Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En 1948, en un garaje de la ciudad de Manizales, un empresario de origen árabe llamado Federico Peters fundó una compañía productora de chicles, bombones y turrones de coco hechos a partir de una receta familiar. Hoy en día, el turrón Supercoco de siempre, el de envoltura verde y letras amarillas, tiene el mismo sabor que hace 70 años y se ha consolidado como una de las marcas de golosinas más queridas por los colombianos.
“No estamos hablando de cualquier Snickers”, señala Felipe Henao Mejía, director general de Súper de Alimentos desde 1987. “Este es un producto netamente colombiano, que todos sentimos muy cercano. Es el dulce que todos llevan cuando van a visitar parientes en el exterior”.
El proceso del turrón Supercoco comienza a 350 kilómetros de Manizales, en el municipio de Timbiquí, Cauca. Allí, 234 familias trabajan en las plantaciones cocoteras y envían alrededor de 5 millones de cocos a la fábrica en Caldas anualmente.
Las frutas son trasladadas a Manizales, donde unos 30 trabajadores las pelan con machetes. Luego de varios procesos de picado y desinfección, el coco se mezcla a altas temperaturas con los ingredientes del dulce tradicional hasta ser moldeado y empacado dentro de la misma planta. Solo la marca Supercoco genera empleo para 2.000 personas en la ciudad, desde peladores de coco hasta empacadores e ingenieros.
Respecto a los desperdicios resultantes, la compañía está adelantando estudios para reutilizar las cáscaras de coco en procesos de jardinería y según Henao, las toneladas de agua que gastan al año son tratadas en la planta y reutilizadas en otros procesos de la fábrica.
Hoy en día, el portafolio de productos ha evolucionado más allá del turrón: hay arequipe Supercoco, barras masticables, bombones y próximamente saldrán a la venta chocolates rellenos de coco, a propósito de los 70 años.
En total venden 24 millones de unidades al mes y con la diversificación de la marca esperan incrementar sus ventas en un 30%, reto al que se enfrentarán con la reforma tributaria que se avecina. “No creo que nos vayan a bajar los impuestos, pero espero que las políticas del gobierno apunten a facilitar el crecimiento económico”, opina Henao.
Sobre cómo consiguen ser una compañía exitosa durante tantos años, Henao responde que la clave está en los proyectos de investigación e innovación que hacen dentro de la empresa. Es así como se pueden permitir lanzar al mercado más de 50 productos al año.
“Ahora orientamos más esfuerzos en el desarrollo de golosinas y pasabocas. Donde realmente creemos que podemos aportar más a la sociedad es en el desarrollo de golosinas de mejor calidad nutricional y que podamos entregarlas al mercado a precios razonables”, resalta el directivo.
Actualmente, Super de Alimentos tiene un 28% de participación en el mercado de confitería del país, por debajo de Colombina y Casa Luker. Sus ventas globales, que incluyen las marcas Barrilete, Trululu, Bianchi, mentas Chao, Lokiño, entre otras, fueron de $300.000 millones en el 2017. La marca Supercoco representa el 7,5% de estas cifras.
La compañía cerró el 2017 con ventas cercanas a los $22.000 millones y ha mantenido un crecimiento anual del 20%, hecho que Henao le atribuye a los esfuerzos por hacer inversiones en nuevas tecnologías y al mejoramiento de procesos industriales.
A pesar de la competencia contra golosinas extranjeras que han llegado al país desde la aprobación del TLC con Estados Unidos, el empresario afirma que Supercoco siempre será un referente para la industria nacional y por eso permanecen vigentes en el mercado 70 años después de su fundación.
“Somos la muestra de que una pequeña industria que nació en un garaje de Manizales, se puede convertir en una compañía fabricante de golosinas con presencia en 13 países”, concluye.