Solo tres de cada diez mujeres rurales están ocupadas o buscando empleo
Ellas, específicamente quienes están en edad de trabajar, tienen menor probabilidad de participar en el mercado laboral. Estas brechas se han agudizado en medio de la crisis por el COVID-19.
Helena María Hernández Bonilla* y Paula Herrera-Idárraga**
La crisis económica generada por el COVID-19 ha evidenciado que en Colombia ser mujer trae consigo retos y dificultades, en especial en las oportunidades de trabajo. Las mujeres tienen menor probabilidad de participar en el mercado laboral, menores tasas de ocupación y mayores tasas de desempleo que los hombres. La pandemia ha agudizado estas brechas de género. El reciente informe de la Universidad Javeriana y Oxfam Colombia presenta un análisis estadístico de las condiciones laborales y de los trabajos de cuidado en el país, con énfasis en las mujeres rurales, que compara el segundo cuatrimestre de 2019 (mayo-agosto) con el mismo período de 2020. Las mujeres rurales, por su alta vulnerabilidad, están expuestas a un mayor riesgo en tiempos de crisis.
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La crisis económica generada por el COVID-19 ha evidenciado que en Colombia ser mujer trae consigo retos y dificultades, en especial en las oportunidades de trabajo. Las mujeres tienen menor probabilidad de participar en el mercado laboral, menores tasas de ocupación y mayores tasas de desempleo que los hombres. La pandemia ha agudizado estas brechas de género. El reciente informe de la Universidad Javeriana y Oxfam Colombia presenta un análisis estadístico de las condiciones laborales y de los trabajos de cuidado en el país, con énfasis en las mujeres rurales, que compara el segundo cuatrimestre de 2019 (mayo-agosto) con el mismo período de 2020. Las mujeres rurales, por su alta vulnerabilidad, están expuestas a un mayor riesgo en tiempos de crisis.
La tasa de ocupación (relación entre quienes trabajan y quienes están en edad de trabajar) de las mujeres rurales es la más baja de todos los grupos poblacionales. En el período mayo-agosto de 2020, el 26,5 % de las mujeres rurales en edad de trabajar tenía un trabajo, 8,5 puntos porcentuales (pp) menos que en el mismo período de 2019. Con esta disminución, la brecha en la tasa de ocupación entre hombres y mujeres rurales llegó a 40 pp, el doble que la brecha urbana (19 pp).
La tasa de desempleo de las mujeres rurales pasó del 11,1 % a 17,7 % en los períodos analizados. La brecha en la tasa de desempleo entre hombres y mujeres rurales llegó a 10,6 pp, mayor que la del segundo cuatrimestre de 2019 (6,9 pp) y que la de hombres y mujeres en zonas urbanas (6,6 pp).
La tasa global de participación de las mujeres rurales antes de la pandemia era mucho menor que la de las mujeres en zonas urbanas y que la de los hombres urbanos y rurales. En el segundo cuatrimestre de 2020, la tasa de participación de las mujeres rurales presentó una caída de 7,3 pp frente a la del segundo cuatrimestre de 2019. Así pues, solo tres de cada diez mujeres rurales en edad de trabajar están ocupadas o buscando trabajo.
Las mujeres rurales no solo tienen las tasas más bajas de participación, sino que además tienen los porcentajes más altos de personas “inactivas” dedicadas a oficios del hogar. De las mujeres rurales en edad de trabajar que no trabajaron de forma remunerada ni buscaron trabajo en el segundo cuatrimestre de 2020, el 70 % se dedicó a realizar oficios del hogar, una proporción más alta que la de las mujeres urbanas y de los hombres urbanos y rurales.
Las mujeres rurales ocupadas pasaron de ser 1,4 millones a ser 1,1 millones en los períodos analizados (-341.162 mujeres rurales ocupadas), lo que representa una caída del 23,8 %, similar a la de las mujeres urbanas (24,3 %) y superior a la de los hombres urbanos (15,3 %) y rurales (6,8 %). Es decir, tanto en las zonas urbanas como en las rurales la ocupación de las mujeres se redujo en términos porcentuales más que la de los hombres, pero en las zonas rurales la diferencia entre hombres y mujeres fue mayor.
Un porcentaje significativo de las mujeres rurales ocupadas trabaja sin recibir pago. El 16 % de las mujeres rurales ocupadas eran trabajadoras sin remuneración, en los dos períodos analizados. Este porcentaje es altísimo si se compara con los otros grupos poblacionales, en los que la proporción de trabajadores sin remuneración del total de ocupados no supera el 5 %, y sirve para evidenciar las condiciones poco favorables a las que se enfrentan las mujeres rurales.
No solo la situación laboral de las mujeres rurales se ha visto afectada con la crisis; su salud mental también fue impactada significativamente. Sentirse sola, estresada, preocupada o deprimida fue la dificultad más común relacionada con la pandemia para las mujeres rurales ocupadas, desocupadas e inactivas, situación que no se presentó en los otros grupos poblacionales.
Impacto de la pandemia en los trabajos de cuidado
El sector económico de cuidado remunerado agrupa las actividades con las que se proveen servicios de cuidado. En el segundo cuatrimestre de 2019, 31,5 % de las mujeres urbanas ocupadas y 23,4 % de las mujeres rurales ocupadas trabajaban en este sector. El sector de cuidado remunerado se vio fuertemente afectado por la pandemia, en especial para las mujeres, dado que es un sector altamente feminizado. En las zonas rurales, la disminución de la ocupación en el sector de cuidado fue de 90.000 mujeres, con una caída de 26,7 %.
En el período mayo-agosto de 2020, el 95,4 % de las mujeres rurales en edad de trabajar reportó haber realizado de forma no remunerada oficios del hogar o actividades de cuidado de niños, personas enfermas, discapacitados o ancianos. El porcentaje de hombres rurales que realizó alguna de estas actividades fue del 68 %.
Con la pandemia, el tiempo en actividades no remuneradas de cuidado aumentó para hombres y mujeres rurales de todos los estados laborales, pero más para las mujeres. Las mujeres desocupadas experimentaron el impacto más fuerte, con un aumento de más de ocho horas a la semana, comparado con un aumento de 2,1 horas de los hombres desocupados. Estos incrementos se asocian con la suspensión de servicios de cuidados por el aislamiento obligatorio. Sin embargo, la afectación diferencial por sexo muestra cómo normas e imaginarios sociales sobre el trabajo de cuidado se traducen en un impacto desproporcionado sobre las mujeres.
Los cambios en las actividades de cuidado remunerado y no remunerado por la pandemia muestran dos caras de la moneda: la pérdida de empleos en el sector de cuidado remunerado implica que algunas actividades de cuidado dejaron de ser provistas en el mercado y pasaron a realizarse en los hogares, lo que aumentó las cargas de cuidado no remunerado. Este aumento en las zonas rurales fue asumido principalmente por las mujeres.
Las cifras del informe de la Universidad Javeriana y Oxfam muestran la importancia de políticas enfocadas en las mujeres rurales. Su alto grado de vulnerabilidad hace necesario que puedan acceder a programas de protección social para garantizar ingresos, bienes y servicios de primera necesidad. Además, se deben desarrollar programas para la población económicamente inactiva, que integren estrategias para el reconocimiento, la reducción y redistribución del trabajo de cuidado, con énfasis en el trabajo doméstico de cuidado no remunerado.
*Asistente de investigación, Proyecto Economía del Cuidado, Universidad Javeriana.
**Profesora de la Universidad Javeriana.
Coautoras del informe “El impacto de la pandemia en las mujeres rurales: análisis de las condiciones laborales y de las cargas de cuidado”, resumido en este artículo y realizado en conjunto con Laura Gómez, Tatiana Gélvez Rubio y Alex Bush.