¿Se acabó el negocio de los tapabocas?
Algunos de los empresarios del sector textil que hicieron tapabocas durante los meses más duros de la pandemia dejaron el negocio en 2021 por la reactivación. Otros, que hasta trajeron máquinas especializadas, esperan que la gente los siga usando mientras retoman otras líneas de sus negocios.
Lucety Carreño Rojas
Los tapabocas, de la mano de la pandemia, fueron algunos de los protagonistas principales de 2020 y parte de 2021. Pasaron de ser un elemento utilizado en el ámbito médico a que todos los colombianos los utilizaran para protegerse contra el coronavirus.
La industria textil y de la confección nacional vieron en los tapabocas una oportunidad para salir a flote en medio de cierres y caídas en el consumo. Cerca del 9,9 % de las compañías de confección y textiles del país estaban produciendo elementos de protección, según le dijo a este diario, en ese momento, Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines.
Además, el sector atendió al llamado que hizo el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo para fabricar prendas de protección a través de la convocatoria “Empresarios por la vida y el empleo”. Para abril de 2020, 3.900 empresas, de confecciones y plásticos, se habían subido a ese bus.
Literalmente, los tapabocas fueron, y son, un salvavidas. No solo sirvieron para proteger a las personas del contagio, sino para evitar el cierre de muchas empresas. La industria de la moda, como en otros momentos de la historia y como sucede en otros sectores de la producción, se reinventó y sobrevivió así.
Diseñadores y empresas de todos los tamaños abrieron la línea de negocios de los tapabocas, como Moda Avanzada, ubicada en Medellín y creada por el ingeniero Gustavo Velásquez hace más de 25 años. Aunque su enfoque era la ropa casual masculina, tuvieron que investigar y aprender sobre textiles quirúrgicos e iniciar la producción de tapabocas desechables para mantener a sus 34 empleados directos. Su objetivo era producir 3.000 tapabocas diarios.
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Además, sacaron una línea de mascarillas para otro tipo de público con diseños, bolsillo para el filtro y con nombres de pueblos, como Guaduas, Jardín, Barichara, Monguí y Mompox. Sin embargo, fue una línea de negocio pasajera. “Nosotros hace mucho dejamos de producir esos elementos de protección. Mientras exportamos la producción de elementos de bioseguridad, nos dimos cuenta de que en esos países empezaban a disminuir las medidas. Así que decidimos retomar nuestro ritmo prepandemia con insumos, proveedores y talleres”, cuenta Manuela Velásquez, hija del fundador y administradora de la compañía.
Velásquez también mencionó que la temporada de fin de año, los días sin IVA y los canales digitales fueron claves para la reactivación de la empresa. En 2021 dejaron la fabricación de tapabocas y se enfocaron en su mercado inicial. Los paros los afectaron, pero gracias a las exportaciones salieron adelante y cerraron el año con buenas cifras.
Por su parte, el Grupo Éxito, que trabaja con 99 talleres de confección en seis departamentos, generó cerca de 8.000 empleos, en su mayoría para mujeres cabeza de familia. En 2020, emplearon a 3.000 personas en 50 talleres de sus marcas propias para la fabricación de mascarillas faciales de tela.
“El 2020 nos exigió ajustar nuestra operación de forma rápida y sostenible garantizando el abastecimiento de productos básicos a los colombianos, la bioseguridad de nuestros almacenes, agilizando los servicios de última milla y apostando a la preservación del empleo. Durante la pandemia, el negocio textil se enfocó en la producción de tapabocas. No obstante, la producción de las prendas no paró. Durante ese año se realizaron colecciones donde primó la comodidad y la versatilidad con prendas que les permitían a los clientes estar en casa, pero también salir en los momentos necesarios”, aseguró Lucía de La Pava, gerente del negocio textil de Grupo Éxito.
Como le ocurrió a Moda Avanzada, la reactivación de la economía de 2021 le permitió al Grupo Éxito retomar su negocio textil, reconocido por las colaboraciones de moda que hacen con diseñadores nacionales. De acuerdo con De la Pava, en 2021 su negocio textil generó el empleo de más de 9.620 personas (el 70 % son mujeres), en 162 talleres ubicados en 8 departamentos del país.
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Tapabocas, el producto estrella para exportar
Las mascarillas fueron tan buenas, que abrieron un mercado exportador. De acuerdo con el Ministerio de Comercio (Mincit), entre enero y julio de 2020 más de 150 empresarios (el 74,6 % eran mipymes) exportaron a 19 países tapabocas por US$29,4 millones. En el total de 2020, se exportaron US$49,5 millones en mascarillas, unas 1.299 toneladas, según las cifras de la entidad. Mientras que en 2019, solo se exportaron US$71.357.
La reactivación y el levantamiento de las medidas del uso de tapabocas en espacios abiertos mostraron la reducción de ese mercado. Según las cifras de Mincit, para 2021 se exportaron US$8,3 millones en tapabocas. Entre enero y febrero de 2022 tan solo se han exportado US$462.155, mientras que en el mismo período de 2021 la cifra fue de US$2,6 millones.
De acuerdo con un informe de la Andi, el total de exportaciones de mascarillas de uso general, es decir tapabocas de telas o textiles lavables o reutilizables que se utilizan para prevenir la propagación del covid-19, pero que no pueden ser considerados de uso hospitalario, durante los últimos cinco meses de 2021 y enero de 2022 fue de US$446.996. Los principales países a los que se exportó fueron Perú, Chile y Estados Unidos.
En cuanto a las mascarillas de uso hospitalario, durante los últimos cinco meses de 2021 y enero de 2022 fue de US$421.383. Las cifras de la Andi muestran un aumento de las importaciones de tapabocas. Durante el segundo semestre de 2021 se importaron US$12,9 millones de mascarillas de uso general y US$3,4 millones de uso hospitalario. Cifras que evidencian la desaceleración de la producción local.
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¿Qué pasará con las empresas de tapabocas?
Así las cosas, ¿qué vendrá para este mercado? Esto, teniendo en cuenta que se ha venido reduciendo desde 2021. A lo que hay que sumarle la medida del Gobierno, que comenzó a regir desde el 1° de mayo, de retirar el uso de tapabocas en espacios cerrados para municipios que tengan el 70 % del esquema de vacunación completo y el 40 % de la dosis de refuerzo.
“Va a tener efectos importantes, tanto en la producción como en el empleo. Las mascarillas se posicionaron en 2020 como el principal producto exportado en la categoría ‘otras confecciones’ alcanzando cerca de US$57 millones, con una participación cercana al 62 % del mercado. Eso reflejó que en este momento de la pandemia los sectores se volcaron a la elaboración de esos elementos y las empresas invirtieron recursos significativos y mantuvieron puestos de trabajo”, respondió Camilo Rodríguez.
En línea con lo que mencionó Rodríguez está el caso de Termosellados Malu, una empresa de fabricación de tapabocas que nació en plena pandemia. Primero los hicieron manuales. Después, como el negocio estaba en furor, los dueños, unos manufactureros, mandaron traer una máquina especial de China para fabricar tapabocas N95, quirúrgicos azules y pediátricos.
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“La nueva norma nos afecta porque somos varias personas que dependemos de la economía de los tapabocas, incluso a mis vecinos, que tienen fábricas de tapabocas. Nuestras ventas se bajaron un 70 %. Además, de ser casi 20 empleados ahora solo somos cuatro”, contó Carolina Alonso, administradora de la empresa ubicada en el barrio Restrepo, en Bogotá.
Sin embargo, Alonso aseguró que les han consultado a sus clientes y “varios no quieren quitarse el tapabocas, porque no solo sirvió para el virus, sino también para prevenir otras enfermedades respiratorias”.
Tanto la administradora como el líder gremial afirman que las ventas de los tapabocas caerán y, es posible, los empleos también. “Las ventas no seguirán igual que antes, eso lo tenemos claro, pero vamos hasta donde se acaben las existencias. A comienzos de 2022, el contagio estaba alto y nos fue bien, pero después de mitad de febrero bajó la venta y tenemos muchas existencias. Trataremos de vender lo que más se pueda para sostener al personal”, afirmó Alonso.
Ahora, con la reactivación, será necesario retornar a las líneas previas a la pandemia para mantener los empleos que generó el tapabocas. Por ejemplo, los dueños de Malu tienen otros mercados, como bolsos y billeteras. “Pasaremos de tapabocas a los otros productos”, puntualizó Alonso.
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Los tapabocas, de la mano de la pandemia, fueron algunos de los protagonistas principales de 2020 y parte de 2021. Pasaron de ser un elemento utilizado en el ámbito médico a que todos los colombianos los utilizaran para protegerse contra el coronavirus.
La industria textil y de la confección nacional vieron en los tapabocas una oportunidad para salir a flote en medio de cierres y caídas en el consumo. Cerca del 9,9 % de las compañías de confección y textiles del país estaban produciendo elementos de protección, según le dijo a este diario, en ese momento, Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines.
Además, el sector atendió al llamado que hizo el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo para fabricar prendas de protección a través de la convocatoria “Empresarios por la vida y el empleo”. Para abril de 2020, 3.900 empresas, de confecciones y plásticos, se habían subido a ese bus.
Literalmente, los tapabocas fueron, y son, un salvavidas. No solo sirvieron para proteger a las personas del contagio, sino para evitar el cierre de muchas empresas. La industria de la moda, como en otros momentos de la historia y como sucede en otros sectores de la producción, se reinventó y sobrevivió así.
Diseñadores y empresas de todos los tamaños abrieron la línea de negocios de los tapabocas, como Moda Avanzada, ubicada en Medellín y creada por el ingeniero Gustavo Velásquez hace más de 25 años. Aunque su enfoque era la ropa casual masculina, tuvieron que investigar y aprender sobre textiles quirúrgicos e iniciar la producción de tapabocas desechables para mantener a sus 34 empleados directos. Su objetivo era producir 3.000 tapabocas diarios.
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Además, sacaron una línea de mascarillas para otro tipo de público con diseños, bolsillo para el filtro y con nombres de pueblos, como Guaduas, Jardín, Barichara, Monguí y Mompox. Sin embargo, fue una línea de negocio pasajera. “Nosotros hace mucho dejamos de producir esos elementos de protección. Mientras exportamos la producción de elementos de bioseguridad, nos dimos cuenta de que en esos países empezaban a disminuir las medidas. Así que decidimos retomar nuestro ritmo prepandemia con insumos, proveedores y talleres”, cuenta Manuela Velásquez, hija del fundador y administradora de la compañía.
Velásquez también mencionó que la temporada de fin de año, los días sin IVA y los canales digitales fueron claves para la reactivación de la empresa. En 2021 dejaron la fabricación de tapabocas y se enfocaron en su mercado inicial. Los paros los afectaron, pero gracias a las exportaciones salieron adelante y cerraron el año con buenas cifras.
Por su parte, el Grupo Éxito, que trabaja con 99 talleres de confección en seis departamentos, generó cerca de 8.000 empleos, en su mayoría para mujeres cabeza de familia. En 2020, emplearon a 3.000 personas en 50 talleres de sus marcas propias para la fabricación de mascarillas faciales de tela.
“El 2020 nos exigió ajustar nuestra operación de forma rápida y sostenible garantizando el abastecimiento de productos básicos a los colombianos, la bioseguridad de nuestros almacenes, agilizando los servicios de última milla y apostando a la preservación del empleo. Durante la pandemia, el negocio textil se enfocó en la producción de tapabocas. No obstante, la producción de las prendas no paró. Durante ese año se realizaron colecciones donde primó la comodidad y la versatilidad con prendas que les permitían a los clientes estar en casa, pero también salir en los momentos necesarios”, aseguró Lucía de La Pava, gerente del negocio textil de Grupo Éxito.
Como le ocurrió a Moda Avanzada, la reactivación de la economía de 2021 le permitió al Grupo Éxito retomar su negocio textil, reconocido por las colaboraciones de moda que hacen con diseñadores nacionales. De acuerdo con De la Pava, en 2021 su negocio textil generó el empleo de más de 9.620 personas (el 70 % son mujeres), en 162 talleres ubicados en 8 departamentos del país.
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Tapabocas, el producto estrella para exportar
Las mascarillas fueron tan buenas, que abrieron un mercado exportador. De acuerdo con el Ministerio de Comercio (Mincit), entre enero y julio de 2020 más de 150 empresarios (el 74,6 % eran mipymes) exportaron a 19 países tapabocas por US$29,4 millones. En el total de 2020, se exportaron US$49,5 millones en mascarillas, unas 1.299 toneladas, según las cifras de la entidad. Mientras que en 2019, solo se exportaron US$71.357.
La reactivación y el levantamiento de las medidas del uso de tapabocas en espacios abiertos mostraron la reducción de ese mercado. Según las cifras de Mincit, para 2021 se exportaron US$8,3 millones en tapabocas. Entre enero y febrero de 2022 tan solo se han exportado US$462.155, mientras que en el mismo período de 2021 la cifra fue de US$2,6 millones.
De acuerdo con un informe de la Andi, el total de exportaciones de mascarillas de uso general, es decir tapabocas de telas o textiles lavables o reutilizables que se utilizan para prevenir la propagación del covid-19, pero que no pueden ser considerados de uso hospitalario, durante los últimos cinco meses de 2021 y enero de 2022 fue de US$446.996. Los principales países a los que se exportó fueron Perú, Chile y Estados Unidos.
En cuanto a las mascarillas de uso hospitalario, durante los últimos cinco meses de 2021 y enero de 2022 fue de US$421.383. Las cifras de la Andi muestran un aumento de las importaciones de tapabocas. Durante el segundo semestre de 2021 se importaron US$12,9 millones de mascarillas de uso general y US$3,4 millones de uso hospitalario. Cifras que evidencian la desaceleración de la producción local.
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Así las cosas, ¿qué vendrá para este mercado? Esto, teniendo en cuenta que se ha venido reduciendo desde 2021. A lo que hay que sumarle la medida del Gobierno, que comenzó a regir desde el 1° de mayo, de retirar el uso de tapabocas en espacios cerrados para municipios que tengan el 70 % del esquema de vacunación completo y el 40 % de la dosis de refuerzo.
“Va a tener efectos importantes, tanto en la producción como en el empleo. Las mascarillas se posicionaron en 2020 como el principal producto exportado en la categoría ‘otras confecciones’ alcanzando cerca de US$57 millones, con una participación cercana al 62 % del mercado. Eso reflejó que en este momento de la pandemia los sectores se volcaron a la elaboración de esos elementos y las empresas invirtieron recursos significativos y mantuvieron puestos de trabajo”, respondió Camilo Rodríguez.
En línea con lo que mencionó Rodríguez está el caso de Termosellados Malu, una empresa de fabricación de tapabocas que nació en plena pandemia. Primero los hicieron manuales. Después, como el negocio estaba en furor, los dueños, unos manufactureros, mandaron traer una máquina especial de China para fabricar tapabocas N95, quirúrgicos azules y pediátricos.
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“La nueva norma nos afecta porque somos varias personas que dependemos de la economía de los tapabocas, incluso a mis vecinos, que tienen fábricas de tapabocas. Nuestras ventas se bajaron un 70 %. Además, de ser casi 20 empleados ahora solo somos cuatro”, contó Carolina Alonso, administradora de la empresa ubicada en el barrio Restrepo, en Bogotá.
Sin embargo, Alonso aseguró que les han consultado a sus clientes y “varios no quieren quitarse el tapabocas, porque no solo sirvió para el virus, sino también para prevenir otras enfermedades respiratorias”.
Tanto la administradora como el líder gremial afirman que las ventas de los tapabocas caerán y, es posible, los empleos también. “Las ventas no seguirán igual que antes, eso lo tenemos claro, pero vamos hasta donde se acaben las existencias. A comienzos de 2022, el contagio estaba alto y nos fue bien, pero después de mitad de febrero bajó la venta y tenemos muchas existencias. Trataremos de vender lo que más se pueda para sostener al personal”, afirmó Alonso.
Ahora, con la reactivación, será necesario retornar a las líneas previas a la pandemia para mantener los empleos que generó el tapabocas. Por ejemplo, los dueños de Malu tienen otros mercados, como bolsos y billeteras. “Pasaremos de tapabocas a los otros productos”, puntualizó Alonso.
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