólo es una deuda histórica, sino una necesidad para impulsar el mercado y hacerlo, de paso, en una forma sostenible; no por nada la equidad de género es uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
Este jueves se realizó “Foro M, acelerando el desarrollo”, evento organizado principalmente por la Vicepresidencia de la República para hablar de cómo seguir impulsando el empoderamiento económico de la mujer.
“Las mujeres son el pilar del crecimiento económico en Latinoamérica y en todo el mundo. Muchas mujeres enfrentan discriminación, injusticias y falta de oportunidades. Pero lo que nos dicen los datos es que, por ejemplo, una reducción de 10 % en la desigualdad genera un impulso de 2 % en el PIB en pocos años”, según Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, quien envió un mensaje en video para la apertura del evento.
De acuerdo con Georgieva, “en los mercados laborales en donde hay ineficiencias, la inclusión de la mujer termina generando no sólo un cierre de la brecha en desigualdad, sino también es un impulso para el crecimiento de los salarios de todos los actores, incluyendo a los hombres”.
Georgieva estaba confirmada para asistir al evento, pero por cuenta de las restricciones de viajes derivadas del avance del coronavirus, la ejecutiva debió enviar su mensaje en video, en el que arrancó saludando en español y agregó (ya en inglés) que le hubiera encantado estar en el evento, pero que promete venir lo más pronto posible; de la misma forma que lo hacen Mick Jagger o Bono cuando no logran llegar a los Grammy, con el respectivo aplauso del público.
La cabeza del FMI aseguró que en la reducción de la brecha en equidad entre géneros “no hay una bala de plata, no hay una única solución, pero sabemos que las políticas fiscales pueden ayudar a que las mujeres encuentren un camino hacia el mercado. Las soluciones no pueden ser sólo de los Estados. También se necesita al sector privado y aquí creo que las fintech pueden ayudar a que las mujeres accedan a crédito y a ser un catalizador para la inclusión financiera de las mujeres”.
¿Cuál es la brecha económica entre géneros? Algunos indicadores para establecer el campo de juego: a nivel global, se estima que las mujeres reciben entre 10 % y 20 % menos de remuneración salarial que sus pares hombres, para posiciones con el mismo nivel de responsabilidades e incluso cuando las primeras tienen mayor preparación. De acuerdo con cifras citadas por la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, apenas 53 % de las mujeres colombianas ingresan al sistema laboral, mientras que la cifra para los hombres es de 74,6 %. En el nivel empresarial, de acuerdo con Ramírez, apenas 16 % de los asientos en las juntas directivas de compañías en el país son ocupadas por mujeres; y de éste porcentaje sólo 8 % tienen una mujer a la cabeza de los consejos de dirección.
Una de las razones diagnosticadas para las disparidades en sistema laboral (especialmente en acceso) tiene que ver con las responsabilidades de cuidado del hogar (o de la familia extendida) que tradicionalmente han sido delegadas (impuestas) en las mujeres. Según Ramírez, mediante la llamada economía del cuidado, las mujeres aportan 15 % del PIB. El punto acá es que estas labores no son remuneradas, ni reconocidas como trabajo, lo que termina generando profundos desequilibrios, así como problemas económicos.
“Es necesario vincular la brecha de género con los sistemas de seguridad social. Porque por un lado tenemos menor participación femenina en el mercado laboral, mujeres que entran más tarde a trabajar, con menos salario y que muchas veces lo hacen a tiempo parcial e incluso desde la informalidad; las mujeres son las que más trabajan fuera del empleo formal en Latinoamérica. Entonces, claro, cuando llegan a su vida mayor no tienen ahorros”, dijo Gina Magnolia Riaño, secretaria general de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social.
Según Riaño sólo 37 % de las mujeres recibe una pensión contributiva, mientras que la cifra para hombres es de 45 %. “La mayoría de las mujeres no tiene pensiones contributivas precisamente porque todas esas distorsiones del mercado laboral se trasladan a los sistemas de seguridad social”, aseguró Riaño.
En una entrevista con este diario, Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres en Colombia, aseguró que el escenario pensional de Colombia (con edad de retiro más temprana para las mujeres, pero misma obligación de semanas cotizadas para ambos géneros) supone un desequilibrio: "Las semanas cotizadas deben ser proporcionales a la edad de retiro: las mujeres se jubilan antes (57 años para mujeres, 62 para hombres), pero se les pide las mismas semanas cotizadas, en menos tiempo. Además, las mujeres están sobrerrepresentadas en el empleo informal (es decir, en el que no se cotiza para salud ni pensión)”.
Según estudios del McKinsey Global Institute, avanzar en la equidad económica de las mujeres puede añadir US$12 billones al PIB global para 2026. Por su parte, el Banco Mundial habla de añadir 35 % de crecimiento al PIB mundial si se aumenta la participación de la mujer en el sistema laboral. “¿Por qué, con tanta evidencia e investigación de la importancia de la participación de las mujeres, los cambios no pasan más rápido. ¿Cuáles son los obstáculos?”, se preguntó Rebeca Grynspan, exvicepresidenta de Costa Rica y secretaria general de la Conferencia Iberoamericana.
Para Grynspan, “tenemos que pasar de tener un marco normativo que garantice la igualdad de género a hacerlo realidad. Colombia tiene un marco legal y normativo en equidad de género que que está a la cabeza con otros países de la región. Pero tenemos que hablar de cómo pasamos de la equidad normativa a la sustantiva, a la real”.
La economista costarricense asegura que aún hay países de Latinoamérica con prohibiciones de ocupación laboral para mujeres y no en todos se garantizan las 14 semanas licencia de maternidad (punto base determinado por la Organización Internacional del Trabajo, OIT).
“Pero, de fondo lo que tenemos que pelear también es la calidad de los empleos en todos los campos y eso incluye a la economía del cuidado. No estamos hablando sólo de buenas condiciones en empleos de física y matemáticas. Para que el cuidado se convierta en una actividad económica reconocida tenemos que entender que los cuidados no son gratis y no porque los haga una mujer entonces no merecen ser pagados”, dijo Grynspan ante un auditorio lleno que estalló prontamente en un aplauso de apoyo rotundo y antes de que los aplausos cesaran continuó diciendo que “no consideramos voluntariado construir un puente, ¿entonces por qué sí lo tenemos que hacer con los trabajos de cuidado que hacen las mujeres?”.
Grynspan asegura que el principal problema en el futuro del empleo no se encuentra en discusiones sobre la automatización del trabajo “o si tenemos un mundo sin empleo: el principal reto es no seguir hacia un mundo más desigual”.