Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En un movimiento que resulta sorpresivo, el presidente Donald Trump anunció este jueves que instruyó a sus asesores comerciales para que comiencen a trabajar en la inclusión de Estados Unidos en el llamado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, que reúne a 11 países en uno de los mercados comunes más grandes del mundo.
Lo sorpresivo del tema es que el propio Trump se salió de este acuerdo en enero de este año, al considerar que una negociación uno a uno con los países resultaba mejor negocio que un tratado, con términos discutidos en bloque.
Ahora, para quienes observan de cerca la creación de política de la administración Trump, quizá no hay nada de sorpresivo en esta jugada, pues en últimas es decir una cosa, para luego hacer otra.
El acuerdo, conocido como CPTPP, fue firmado en Chile a principios de marzo de este año. En él participan Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. La suma de estas economías representa cerca del 15 % del comercio mundial, con un mercado común de casi 500 millones de consumidores.
El momento elegido por Trump para intentar regresar al pacto resulta interesante, por decir lo menos, pues da en medio de una tentativa de guerra comercial con China en la que, en opinión de analistas de mercado y economistas, saldría duramente lesionada la economía estadounidense. Cabe mencionar, además, que Trump se encuentra enfrascado en una dura renegociación del NAFTA, el tratado de libre comercio que une a México, Estados Unidos y Canadá.
Ante la publicación de una lista de artículos chinos que tendrán aranceles en Estados Unidos, una medida que podría costarle a los chinos hasta US$150.000 millones, el gobierno de Bejing ha amenazado con hacer exactamente lo mismo, especialmente con productos agrícolas, como granos de soya, carne de cerdo y de res, así como maíz.
Y en ese contexto es que llega el cambio de parecer de Trump, quien anunció su decisión durante un encuentro con gobernadores y autoridades de estados con producción agrícola. Para tener en cuenta, al menos dos tercios de los granos de soya producidos en EE.UU. son exportados para China, lo que sirve para ilustrar el devastador efecto que la imposición de aranceles tendría sobre productores norteamericanos, muchos de ellos votantes de Trump, por cierto.
Lea también: Después de resucitar el Acuerdo del Pacífico viene la parte difícil: la revisión política en cada país
China tampoco participa del CPTPP, pero negocia por su cuenta un tratado con países asiáticos.
Muchos economistas han insistido en que una de las formas de contrarrestar la influencia de China en diferentes lugares es, justamente, a través de la entrada en nuevos mercados a través de este tipo de pactos como el CPTPP.
Después de la salida de Estados Unidos del CPTPP, el documento fue modificado para excluir 20 disposiciones, en su mayoría relacionadas con la propiedad intelectual; estos elementos generaron un duro rechazo por parte de organizaciones de la sociedad civil, así como académicos e instituciones de política digital.
Cuando entre en vigor el acuerdo, algo que debe suceder unos 60 días después de que sea ratificado por 50 % de los países firmantes, se eliminarán entre 65 %y 100 % del universo arancelario de los países miembros.
“Once países, todos unidos y trabajando en conjunto, negocian mucho mejor con China que un solo país”, dijo Fernando Estenssoro, director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile a la agencia AFP.
A nivel general, el CPTPP contempla un mayor acceso a mercados y ventajas en áreas como servicios e inversiones. Incorpora, además, nuevas temáticas en materia de pymes, género, anticorrupción, competitividad, empresas del Estado, desarrollo y coherencia regulatoria.