Precio de la energía alerta a la Unión Europea: ¿qué está pasando con el gas?
La Comisión Europea anunció una intervención de emergencia en medio de las solicitudes para que la dependencia del gas ruso deje de marcar en la factura de los europeos.
Con la electricidad a más de 630 euros el megavatio/hora en Alemania, Bélgica o Dinamarca, y por encima de los 720 en Francia, Alemania, Italia o Austria, la Comisión Europea (CE) anunció que está trabajando en una intervención de emergencia y en una reforma estructural del mercado eléctrico.
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Con la electricidad a más de 630 euros el megavatio/hora en Alemania, Bélgica o Dinamarca, y por encima de los 720 en Francia, Alemania, Italia o Austria, la Comisión Europea (CE) anunció que está trabajando en una intervención de emergencia y en una reforma estructural del mercado eléctrico.
El imparable precio de la energía muestra que el modelo actual fue diseñado bajo circunstancias que ya no se aplican, así lo informó el organismo. “El aumento vertiginoso de los precios de la electricidad está poniendo de manifiesto las limitaciones de nuestro actual diseño del mercado”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
El mercado eléctrico fue desarrollado bajo circunstancias diferentes y con objetivos diferentes: “ya no es más apto para esos propósitos”.
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Estas intervenciones, y el aumento en los precios, se debe a la dependencia que la Unión Europea tiene del gas ruso. La presidenta advirtió que hay que prepararse “para una posible interrupción total” (del gas ruso), en medio de la guerra en Ucrania.
Vale recordar que muchas centrales térmicas utilizan gas para generar electricidad. Como el gas disponible es informe, su cotización se encuentra a niveles de récord. El fuerte aumento en los precios de la energía ya venía siendo motivo de preocupación desde fines de 2021, pero se tornó una prioridad desde el inicio de la guerra. Como parte de las sanciones contra Rusia, la UE decidió reducir el consumo para ser menos dependiente, pero en represalia el gobierno de Moscú recortó dramáticamente el suministro, haciendo aumentar los precios aún más.
Casi simultáneamente, durante una conferencia de prensa en Praga, el jefe de gobierno de Alemania, Olaf Scholz, se pronunció en favor de una “acción rápida” para reformar el mercado de electricidad. De acuerdo con Scholz, hay entre los países de la UE un “acuerdo” sobre la urgencia de tomar medidas. Así las cosas, incluso el Gobierno alemán, reticente hasta ahora a tocar el sistema, ha dado un giro a su postura.
Poco antes, el ministro de Industria y Comercio de la República Checa (país que ocupa la presidencia rotativa de la UE), Jozef Sikela, anunció que los ministros de energía del bloque se reunirán de emergencia el 9 de septiembre. “Convoco una reunión extraordinaria del Consejo de Energía. Nos reuniremos en Bruselas el 9 de septiembre. Tenemos que arreglar el mercado de la energía. La solución a nivel de la UE es de lejos la mejor que tenemos”.
La primera ministra de Francia, Elisabeth Borne, advirtió también este lunes a empresarios sobre los riesgos de un racionamiento de energía en este invierno boreal, y les pidió que reduzcan el consumo. “Si actuamos colectivamente, podemos superar el riesgo de escasez, pero a menos que todos participen y si todos los escenarios desfavorables se juntan, podríamos vernos obligados a imponer reducciones a los consumidores”.
Borne explicó a los ejecutivos que “si terminamos en un racionamiento, las empresas serán las más afectadas y, lamentablemente, debemos estar preparados para ello”. Y agregó que en caso de que Rusia corte totalmente el suministro de gas a Europa, no habría una “alternativa inmediata” para compensar esa pérdida y Francia, aunque tiene una dependencia menor que otros países de las importaciones de ese país (en torno al 20 % antes de empezar esta crisis) también estaría en riesgo.
La primera ministra puso sobre la mesa que para preparar esa eventualidad es posible la creación de un mercado de intercambio de derechos de consumo de energía en el que las empresas se podrían intercambiar esos derechos a imagen de cómo funciona el mercado europeo de derechos de emisión de dióxido de carbono.
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El viernes pasado, Alemania y Francia registraron precios récord de electricidad. En el caso del primero, los contratos de un año a futuro saltaron a 995 euros por megavatio/hora, en el segundo superaron los 1.100 euros, aunque hace un año se situaban a 85 euros.
Ante este cuadro, varios países -como España- han presionado en favor de la adopción de un tope máximo de carácter temporal en los precios del gas.
Nicolas Berghmans, experto del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París, dijo que la UE ya había estado trabajando en un plan para reformar el mercado eléctrico antes de que estallara la crisis. “Hace un año, apenas había unos pocos países a favor de estas medidas, y algunos eran muy escépticos ante un cambio en la arquitectura del mercado de la electricidad. Eso está cambiando”.
El primer ministro de la República Checa consideró incluso desligar los precios de la electricidad de los precios del gas. Y el jefe del Gobierno austríaco, el conservador Karl Nehammer, fue aún más lejos en sus críticas, al calificar de “locura” la situación en el mercado eléctrico europeo. ”Debemos desvincular el precio de la electricidad del precio del gas, para que se acerque al coste real de la producción”, dijo e indicó que en la actual situación es el presidente ruso, Vladímir Putin, quien decide el precio que pagan los europeos por la electricidad.
Mientras tanto, la alternativa, según Von der Leyen, sería aumentar “a la velocidad del rayo” las importaciones de gas de otros proveedores, pero también reducir el consumo, de hecho, se le pidió a los Estados miembros que reduzcan un 15 % su consumo para aumentar las reservas.
Otra de las alternativas es acelerar la transición hacia energías verdes. La presidenta recordó que el programa RePowerEU destinará 300.000 millones de euros para impulsar esos cambios. “La era de los combustibles fósiles rusos en Europa está llegando a su fin. Y con la liberación del chantaje vendrá un mayor poder para defender las reglas globales”.
¿Y el cambio climático?
“Tanta prisa en verano, todo el mundo quiere carbón, nunca habíamos visto algo así”, comenta Frithjof Engelke, proveedor de Berlín de ese combustible en desuso, pero de nuevo codiciado en Alemania por la crisis del gas que previsiblemente empeorará a partir del otoño.
La temida escasez de gas ruso por la guerra en Ucrania está provocando una demanda inusual de los particulares de esta forma de calefacción, a pesar de que es nocivo.
Para Engelke, jefe de la centenaria empresa familiar Hans Engelke Energie, “las vacaciones tendrán que esperar”. Ahora hay que tomar pedidos, organizar las entregas en camión —ya tiene programadas hasta octubre— y preparar el producto para quienes van directamente a comprar a su almacén.
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En un caluroso día de agosto, pesa y embolsa carbón en medio del polvo y el ruido de su máquina llenadora y luego coloca las bolsas en tarimas. En Berlín, entre 5.000 y 6.000 hogares se calientan aún con carbón, una minúscula fracción de los 1,9 millones que componen el parque de vivienda.
Se trata generalmente de personas mayores, a veces totalmente dependientes de este combustible y que viven en casas antiguas que nunca fueron renovadas. O bien, de amantes del calor intenso que emana de las antiguas estufas.
Pero este año, han llegado “en masa” nuevos clientes, asegura Engelke, cuya pequeña empresa también vende pélets (combustible granulado de madera) o fuel. Ahora, “los que normalmente usaban gas, pero aún tienen una estufa en casa, quieren carbón”, un fenómeno, según él, generalizado en toda Alemania.
Jean Blum forma parte de ese grupo. “Estoy comprando carbón por primera vez desde hace muchos años”, dice el hombre de 55 años, mientras carga sacos de 25 kilos repletos de roca negra en su remolque.
Desde que empezó a tener gas en casa, encendía la estufa ocasionalmente, y solo con madera. Pero con la subida del precio del gas, que se agudizará a partir de octubre cuando los operadores puedan repercutir el alza de los precios de la energía en el consumidor, quiere asegurarse de tener suficiente. “Incluso si es malo para la salud, siempre es mejor que pasar frío”, considera.
Aunque el precio del carbón también haya escalado un 30 %, sigue siendo más barato que la madera, cuyos precios se han duplicado. La compra de leña en Alemania también preocupa a los expertos, pues la quema de madera y la tala de bosques afectan al medio ambiente.
El combustible negro está experimentando un boom en el país. El gobierno alemán ya ha decidido aumentar el uso de centrales eléctricas para responder a las enormes necesidades de su industria.
Y ello, pese a que, tal y como declaró recientemente el canciller Olaf Scholz, no renuncia a su objetivo de abandonar esa energía contaminante en 2030 y excluye “un resurgimiento de las energías fósiles, en particular, del carbón”.
Pero con la aparición de todos esos nuevos clientes particulares, es difícil responder a la alta demanda y muchos pequeños comerciantes de carbón de la capital ya no tienen nada que vender. “Producimos a plena capacidad durante el verano, con tres turnos, siete días a la semana”, dice el portavoz de la empresa LEAG, Thoralf Schirmer.
La otra fábrica que abastece al mercado en Alemania, con sede en la cuenca del Rin, dejará de producir a finales de año, reduciendo aún más la oferta en un momento en que Putin ya ha cortado parcialmente el grifo del gas a Alemania.
“Temo un poco el invierno”, admite Frithjof Engelke. Actualmente, las personas parecen tranquilas cuando se enteran de que tendrán que esperar al menos dos meses antes de recibir su pedido, pero “las cosas serán diferentes cuando empiece a hacer frío afuera”.
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