Se cumplen cinco años de la peor tragedia en la historia de la industria textil

El 24 de abril de 2013, el edificio Rana Plaza, en Bangladés, se vino abajo por sus malas condiciones. Allí, donde se confeccionaba para marcas como Primark, murieron 1.138 personas. Hoy 150 grandes marcas de ropa publican información sobre su cadena de suministro.

María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn
24 de abril de 2018 - 02:00 a. m.
Nazmul Huda es recordado por ser el único reportero en informar sobre las precarias condiciones del Rana Plaza antes de su colapso. Así se ve el lote hoy. / AFP
Nazmul Huda es recordado por ser el único reportero en informar sobre las precarias condiciones del Rana Plaza antes de su colapso. Así se ve el lote hoy. / AFP
Foto: AFP - MUNIR UZ ZAMAN
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Hace cinco años las palabras “Hecho en Bangladés” en las etiquetas de la ropa, para muchas personas alrededor del mundo, cambiaron de significado. Más que un dato sobre la procedencia de las prendas, empezaron a ser una pista del horror que vivían –y aún viven– miles de personas que se dedican a la confección en países, sobre todo del este de Asia, como India o Camboya. (Lea: ¿Se ha preguntado de dónde viene su ropa?).

El 24 de abril de 2013, cerca de las 9 de la mañana, el edificio Rana Plaza, en la ciudad de Daca, capital de Bangladés, se derrumbó, sepultó los cuerpos de 1.138 víctimas mortales y más de 2.000 heridos. Es la peor tragedia de la industria textil registrada hasta ahora. Gran parte de quienes quedaron bajo los escombros eran mujeres. Alrededor del 90 % de la mano de obra en este sector es femenina en Bangladés.

Allí se creaban productos para marcas mundiales de ropa que, luego de cruzar medio planeta, terminaban en tiendas de países occidentales, vendiéndose por unos pocos euros, dólares o pesos. Los clientes, que lucíamos muy bien, no sólo por llevar bonitos diseños sino por poder adquirir cada vez más ropa con la misma cantidad de dinero, poco enterados o interesados estábamos en que de por medio había explotación laboral, derechos sindicales inexistentes, entre otros.

Luego de la tragedia, quedó al descubierto, como nunca, que la forma en que funcionaba el sistema era poniendo la mayor carga sobre los más débiles, los trabajadores, que podían recibir un salario de menos de US$50 al mes; una estrategia que, literalmente, no aguantó más y se vino al suelo.

Las preguntas por el origen de la ropa que usamos llevaron a hacer más notorias realidades sobre el impacto social y medioambiental de la industria, como el trabajo infantil o la contaminación de fuentes de agua. Surgieron movimientos como el de Fashion Revolution, presente en los cinco continentes y dedicado a promover una industria de la moda transparente y responsable con las personas que viven de ella y con el medioambiente.

Compañías como Inditex —dueña de Zara y Stradivarius, entre otros—, Mango y H&M, en un total de 150 empresas, firmaron el Acuerdo de Bangladés, luego de la tragedia, para que las fábricas de confecciones en ese país sean lugares seguros para trabajar. Con motivo del quinto aniversario, Fashion Revolution resaltó logros como que, en efecto, 150 grandes marcas han publicado información sobre las fábricas donde se confeccionan sus prendas.

En Bangladés, “más de 1.300 fábricas han sido inspeccionadas desde la tragedia de Rana Plaza y 1,8 millones de trabajadores de la confección recibieron información de seguridad en las fábricas y 515 fábricas, equivalentes al 87 % de los exportadores de prendas de Camboya, han publicado datos de cumplimiento a lo dispuesto en las cláusulas contractuales de trabajo”, informó Fashion Revolution en un comunicado.

El informe resalta, también, que “los salarios mínimos para los trabajadores de la confección han aumentado en lugares como Bangladés y Camboya, pero aún queda mucho por hacer. El gobierno de Bangladés ha otorgado un aumento del 77 % en el salario mínimo, que llegó a US$68 por mes para los trabajadores de la confección”.

Por otro lado, “las marcas están empezando a reducir el uso de productos químicos tóxicos y a esclarecer su cadena de suministro. Más de 70 marcas y proveedores se han comprometido con la campaña Detox para eliminar los químicos nocivos de sus cadenas de suministro para el año 2020. Sumando, estas marcas representan el 15 % de la producción textil mundial”.

En Colombia, en donde la moda aporta el 14 % del empleo industrial, Juliana Cálad, directora de la Cámara de Algodón, Fibras, Textil y Confecciones de la ANDI, afirma que “las empresas que están en la Cámara cumplen con todos los reglamentos exigidos”. En 2017, con motivo de esta misma conmemoración, Cálad resaltó el nuevo Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SG – SST), política del Ministerio del Trabajo. Esta semana, precisamente, se celebra la Cultura de la Seguridad Social. En el marco de esa jornada, la cartera laboral informó que desde 2019 incurrirán en sanciones las empresas que no cumplan el SG – SST.

El Ministerio de Ambiente, por su parte, ha acompañado desde 2015 el Plan Integral de Gestión Ambiental con el subsector textil, que contempla acciones con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el Programa de Transformación Productiva y representantes del sector. Entre los objetivos de ese plan está sensibilizar no sólo “a los productores sobre la necesidad de incluir criterios de sostenibilidad en sus procesos productivos”, sino a los consumidores con respecto a los productos que compran.

El trabajo de Fashion Revolution, precisamente, se ha enfocado en gran parte en el último eslabón de la cadena, el consumidor, al promover la etiqueta en redes sociales #whomademyclothes o #quienhizomiropa. Según la entidad sin ánimo de lucro Carbon Trust, tan sólo la compra y el uso de prendas de vestir son responsables del 3 % de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo. “Compramos más ropa que nunca y la usamos durante la mitad del tiempo que solíamos hacerlo”, señala el comunicado de Fashion Revolution, que del 23 al 29 de abril conmemora en Colombia los cinco años de la tragedia en el Rana Plaza, con proyecciones de documentales y conferencias en alianza con la Escuela Arturo Tejada Cano.

Por María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn

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