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Este martes se conoció la reanudación de la operación del oleoducto Caño Limón-Coveñas, que se encontraba suspendida hace 180 días, de acuerdo con un reporte de la agencia Reuters.
El oleoducto ha sufrido varios atentados del ELN, así como el robo de combustible a través de válvulas instaladas ilegalmente.
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En total, este año, la tubería, de 773 kilómetros de largo, ha sufrido 58 ataques, que han sido atribuidos principalmente a la guerrilla del ELN.
El oleoducto es operado por la empresa Occidental, que explota campos en el departamento de Arauca que, desde su descubrimiento en 1983, han producido más de 1.400 millones de barriles de petróleo.
Este descubrimiento, argumenta la empresa, fue la piedra angular para que Colombia se convirtiera en un exportador de petróleo, en vez de sólo un importador de crudo.
El oleoducto tiene una capacidad de transporte diaria de 200.000 barriles. La suspensión del bombeo comenzó el 10 de enero de este año.
Este es uno de los puntos claves en la infraestructura petrolera en Colombia y, también, uno de los más golpeados por la violencia y el sabotaje. Desde 1986, el tubo ha estado fuera de servicio el equivalente a 10 años, por atentados. Entre 1986 y 2017 se contabilizaron 3,7 millones de barriles derramados.
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Sólo el año pasado, esta tubería resistió más de 60 atentados. En un informe de Ecopetrol consta que “producto de los atentados, estuvo fuera de operación 186 días, es decir, cerca de seis meses, lo que significó que el país dejara de producir 1,6 millones de barriles. Si tenemos en cuenta que el barril de petróleo en 2017 estuvo en US$54, el valor de la producción diferida es de $260.000 millones. Eso es lo que vale la producción que no se pudo extraer por los atentados”.