¿Qué pasó con el salario mínimo en Colombia?
La negociación más esperada de fin de año terminó en acuerdo y con una cifra que llevó la remuneración de los trabajadores al millón de pesos más el subsidio de transporte. Pero hay quienes creen que este aumento traerá problemas graves para la macroeconomía del país.
Edwin Bohórquez Aya
Es día de El Espectador le explica. La noticia más esperada de final de cada año es el aumento del salario mínimo. ¿Por qué? Porque no solo es la remuneración mensual que reciben los trabajadores, sino que es el monto de referencia y base que impacta muchos otros aumentos que se hacen cada año en Colombia, como el SOAT, el subsidio de vivienda, las cuotas moderadoras de las EPS y las multas de tránsito, entre otras, porque la lista sigue. Y, como todos los años, se espera una negociación que difícilmente llega a buen puerto, donde los empresarios proponen un porcentaje y bien distante, al otro lado del muelle, los sindicatos también lanzan su cifra. Históricamente, y si apelamos a los promedios, pues la mayoría de años desde que se negocia el salario mínimo en Colombia, ha sido el gobierno quien termina definiendo por decreto dicho aumento, pero en este final de 2021 la noticia llegó en dos partes: Empresarios y centrales obreras llegaron a un acuerdo, por un lado, mientras que quedó definido que para el 2022 esa retribución económica será de un millón de pesos, monto al que hay que sumarle un auxilio de transporte de $117.172. Así que le pedimos a nuestros colegas de la sección de Negocios todos los artículos recientes para poder construir este boletín de noticias. Como todas las semanas, recomendamos entrar a cada uno de los links para poder entender mejor cada arista de este tema. Comencemos.
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Es día de El Espectador le explica. La noticia más esperada de final de cada año es el aumento del salario mínimo. ¿Por qué? Porque no solo es la remuneración mensual que reciben los trabajadores, sino que es el monto de referencia y base que impacta muchos otros aumentos que se hacen cada año en Colombia, como el SOAT, el subsidio de vivienda, las cuotas moderadoras de las EPS y las multas de tránsito, entre otras, porque la lista sigue. Y, como todos los años, se espera una negociación que difícilmente llega a buen puerto, donde los empresarios proponen un porcentaje y bien distante, al otro lado del muelle, los sindicatos también lanzan su cifra. Históricamente, y si apelamos a los promedios, pues la mayoría de años desde que se negocia el salario mínimo en Colombia, ha sido el gobierno quien termina definiendo por decreto dicho aumento, pero en este final de 2021 la noticia llegó en dos partes: Empresarios y centrales obreras llegaron a un acuerdo, por un lado, mientras que quedó definido que para el 2022 esa retribución económica será de un millón de pesos, monto al que hay que sumarle un auxilio de transporte de $117.172. Así que le pedimos a nuestros colegas de la sección de Negocios todos los artículos recientes para poder construir este boletín de noticias. Como todas las semanas, recomendamos entrar a cada uno de los links para poder entender mejor cada arista de este tema. Comencemos.
A mediados de noviembre, cuando ya empezaban a sonar los primeros vientos de la negociación, un grupo de industriales se lanzó al agua con una nueva alternativa: el salario mínimo empresarial. ¿Cómo se leía esta idea liderada por el presidente del Grupo Oikos, Luis Aurelio Díaz? “Las personas de la base más necesitada del país, es decir, los que ganan el salario mínimo, su incremento sería del salario mínimo más 5% adicional. Eso permite que esa diferencia de cinco puntos sea una ganancia real en el costo y calidad de vida de las personas de menores ingresos”, nos explicaba el equipo de Negocios de El Espectador. “La única forma de sacar el país adelante y mejorar la calidad de vida de las personas, es dando un poco más de lo que el Gobierno tiene estipulado en su salario mínimo”, agregó Díaz.
Ya había quedado el 26 de noviembre como la fecha en la que se sentarían, por primera vez, los empresarios y los sindicatos, aunque luego el mismo ministerio de Trabajo movió la fecha una semana. ¿Sobre qué realidad llegaban las partes a esa discusión? Nada fácil, para ser sinceros: un paro nacional que dejó una huella histórica – no olvidemos que el gobierno Duque tuvo que retirar su reforma tributaria y el ministro de Hacienda también tuvo que dar un paso al costado-, el desempleo en doble dígito, la inflación al alza y a pesar de venir en plena reactivación tras lo más fuerte de la pandemia, las paradojas del dato de productividad se sumaban a una ecuación nada fácil de resolver.
Se quería escuchar a más personas porque este año, por ejemplo, el teletrabajo se convirtió en una variable a tener en cuenta, se habló también por primera vez de la posibilidad de que el salario mínimo llegara a su primer millón de pesos y, desde el lado de Opinión, nos retrataron de manera irónica lo que vendría en la negociación:
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Les adelanto el salario mínimo
Mario Alejandro Valencia y Germán Machado, los dos profesores y analistas económicos, escribieron un texto en donde se preguntaban cuál debería ser el aumento del salario mínimo. ¿Por dónde comenzar? “Empresarios y sindicatos deberían unirse para exigir políticas más claras que generen un verdadero crecimiento”, decían. Y, con una lectura interesante de la realidad, nos explicaron: “Lo cierto es que Colombia es un país de ingreso medio con salarios promedio que son 12 veces más bajos que los del promedio de sus pares en la OCDE. Con ese pobre nivel, el salario mínimo y el salario medio se parecen mucho, lo que demuestra una de dos cosas: o el salario mínimo es muy alto o el salario medio es muy bajo”.
Terminábamos noviembre también con un análisis de Diego Guevara, profesor de Economía de la Universidad Nacional. Varios temas nos explicaron, como aquel postulado de que el salario mínimo genera desempleo o que con incrementos muy bajos de salario se crearán más puestos de trabajo. El texto completo está aquí, pero les adelantamos un apartado: “El trabajo no es un bien como cualquier otro y, por lo tanto, la lógica de la oferta y la demanda no aplica para el mercado laboral, pues el trabajo no es un bien reproducible”.
Camilo Vega también se lanzó en su columna con una propuesta interesante: ¿por qué no eran los jóvenes los encargados de negociar el salario mínimo? “En el artículo 56 de la Constitución, y en el artículo 5 de la Ley 278 de 1996 (Modificado por la Ley 990 de 2005), se establece que en la mesa de concertación debe estar el Gobierno y representantes de los gremios y sindicatos más grandes del país. Pero en ningún momento se dice que deben ser los presidentes de las respectivas organizaciones. Tan solo deben estar los representantes. Es decir, es viable jurídicamente que los empresarios y los sindicatos designen jóvenes para que los representen en las discusiones del salario mínimo. Los mismos sectores en disputa, pero 30 años más jóvenes”.
Entonces se actualizó el cronograma de la negociación, los equipos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y el Ministerio del Trabajo se alistaban a presentar los datos del Producto Interno Bruto (PIB), la productividad y el Índice de Precios al Consumidor (IPC). También leímos la columna de Luis Carlos Reyes quien nos invitaba, como país, a una discusión más profunda: “Estaríamos mejor si el debate anual fuera sobre el ajuste a una renta básica garantizada, o si tuviéramos negociaciones salariales sectoriales que incluyeran a todos los trabajadores y fijaran mínimos para distintas ramas de la economía”:
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Para el 12 de diciembre fue el mismo presidente Iván Duque quien soltó una propuesta que le fue dando forma a la discusión. Era la propuesta del Ejecutivo para que entrara en las alternativas que llevarían a la mesa tanto empresarios como centrales obreras y que para ese momento no eran públicas. Tan solo se sabía que los sindicatos buscarían un aumento de dos dígitos. Dijo el mandatario: “Economía avanza, valoro postura solidaria y constructiva del sector empresarial y gremial en la que hemos trabajado meses pensando en bienestar de trabajadores y cumpliendo nuestra promesa, salario mínimo llegue $1 millón, un aumento del 10,07%, mayor aumento real en 40 años”.
El mismo día la Andi le dio el visto bueno a la idea del Ejecutivo. “Coincidimos con la propuesta del Gobierno nacional de poder llegar a un salario mínimo de un millón de pesos. Es decir, que pueda haber un incremento de 10,7 % para los trabajadores que se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad, con menos ingresos”, dijo Bruce Mac Master, presidente de la agremiación que reúne grandes empresarios colombianos.
Y al día siguiente fueron las centrales obreras las que hicieron pública su propuesta: también proponían un aumento del 10,07%. Para ser sincero, una situación que no se había visto antes y esa era que todos coincidieran incluso en el mismo número. “Este valor no incluye el subsidio de transporte. Los sindicatos han hablado de un monto de $125.000 para el auxilio. Gobierno y empresarios no se han referido a este punto aún”, nos contaron los colegas de Negocios. Así que con el primer punto decantado, el del primer millón, la única traba que podría tener la negociación sería el dinero adicional para el transporte.
Para el 14 de diciembre, en una concertación que poca negociación necesitó, el país conoció la noticia siempre esperada para cerrar el año: el salario mínimo quedaba en un millón de pesos y el auxilio de transporte en $117.172. Desde el año 2011, centrales obreras, gobierno y empleadores no llegaban a un acuerdo sobre el incremento salarial.
De acuerdo con el Dane, en Colombia el 46,1 % de los trabajadores devengan hasta un 0,9 (de) salario mínimo, mientras que el 18,1 % recibe más del 0,9 y hasta 1,1 salarios mínimos. En suma, cerca del 64,2 % de esta población recibe, mensualmente, cerca de un salario mínimo. Las reacciones no se hicieron esperar, pero como en este ocasión se logró concertar, fueron más bien pocos los comentarios distintos a reconocer que se trata de un esfuerzo generalizado aunque con matices: “Los tanques de pensamiento todavía no están de acuerdo con un incremento de esta naturaleza, nosotros sí estamos convencidos de que este es el año de la solidaridad. Sin embargo, reconocemos que habrá empresas que esta alza salarial será más dura que para otras, como las intensivas en mano de obra. Pero la invitación es que esas empresas hagan un esfuerzo este año”, le dijo Mac Máster a El Espectador.
Rosmery Quintero, presidenta de la Asociación Colombiana de Medianas y Pequeñas Empresas (Acopi), también fue clara a la hora no solo de hacer una advertencia sino al evidenciar una realidad: “Para poder seguir cumpliendo con el proceso de reactivación las mipymes, y algunos sectores, necesitamos algunos instrumentos como el subsidio a la nómina y otros auxilios para generar empleo. Además, vemos que hay muchas dificultades para que las empresas accedan a financiamiento”. Es preciso recordar que son estas pequeñas empresas las que más plazas laborales generan en un país con un grave problema de informalidad.
Así las cosas, el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, también hizo anuncios. Dijo que para mitigar el supuesto de que ante una mayor remuneración se abría la puerta a la menor capacidad de contratación de las empresas, aseguró entonces que en 2022 continuarán programas de auxilio a la nómina como el PAEF, además de los subsidios para empleos nuevos, en los que se da el 25 % de un salario por cada joven (entre los 18 y 25 años) que contrate una empresa, así como el 15 % por cada mujer mayor de 28 años y el 10 % por cada hombre mayor de 28 años.
Ya, con la cifra concertada, hicimos un registro de cómo ha subido el salario mínimo desde la década de los 80; también contamos el impacto que tiene dicho aumento en otros cobros que se hacen en Colombia, el papel que entran a jugar las pensiones y los pensionados pues se revisará la reducción de los aportes en salud que hacen los pensionados con el objetivo de pasar del 12 % al 4 % y, en la misma línea, se redactará un documento que se llevará al Congreso con el fin de que si el salario sube un 10,07 %, las pensiones también. Importante recordar que hoy las pensiones suben en relación a la inflación (estaríamos hablando de entre un 5% y 6%) y solo las pensiones de salario mínimo serán las únicas que gozarán del incremento de 10,07 % en el 2022. Para tocar estos temas se instalará una mesa el 28 de enero del próximo año:
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SOAT, subsidios de vivienda y otras cosas que impacta el nuevo salario mínimo
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Pensiones, multas y precios: los cambios que vendrían en 2022
Hasta aquí todo parece indicar que en un año durísimo para muchos, con una pandemia activa, con una nueva variante que nos tiene asustados -recuerden que lo mejor es ir a aplicarse la dosis de refuerzo-, con un paro nacional que mantiene la llama viva, con una reactivación económica que no se detiene, con una campaña presidencial encendida, con el recrudecimiento de la violencia y la inseguridad en las ciudades del país; pues una noticia de aumento de más del 10% en el salario mínimo no parece tener nada de malo y, al contrario, todo de bueno. Por eso el 15 de diciembre el presidente Iván Duque firmó el decreto que formalizaba el aumento.
Sin embargo, para Marc Hofstetter, profesor de economía de la universidad de Los Andes, lo que hizo el gobierno Duque traerá consecuencias negativas: “Hay razones fiscales, de equilibrio macroeconómico y del mercado laboral para temer que esa elección nos saldrá muy cara”. Se refiere al aumento por encima del 10% y lejano a la inflación. El texto completo aparece en este link, pero aquí va un adelanto: “El dato de inflación de enero dejará perplejos a muchos y forzará al Banco (de la República) a apagar la música de la fiesta de la recuperación. De paso, el costo del crédito para todos, incluido el gobierno ávido de recursos, se encarecerá y forzará ajustes dolorosos”. El 2022, dice el analista, vendrá con “alta inflación, alto déficit fiscal, alta deuda, altas tasas de interés. Al complejo coctel social y económico con el que entrábamos a ese año, el gobierno le acaba de poner la cereza”.
Por ahora el cierre del año en materia económica pinta mejor de lo esperado pues el crecimiento económico superaría el 9% de acuerdo con la estimación del gobierno, los días sin IVA dieron resultado y que las partes lograran ponerse de acuerdo para el aumento del salario mínimo envía un buen mensaje. Ahora, y esto no es nuevo, hay que tener los ojos bien abiertos para responder ante la más mínima presión de la que ya nos hablan los académicos para que precisamente la recuperación del país sea sostenida, luego de la desgracia que nos trajo el nuevo coronavirus. Ahí está la inflación, que nos habla al oído a diario y hay que ponerle atención. Y el desempleo, que debería verse impactado si la economía mejora y logramos, entre todos, generar plazas laborales de calidad y bien remuneradas
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