¿Qué tan mal se distribuyen las cargas del cuidado del hogar en Colombia?
La brecha de cuidado del hogar entre mujeres y hombres es considerable. Casi siete de cada diez mujeres que no trabaja lo hace por dedicarse a labores de cuidado no remuneradas.
Diego Ojeda
Hace aproximadamente un año el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) publicó un dato que sigue despertando interés: el 48 % de las mujeres cabeza de familia invierte la mayor parte de su tiempo en oficios del hogar, mientras que en los hombres la misma condición representó el 15 %. En suma, casi la mitad de las jefas de familia en Colombia pasan más tiempo en oficios del hogar que trabajando.
La premisa de que la carga del cuidado del hogar recae con mayor peso sobre los hombros de las mujeres se entiende, en parte, al ver la composición del mercado laboral en el país. Colombia cerró 2022 con un desempleo del 10,3 %, en donde los hombres registraron una tasa del 8,3 %, mientras que en las mujeres esta realidad fue del 12,9.
Recientemente el DANE precisó que en el periodo octubre - diciembre del año pasado más mujeres que hombres se encontraron el rubro de la población en edad de trabajar por fuera de la fuerza laboral, con una proporción del 24,5 % para ellos y del 42,8 % para ellas. Es decir, casi cuatro de cada diez mujeres que está en edad de trabajar no lo hace.
Lea también: El trabajo del cuidado, una tarea compartida
Para entenderlo mejor hay que tener en cuenta que la población que se encuentra por fuera de la fuerza laboral lo hace por diferentes motivos. Parte de ellos es porque se encuentra adelantando estudios, padece de alguna afectación física o mental que le impide laborar, vive de alguna renta o pensión, o (la más común) no lo hace por adelantar labores no remuneradas relacionadas al cuidado del hogar.
En diciembre, 4,3 millones de hombres se encontraban en la población por fuera de la fuerza laboral, mientras que en las mujeres este número fue de 9,8 millones. 1,3 millones de hombres lo estaban por motivos de estudios, mientras que en las mujeres lo propio fue en 1,35 millones.
No obstante, la diferencia es evidente en el rubro de oficios del hogar, pues los hombres en edad de trabajar que no laboran, por atender este tipo de actividades, se contaron en 1 millón; mientras que las mujeres se contaron en 8,2 millones. Es decir, por cada hombre que no trabaja por dedicarse a labores de cuidado del hogar hay más de ocho mujeres.
Le puede interesar: ¿Cómo redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado?
En la más reciente encuesta de Pulso Social también se hace evidente esta realidad, pues ante la pregunta “¿en qué actividad ocupó la mayor parte de su tiempo la semana pasada?”, el 14,7 % de los hombres respondió que en oficios del hogar, mientras que el 48,4 % de las mujeres respondió lo mismo. De hecho, esa fue la respuesta más popular entre las mujeres, mientras que en los hombres fue trabajando, con el 69 %.
Parte de esta realidad también se traduce en que el 21,4 % asegura que se siente sobrecargada con las tareas del hogar, mientras que el 8,1 % de los hombres dice lo mismo.
Contrario a lo que la cultura pareciera enseñar, las labores del cuidado del hogar son sumamente valiosas. La Cuenta Satélite de la Economía del Cuidado indica que, si se pagaran, la labores del cuidado del hogar representarían más de $230,3 billones, lo que la ubicaría por encima de otras economías como el comercio al por mayor y al por menor ($209 billones), la administración pública y defensa, educación y salud ($177,6 billones), industrias manufactureras ($135,5 billones) y actividades inmobiliarias ($99,2 billones).
De hecho, diversos líderes políticos (entre éstos Gustavo Petro) han propuesto que el Gobierno brinde una remuneración económica a todos aquellos que realizan labores de cuidado, a modo de reconocimiento por los diversos aportes que hacen a la economía nacional.
Lea también: El cuidado, la labor que soporta a la economía
No hay que perder de vista que culturalmente siempre ha sido la mujer la relacionada con este tipo de actividades, por lo que nada impide que los hombres puedan comenzar a ganar participación en esta distribución de cargas. De hecho, es necesario que se comience a hacer, si se tiene en cuenta todo el potencial que tienen las mujeres (incluso por encima de los hombres, pues en promedio ellas cuentan con mayor formación académica) para aportar a la economía nacional.
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Hace aproximadamente un año el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) publicó un dato que sigue despertando interés: el 48 % de las mujeres cabeza de familia invierte la mayor parte de su tiempo en oficios del hogar, mientras que en los hombres la misma condición representó el 15 %. En suma, casi la mitad de las jefas de familia en Colombia pasan más tiempo en oficios del hogar que trabajando.
La premisa de que la carga del cuidado del hogar recae con mayor peso sobre los hombros de las mujeres se entiende, en parte, al ver la composición del mercado laboral en el país. Colombia cerró 2022 con un desempleo del 10,3 %, en donde los hombres registraron una tasa del 8,3 %, mientras que en las mujeres esta realidad fue del 12,9.
Recientemente el DANE precisó que en el periodo octubre - diciembre del año pasado más mujeres que hombres se encontraron el rubro de la población en edad de trabajar por fuera de la fuerza laboral, con una proporción del 24,5 % para ellos y del 42,8 % para ellas. Es decir, casi cuatro de cada diez mujeres que está en edad de trabajar no lo hace.
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Para entenderlo mejor hay que tener en cuenta que la población que se encuentra por fuera de la fuerza laboral lo hace por diferentes motivos. Parte de ellos es porque se encuentra adelantando estudios, padece de alguna afectación física o mental que le impide laborar, vive de alguna renta o pensión, o (la más común) no lo hace por adelantar labores no remuneradas relacionadas al cuidado del hogar.
En diciembre, 4,3 millones de hombres se encontraban en la población por fuera de la fuerza laboral, mientras que en las mujeres este número fue de 9,8 millones. 1,3 millones de hombres lo estaban por motivos de estudios, mientras que en las mujeres lo propio fue en 1,35 millones.
No obstante, la diferencia es evidente en el rubro de oficios del hogar, pues los hombres en edad de trabajar que no laboran, por atender este tipo de actividades, se contaron en 1 millón; mientras que las mujeres se contaron en 8,2 millones. Es decir, por cada hombre que no trabaja por dedicarse a labores de cuidado del hogar hay más de ocho mujeres.
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En la más reciente encuesta de Pulso Social también se hace evidente esta realidad, pues ante la pregunta “¿en qué actividad ocupó la mayor parte de su tiempo la semana pasada?”, el 14,7 % de los hombres respondió que en oficios del hogar, mientras que el 48,4 % de las mujeres respondió lo mismo. De hecho, esa fue la respuesta más popular entre las mujeres, mientras que en los hombres fue trabajando, con el 69 %.
Parte de esta realidad también se traduce en que el 21,4 % asegura que se siente sobrecargada con las tareas del hogar, mientras que el 8,1 % de los hombres dice lo mismo.
Contrario a lo que la cultura pareciera enseñar, las labores del cuidado del hogar son sumamente valiosas. La Cuenta Satélite de la Economía del Cuidado indica que, si se pagaran, la labores del cuidado del hogar representarían más de $230,3 billones, lo que la ubicaría por encima de otras economías como el comercio al por mayor y al por menor ($209 billones), la administración pública y defensa, educación y salud ($177,6 billones), industrias manufactureras ($135,5 billones) y actividades inmobiliarias ($99,2 billones).
De hecho, diversos líderes políticos (entre éstos Gustavo Petro) han propuesto que el Gobierno brinde una remuneración económica a todos aquellos que realizan labores de cuidado, a modo de reconocimiento por los diversos aportes que hacen a la economía nacional.
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No hay que perder de vista que culturalmente siempre ha sido la mujer la relacionada con este tipo de actividades, por lo que nada impide que los hombres puedan comenzar a ganar participación en esta distribución de cargas. De hecho, es necesario que se comience a hacer, si se tiene en cuenta todo el potencial que tienen las mujeres (incluso por encima de los hombres, pues en promedio ellas cuentan con mayor formación académica) para aportar a la economía nacional.
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