SOAT más caro para motos: ¿es hora de cambiar el cálculo de tarifas?
La alta siniestralidad en el país, la evasión en el pago y el fraude hacen necesario encontrar una nueva fórmula para el SOAT. Pero cualquier decisión que se tome no debe perder de vista el trasfondo socioeconómico detrás de los vehículos de bajo cilindraje.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Esta semana, Gustavo Morales Cobo, presidente de Fasecolda (el gremio de aseguradores del país), señaló que el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) debería ser más costoso para las motos que para los carros, pues las de dos ruedas tienen un mayor riesgo de accidentes.
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Esta semana, Gustavo Morales Cobo, presidente de Fasecolda (el gremio de aseguradores del país), señaló que el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) debería ser más costoso para las motos que para los carros, pues las de dos ruedas tienen un mayor riesgo de accidentes.
Con su pronunciamiento, el presidente de Fasecolda revivió las discusiones sobre un tema que siempre ha suscitado la polémica: el cálculo de las tarifas del SOAT.
Desde hace más de 30 años, este sistema de aseguramiento ha cubierto los gastos inmediatos en atención en salud y servicios funerarios derivados de un siniestro vial en conductores, pasajeros y terceros afectados. A grandes rasgos, la lógica del SOAT ha sido que los costos que generan los lesionados y fallecidos en las vías sean pagados por todos los asegurados bajo un esquema solidario.
Y es que el cálculo de la tarifa del SOAT (para vehículos de uso particular) parte de características del automotor como su tipo, cilindraje, capacidad y la edad del modelo. Actualmente, los carros y camionetas pagan una tarifa más alta que las motos, y el Gobierno Nacional tiene las facultades para ajustar dichas tarifas.
Hay motivos para pensar que esta fórmula es obsoleta y esto, sumado a otros desafíos estructurales, está afectando la sostenibilidad de este sistema de aseguramiento, como lo señalan expertos en movilidad y el mercado asegurador.
Los desafíos del SOAT
Hoy, el SOAT se enfrenta a tres desafíos estructurales:
1. Aumento en la siniestralidad: según cifras de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en 2022 hubo 41.147 siniestros viales, que dejaron un saldo de 8.358 personas fallecidas y 49.396 heridos. Además, según cifras de Fasecolda, en el primer semestre de 2023 se han registrado 513.327 víctimas de accidentes de tránsito que recibieron atenciones en salud. De estas, el 69,4 % (356.010), estuvieron asociadas a una póliza SOAT.
2. Evasión: de los 18,4 millones de vehículos que circulan en el país, solo 9,7 millones cuentan con un SOAT vigente, es decir, que un 47 % evade el cumplimiento de esta obligación, según Fasecolda. En lo que respecta a las motos, Fasecolda estima que de las cerca de 11,2 millones que ruedan en las carreteras del país, el 59 % no cuenta con este seguro.
3. Fraude: es bien conocido que al SOAT han llegado cobros por eventos que no tienen que ver con siniestros viales, con la complicidad de personal médico e IPS. Desde accidentes de trabajo hasta domésticos, los fraudes contra el SOAT no son una problemática que deba pasar desapercibida.
De acuerdo con Darío Hidalgo, experto en movilidad y docente de la Universidad Javeriana, estos problemas hicieron que se presentara una crisis de aseguramiento en el SOAT en 2022.
“Las aseguradoras no podrían cubrir la totalidad de los costos de siniestros con el dinero recaudado y empezó una espiral negativa. El pago de pólizas no cubría sino de un 60 % a un 70 % del total de los costos que se estaban reclamando como siniestros del SOAT por esos tres fenómenos (aumento de siniestros, evasión y fraude). El año pasado, las aseguradoras anunciaron que las cuentas no cuadraban”, afirma Hidalgo.
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Motos y el SOAT
Para luchar contra la evasión y hacer que más conductores adquieran el SOAT, en varias oportunidades el Gobierno Nacional ha optado por reducir las tarifas de este seguro. El Gobierno Duque lo hizo en noviembre de 2021 y la más reciente fue anunciada por el Gobierno Petro en diciembre de 2022. Cada decisión tuvo sus excepciones.
En la más reciente reducción al SOAT, el Gobierno Petro decidió beneficiar al parque automotor más grande del país: las motos, una herramienta de trabajo para una gran porción de la sociedad colombiana. En parte, la medida también pretendió compensar a estos conductores por las alzas en la gasolina.
Así las cosas, el Gobierno bajó las tarifas del SOAT a la mitad para los propietarios de motos de bajo cilindraje (el 50 % descontado pasó a ser asumido por el Presupuesto General de la Nación). Pero la medida no dio los resultados esperados. “Se bajaron las tarifas y la evasión continúa igual. Aprendimos que la evasión no se controla con la tarifa”, señaló Morales a este diario.
Según cifras de Fasecolda, antes de la medida del Gobierno la evasión del SOAT en motos era del 62,5 % y, a mayo de 2023, la evasión pasó a ser del 59,5 %. “Nosotros esperábamos que la evasión se redujera en un 50 % porque el costo del SOAT se redujo a la mitad”, agregó el presidente de Fasecolda.
Así las cosas, es necesario tomar acciones de cara al actor vial con la más alta evasión y que, dicho sea de paso, es el que más crece en número de vehículos rodando sobre las vías colombianas. En 2022, el número de matrículas de motocicletas nuevas en el país fue casi tres veces mayor que el de otras clases de vehículos.
El factor riesgo
Las cifras evidencian que las motos son -de lejos- el actor vial que pone el mayor número de lesionados y muertos por siniestros viales, es decir, el que más costos le genera al SOAT.
En 2021, Colombia cerró el año con 7.270 personas fallecidas en siniestros viales. De esta cifra, 4.312 correspondieron a motociclistas, 1.566 a peatones, 852 a usuarios de vehículos y 471 a usuarios de bicicletas, según el balance del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Y en 2022, seis de cada 10 fallecidos por siniestros viales fueron motociclistas, según la entidad.
Igualmente, cifras de la Agencia Nacional de Seguridad Vial indican que el número de usuarios de moto fallecidos en las vías se ha incrementado en un 12,70 % de 2022 a 2023 (de 2.220 casos el año pasado a 2.502 casos en lo corrido de 2023); mientras que el número de usuarios de moto lesionados en accidentes de tráfico ha crecido un 9,32 % (de 6.924 casos el año pasado a 7.569 casos en lo corrido de 2023).
De ahí que el sector asegurador, así como expertos en movilidad, crean que el cálculo de las tarifas del SOAT debería tener en cuenta el factor riesgo, o mejor, que quienes más se accidentan paguen más.
Y es que, pese a ser un seguro y ser vendido como tal (con coberturas máximas, tarifarios, etc.), el SOAT no sigue la lógica de las pólizas comunes, donde a mayor riesgo la tarifa es más alta. Pregúntese: ¿por qué los seguros de vida son más costosos para personas con enfermedades preexistentes? El riesgo es la respuesta.
Como lo explica Luis Alfredo Vega, miembro de la Red Académica de Movilidad (RAM), “en general, los seguros tienen que ver con respuesta a riesgos. Riesgos que, en el caso del transporte, son muy evidentes y en algunos modos bastante altos, como en las motocicletas. Pero en el caso del SOAT ocurre algo muy extraño: no está asociado al riesgo, sino a decisiones políticas que llevan a cobrarles menos a los vehículos con el mayor riesgo y cobrarles más a los vehículos más seguros. Es una combinación entre política y características el vehículo”.
Así, las camionetas de más de 2.500 cc -a todas luces vehículos más seguros que las motos- pagan el SOAT más caro dentro del renglón de los particulares. Desde un punto de vista “solidario”, los propietarios de vehículos de mayor valor deberían contribuir a los gastos del SOAT de los propietarios de vehículos de menor valor (quienes, por lo general, tienen menor capacidad de pago). Así es como funciona el SOAT en la actualidad.
En contraposición, desde el punto de vista lógico, las motos deberían pagar una tarifa de SOAT proporcional a los gastos en salud y funerarios que se derivan de su alta siniestralidad. Pero ¿cómo anunciar una subida de tal magnitud cuando el 91,3 % de los hogares con moto pertenecen a estratos bajo-bajo, bajo y medio-bajo según la más reciente Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE?
¿Podrá la fórmula del SOAT alcanzar un equilibrio entre solidaridad y nivel de riesgo; entre política y viabilidad financiera?
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Hacia la sostenibilidad del SOAT
El Plan Nacional de Desarrollo (PND), aprobado en mayo de este año por el Congreso de la República, le otorgó amplias facultades al Gobierno Nacional para realizar ajustes normativos al SOAT y, como le comentó el presidente de Fasecolda a este diario, las mesas de diálogo que darían vida al “nuevo SOAT” están por iniciar.
El gremio asegurador llegará a la cita con el Gobierno con un principio claro: el nivel de riesgo debe definir las tarifas del SOAT. Palabras más, palabras menos, buscarán que las motos paguen un SOAT más caro. Lo anterior vendrá acompañado de un mayor control de las autoridades de tránsito.
Entre tanto, hay propuestas alternativas como un tarifario que no varíe en función del riesgo que representa el vehículo, sino el conductor. Como lo explica Luis Alfredo Vega, en España este modelo ha sido exitoso porque perfila al conductor: edad, hijos, enfermedades, historial al volante, etc. “Allá se presume que los jóvenes, por su poca experiencia, asumen más riesgos; o los adultos con hijos asumen menos riesgos”, señala.
Por su parte, Darío Hidalgo es enfático al afirmar que el primer cambio que debería tener el SOAT es su financiación procedente de la cartera pública. “El Presupuesto General de la Nación no debería costear las consecuencias de los siniestros viales. Pero esto requiere dos retos para el Gobierno: primero, que todos los propietarios de vehículos paguen el SOAT, especialmente en municipios y zonas rurales donde la evasión es alta. Se requieren mecanismos más estrictos para evitar que quien no está asegurado transite por las vías. Segundo, que quienes engañan al SOAT les sea aplicado todo el peso de la ley. No puede ser posible que ambulancias, médicos o IPS se presten para engaños”.
La fórmula del SOAT debe cambiar para asegurar su sostenibilidad en el tiempo, pero cualquier decisión que se tome no debe perder de vista el trasfondo socioeconómico detrás de los vehículos de bajo cilindraje, sin desconocer los grandes retos que tiene el país (normativos como educativos) en la lucha contra los altísimos índices de siniestralidad vial.
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