Salas de lactancia: el próximo compromiso
Espacios en el trabajo para que las madres puedan extraer y conservar la leche materna no sólo son buenos para ellas y sus bebés, sino para los empleadores. Mayor retención del personal calificado y menor ausentismo son algunos beneficios.
María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn
En Colombia, sólo uno de cada tres bebés (36 %) menores de seis meses recibe la leche materna como alimento exclusivo, lo que preocupa al Ministerio de Salud, pues la cifra estaba en el 42 % antes de que se conocieran en 2017 los resultados de la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional. Y preocupa aún más porque la meta de Colombia, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es que la tasa haya llegado a 50 % en 2030.
La lactancia materna es importante, pues, como explica la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es vital para que los niños tengan anticuerpos que no son capaces de generar por sí mismos y reciban nutrientes que no contienen las alternativas, que son por lo general de origen vacuno. Para la madre también es buena, pues está relacionada con la prevención de enfermedades y la pérdida del peso ganado en el embarazo.
Por eso, la recomendación internacional es que los gobiernos se preocupen por el tema, teniendo en cuenta, por supuesto, a las madres que trabajan. En Colombia, un avance en ese sentido se dio con la promulgación de la Ley 1823 de 2017, que está de aniversario. Según esa norma, las entidades públicas y las empresas con gran capital (con más de 1.500 salarios mínimos) o más de 50 empleadas (sin importar que no lleguen a los 1.500 salarios mínimos) deben implementar lugares adecuados para la extracción y conservación de la leche materna.
Luego de un año, el Ministerio de Salud se encuentra a punto de publicar la reglamentación técnica al respecto: qué características de iluminación, ventilación y equipamiento, entre otras, deben tener las llamadas salas amigas de la familia lactante. Después de expedida, las entidades privadas con más de 1.000 empleados y las entidades públicas la deberán cumplir en un plazo de dos años. Las empresas que tengan menos empleados tendrán cinco años para la implementación.
Según Elisa Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, la cartera tiene en el radar unas 70 entidades, entre públicas y privadas, que ya han avanzado en la implementación. En total, se calcula que 3.800 entidades públicas nacionales y territoriales y 6.400 empresas están llamadas a instalar estos espacios. Si todas cumplen, al año se beneficiarían unas 125.000 madres y sus familias.
“La falta de apoyo en el lugar de trabajo es uno de los principales motivos por los que las mujeres dejan de amamantar antes del permiso de maternidad recomendado (al menos 14 semanas) y vuelven a trabajar”, advertía hace ya casi cinco años la Organización Internacional del Trabajo, frente a la preocupación de que un cuarto de los países del mundo aún no ofrecía un marco legal para las interrupciones remuneradas del trabajo con el fin de amamantar.
Mayor satisfacción de los empleados —y, por tanto, mayor rendimiento— y retención de las trabajadoras cualificadas; menor ausentismo —puesto que los bebés y las madres enfermarán menos—; mejor imagen corporativa, entre muchos otros, son algunos de los beneficios que la OPS les señala a los empleadores.
De las 109 organizaciones privadas participantes en el ranking de equidad de género que la firma Aequales hace en alianza con la Secretaría Distrital de la Mujer y el CESA, 18,8 % cuenta con sala de lactancia o lactario. Por otro lado, de las 54 entidades públicas participantes, el estudio encontró que el 40,3 % las tienen. Pfizer Colombia, la ganadora, que suma más de 55 % de mujeres en su fuerza laboral, implementó estos espacios en 2013.
Margarita García, directora de asuntos corporativos de Pfizer, le contó a este diario que las salas de lactancia hacen parte de una política integral para la diversidad y la inclusión que tiene la farmacéutica con el fin de que cada miembro del equipo “pueda desarrollar su potencial con igualdad de recursos y oportunidades según sus necesidades”.
Sobre la posibilidad de que este tipo de políticas desincentive la contratación de mujeres, García opinó: “Los colegas felices y que cuentan con equilibrio en su balance de vida y trabajo están más comprometidos y son más productivos. Esto, al final, se traduce en una mejor retención del talento y una mejor gestión del mismo: más de un tercio de nuestras vacantes son cubiertas por talento interno, por ejemplo”.
“Esta implementación es una de las mejores iniciativas para aumentar la lactancia materna exclusiva”, explica, por su parte, Elisa Cadena. Y el costo promedio de la instalación de una sala de lactancia ($1,6 millones calcula el Ministerio de Salud) es muy bajo en comparación con los beneficios para los bebés, las madres, las familias, el sistema de salud e incluso las empresas. En cuanto a estas últimas, la ley previó incentivos tributarios para las entidades privadas que instalen salas amigas.
En Colombia, sólo uno de cada tres bebés (36 %) menores de seis meses recibe la leche materna como alimento exclusivo, lo que preocupa al Ministerio de Salud, pues la cifra estaba en el 42 % antes de que se conocieran en 2017 los resultados de la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional. Y preocupa aún más porque la meta de Colombia, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es que la tasa haya llegado a 50 % en 2030.
La lactancia materna es importante, pues, como explica la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es vital para que los niños tengan anticuerpos que no son capaces de generar por sí mismos y reciban nutrientes que no contienen las alternativas, que son por lo general de origen vacuno. Para la madre también es buena, pues está relacionada con la prevención de enfermedades y la pérdida del peso ganado en el embarazo.
Por eso, la recomendación internacional es que los gobiernos se preocupen por el tema, teniendo en cuenta, por supuesto, a las madres que trabajan. En Colombia, un avance en ese sentido se dio con la promulgación de la Ley 1823 de 2017, que está de aniversario. Según esa norma, las entidades públicas y las empresas con gran capital (con más de 1.500 salarios mínimos) o más de 50 empleadas (sin importar que no lleguen a los 1.500 salarios mínimos) deben implementar lugares adecuados para la extracción y conservación de la leche materna.
Luego de un año, el Ministerio de Salud se encuentra a punto de publicar la reglamentación técnica al respecto: qué características de iluminación, ventilación y equipamiento, entre otras, deben tener las llamadas salas amigas de la familia lactante. Después de expedida, las entidades privadas con más de 1.000 empleados y las entidades públicas la deberán cumplir en un plazo de dos años. Las empresas que tengan menos empleados tendrán cinco años para la implementación.
Según Elisa Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, la cartera tiene en el radar unas 70 entidades, entre públicas y privadas, que ya han avanzado en la implementación. En total, se calcula que 3.800 entidades públicas nacionales y territoriales y 6.400 empresas están llamadas a instalar estos espacios. Si todas cumplen, al año se beneficiarían unas 125.000 madres y sus familias.
“La falta de apoyo en el lugar de trabajo es uno de los principales motivos por los que las mujeres dejan de amamantar antes del permiso de maternidad recomendado (al menos 14 semanas) y vuelven a trabajar”, advertía hace ya casi cinco años la Organización Internacional del Trabajo, frente a la preocupación de que un cuarto de los países del mundo aún no ofrecía un marco legal para las interrupciones remuneradas del trabajo con el fin de amamantar.
Mayor satisfacción de los empleados —y, por tanto, mayor rendimiento— y retención de las trabajadoras cualificadas; menor ausentismo —puesto que los bebés y las madres enfermarán menos—; mejor imagen corporativa, entre muchos otros, son algunos de los beneficios que la OPS les señala a los empleadores.
De las 109 organizaciones privadas participantes en el ranking de equidad de género que la firma Aequales hace en alianza con la Secretaría Distrital de la Mujer y el CESA, 18,8 % cuenta con sala de lactancia o lactario. Por otro lado, de las 54 entidades públicas participantes, el estudio encontró que el 40,3 % las tienen. Pfizer Colombia, la ganadora, que suma más de 55 % de mujeres en su fuerza laboral, implementó estos espacios en 2013.
Margarita García, directora de asuntos corporativos de Pfizer, le contó a este diario que las salas de lactancia hacen parte de una política integral para la diversidad y la inclusión que tiene la farmacéutica con el fin de que cada miembro del equipo “pueda desarrollar su potencial con igualdad de recursos y oportunidades según sus necesidades”.
Sobre la posibilidad de que este tipo de políticas desincentive la contratación de mujeres, García opinó: “Los colegas felices y que cuentan con equilibrio en su balance de vida y trabajo están más comprometidos y son más productivos. Esto, al final, se traduce en una mejor retención del talento y una mejor gestión del mismo: más de un tercio de nuestras vacantes son cubiertas por talento interno, por ejemplo”.
“Esta implementación es una de las mejores iniciativas para aumentar la lactancia materna exclusiva”, explica, por su parte, Elisa Cadena. Y el costo promedio de la instalación de una sala de lactancia ($1,6 millones calcula el Ministerio de Salud) es muy bajo en comparación con los beneficios para los bebés, las madres, las familias, el sistema de salud e incluso las empresas. En cuanto a estas últimas, la ley previó incentivos tributarios para las entidades privadas que instalen salas amigas.