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La salida de Jorge Iván González del Departamento Nacional de Planeación (DNP) se da en medio de una cierta tormenta política.
Pero hay que hacer unas aclaraciones semánticas en este caso, si se quiere: por lo general las tormentas tienen materias visibles (lluvia, nieve, granizo, vientos huracanados que arrastran pedazos de árboles, juguetes dejados en el jardín). En este caso la tormenta destaca por tener una amplia cantidad de nada: no hay mayor claridad, pronunciamientos oficiales, decisiones.
La de González es la única salida confirmada luego de un consejo de ministros agitado esta semana. Las tensiones de este encuentro han llevado a una amplia especulación acerca de la posible salida de más funcionarios.
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¿Qué se sabe en serio? Que González se va (hay una carta de renuncia). Que el presidente Gustavo Petro no le pidió la renuncia al resto del gabinete (hay un trino desmintiendo esta versión). Que algunos ministros le pusieron sobre la mesa a Petro la posibilidad de dejar sus cargos. Que Laura Sarabia presentó su renuncia, con carta de renuncia incluida, y que el mandatario no se la aceptó. Y que González no está enfermo: el DNP emitió un comunicado después de unas declaraciones del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla.
Ahora bien, el crujir de los mástiles y jarcias del aparato político sucede, por lo general y en buena parte, lejos de los ojos de la opinión pública.
Pero lo que llama la atención en este punto es que, en medio de tensiones para acelerar la ejecución del programa del gobierno Petro, haya tan poca claridad acerca de las razones de los cambios que, pareciera, se están gestando en renglones claves del Gobierno (como el propio DNP).
Lo que algunos analistas ven en la salida repentina de González es un intento de Petro por acelerar a fondo para materializar sus cambios. Aunque esto, advierten, no da para criticar la labor de González, quien es ampliamente respetado en la entidad y en el gabinete (con algunas excepciones entre las personas de la línea más dura en el Gobierno).
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Al final, González fue el arquitecto fundamental de un PND en donde hay un cambio de paradigma en la organización del país hacia los recursos hídricos, por ejemplo. El documento también implica transformaciones sustanciales, como el Registro Universal de Ingresos, un sistema que reemplazaría al Sisbén.
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Los otros cambios recientes incluyen la llegada de Cielo Rusinque a la Superintendencia de Industria y Comercio tras la salida de María del Socorro Pimienta. Así mismo, el exalcalde Juan Felipe Harman llega a la Agencia Nacional de Tierras luego de la salida de Gerardo Vega.
Si habrá más cambios en el gabinete es una incógnita hasta el momento. Pero lo que resulta claro para algunos es que, en medio de un impulso por implementar cambios y programas de Gobierno, volver a meter y sacar nombres del alto liderazgo en el país puede resultar como intentar acelerar a fondo un carro que tiene el freno de mano puesto: correr para quedarse quieto.
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