TikTok y la IA, los dos nuevos frentes en la guerra comercial entre China y EE.UU.
La tecnología y la automatización, dos históricas locomotoras de la economía china, se están reconfigurando con las restricciones de Estados Unidos como catalizador. ¿Para dónde va este panorama?
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Tic tac, tic tac. El futuro de TikTok se define en el Congreso de Estados Unidos. Actualmente, en Washington se discute un proyecto de ley que juntó a los partidos Republicano y Demócrata -como pocas veces- con un objetivo común: erradicar cualquier influencia china de la red social basada en videos cortos.
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Tic tac, tic tac. El futuro de TikTok se define en el Congreso de Estados Unidos. Actualmente, en Washington se discute un proyecto de ley que juntó a los partidos Republicano y Demócrata -como pocas veces- con un objetivo común: erradicar cualquier influencia china de la red social basada en videos cortos.
De ser aprobado (actualmente fue aprobado por la Cámara de Representantes y su paso por el Senado es incierto), ByteDance -la matriz de TikTok- deberá ceder el control de la aplicación en un plazo de 165 días, so pena de multas que harían insostenible su operación en Estados Unidos, su mayor mercado.
Aunque la sede de la compañía está en Singapur, su origen es chino; un aspecto a considerar en un momento en el que si es pronunciada una frase que contiene las palabras tecnología y China, se crispan los ánimos al otro lado del océano Atlántico.
Para el gobierno de EE.UU., el funcionamiento de TikTok es una amenaza a la seguridad nacional. Puntualmente, se acusa a la red social de usar indebidamente los datos de sus usuarios y hasta de enviarlos a las autoridades chinas.
A la fecha, TikTok cuenta con más de 1.218 millones de usuarios. De estos, se estima que 116,5 millones son estadounidenses.
Lo dicho esta semana por He Yadong, portavoz del Ministerio de Comercio de China, da luz sobre el calado de la cuestión con TikTok: “Estados Unidos debería respetar verdaderamente los principios de una economía de mercado y una competencia leal y dejar de reprimir injustamente a las empresas extranjeras”, dijo.
Guerra comercial
Detrás de los bailes en tendencia, los retos virales y los tutoriales que se suben todos los días a los servidores de TikTok se halla una suerte de cruzada de Estados Unidos contra una red social que se convirtió en otro frente de las tensiones económicas y comerciales que han escalado entre la primera economía global y el país que ocupa -por muy poca distancia- el siguiente lugar en el podio: China.
En 2018, el lazo que conecta a los gabinetes económicos y diplomáticos de ambas potencias se tensó con mayor fuerza que la acostumbrada y, a la fecha, no hay señales de relajación.
Desde hace unos seis años, palabras como guerra comercial, competencia desleal, imposición de aranceles y restricciones tecnológicas han figurado en los titulares de las noticias que han seguido esta disputa.
Por ejemplo, desde 2022 Estados Unidos controla la exportación de chips de computadora o equipos de manufactura hacia China. La versión oficial indica que se restringen los envíos de tecnología al país asiático para evitar que se “potencien sus fuerzas armadas”, como llegó a declarar la secretaria de Comercio, Gina Raimondo.
La respuesta de China fue crear un fondo de chips que contará con una inversión de US$27.000 millones para asegurar su autosuficiencia en este aspecto, entre otras acciones.
Inteligencia artificial, tensión natural
En general, los bloqueos impiden que las empresas chinas tengan acceso a tecnología desarrollada por empresas estadounidenses. En EE.UU., se tiene el temor de que puedan fabricarse desde misiles hipersónicos hasta inteligencias artificiales (IA), lo cual se niega de forma tajante desde Pekín.
Como lo explica Jaime Andrés Wilches, analista político del Politécnico Grancolombiano, “estas medidas tienen implicaciones económicas significativas, no solo para la empresa matriz ByteDance, sino también para otras empresas tecnológicas chinas. Además, estas tensiones podrían afectar las relaciones comerciales más amplias entre Estados Unidos y China, especialmente en el sector tecnológico, donde existe una fuerte competencia y dependencia mutua”.
Y es que las tensiones económicas y comerciales entre Estados Unidos y China transcurren en un momento en que las inteligencias artificiales, desarrollos llamados a automatizar (reemplazar, dirían algunos) varias tareas humanas, están en pleno proceso de perfeccionamiento y su potencial todavía no es claro.
¿Podría este proceso de desarrollo expansivo ser lastrado e, incluso, viciado por las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo?
En un reciente encuentro con la prensa internacional, Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores de China, mencionó que las IA han llegado a una etapa crucial en la que la seguridad debe ser una prioridad.
Wang expuso que su país pretende avanzar en un plan de gobernanza global junto a los países miembro de las Naciones Unidas (ONU) para que todas las partes puedan beneficiarse de esta tecnología.
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El canciller chino dijo que las IA deben estar bajo permanente control para así “aumentar su previsibilidad” y acusó que hay quienes pretenden construir “otro patio pequeño con vallas altas con la IA (…). Estas conductas frenan el desarrollo y afectan las cadenas industriales”.
Un “patio” más grande
Tras un sinnúmero de acusaciones, protestas y reclamos de parte y parte, el conflicto comercial China-Estados Unidos ha tenido repercusiones en las cadenas de suministro industriales e, incluso, le han dado la razón a las reformas que se están llevando a cabo en la economía asiática.
Desde 1978, la economía de China ha crecido a una velocidad sin precedentes, como resultado de un sistema que combina el libre mercado y el control del Estado, con un marcado enfoque en dos locomotoras: la construcción y la tecnología.
Sobre las bases de la modernización y la automatización a partir de las tecnologías extranjeras (incluidas las de Estados Unidos), China construyó una sólida industria manufacturera que, por décadas, sostuvo un crecimiento económico de dos dígitos en el país asiático. A la fecha, China produce un tercio de los bienes que se crean en todo el mundo.
En la búsqueda de un desarrollo económico más sostenible y menos dependiente de la producción de bienes de menor valor agregado y las fluctuaciones del comercio global, el gobierno de Xi Jinping, líder chino, viene reformando el sistema por uno más inclinado al consumo interno.
Para hacerlo realidad, China contempla construir un sistema industrial moderno y cada vez más automatizado. Dos propósitos que se entrecruzan con la inteligencia artificial.
La IA al estilo chino
“Hay que decir que China ha demostrado un compromiso fortísimo con el desarrollo y aplicación de la IA, con metas bastante ambiciosas: lo que tiene que ver con aprendizaje profundo, procesamiento en lenguaje natural y otro pilar que tiene que ver con la aplicación en sectores clave, alrededor de la fabricación inteligente, la salud, la agricultura, las ciudades inteligentes”, explica Rafael Méndez, decano de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad del Rosario.
Ante las restricciones de su rival más prominente en materia económica y geopolítica, China le apostó a su autonomía tecnológica. Para 2021, el gigante asiático ocupaba el primer lugar en número de patentes de inteligencia artificial y, en 2022, la industria china de la IA movía $508.000 millones de yuanes, un 18 % más que el año anterior, lo que señala la ruta que ha emprendido este país en desarrollo de esta tecnología.
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En la misma línea, las rendiciones de cuentas del Gobierno detallan que uno de los logros en 2023 fue la “fabricación de grandes equipos de maquinaria agrícola inteligentes” y que en 2024 se intensificarán los apoyos en la “reconversión tecnológica” de las empresas manufactureras y se promoverá la “inteligentización” con una inversión de $10.400 millones de yuanes, como se indica en el Informe de Proyectos de los Presupuestos Central y Territoriales.
El advenimiento de la inteligencia artificial llega en un momento en que las dos grandes potencias económicas sostienen el mayor pulso de la década y la gobernanza global que se pregona desde tierras chinas podría ser la vía para que una herramienta sea usada de manera responsable y no al servicio de las ambiciones de bloques políticos, como ya ha ocurrido con muchas otras invenciones a lo largo de la historia.
*Enviado especial de El Espectador en Beijing, China.
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