Tras una década de la crisis que comenzó en 2008: ¿Se acerca una nueva recesión global?
Elementos como la inversión de la curva de los bonos del Tesoro y el sobreapalancamiento de algunas compañías con niveles de deuda preocupantes parecen un deja vu. Sin embargo, las predicciones en economía tienen un límite.
Diego Guevara*
El capitalismo ha estado marcado históricamente por un comportamiento cíclico. Esto implica momentos de auge, momentos de desaceleración y momentos de crisis. Entre los episodios globales de crisis con mayor relevancia están el gran crack de 1929 en EE. UU., conocido como la Gran Depresión, y la crisis de 2008 y 2009, que se conoce como la gran recesión.
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El capitalismo ha estado marcado históricamente por un comportamiento cíclico. Esto implica momentos de auge, momentos de desaceleración y momentos de crisis. Entre los episodios globales de crisis con mayor relevancia están el gran crack de 1929 en EE. UU., conocido como la Gran Depresión, y la crisis de 2008 y 2009, que se conoce como la gran recesión.
En este último episodio el desempleo en EE. UU. rondó el 10 %. Sin embargo, para mediados de 2018 el mismo dato se acercaba a un 4 %, mostrando un espectacular ciclo de recuperación. No obstante, el final de este ciclo positivo ascendente puede estar más cerca de lo que se creía. Usualmente después de un auge hay una desaceleración; el problema es la incertidumbre de no saber cuándo se invierte la tendencia, y ahí radican los debates sobre la incertidumbre radical en ciencias sociales y los límites de la predicción.
Aún así, vale la pena mirar algunas similitudes y diferencias con lo que fue la crisis de hace diez años, aclarando que esto no garantiza el poder de predicción de un colapso económico.
Uno de los indicadores más utilizados por diferentes analistas globales se asocia a comparar los rendimientos de los bonos del Tesoro a diez años con el de los títulos de deuda de corto plazo (tres meses). En otras palabras, cuando los costos de pedir prestado dinero para el gobierno norteamericano son más baratos en el largo plazo que en el corto, la curva de rendimiento de los bonos se hace negativa.
Al ver el comportamiento de este indicador en periodos previos a la crisis de 2008 y a la crisis de las empresas “punto com” de 2001, la curva se encontraba en terreno negativo, Y, si se mira el comportamiento reciente de la curva, esta también ha estado en números rojos. A pesar de que en otros momentos el indicador no ha sido un buen predictor, es un primer signo de alerta.
Un segundo elemento que vale la pena subrayar tiene que ver con que la crisis de 2008 tuvo en parte su origen en la compleja titularización de activos financieros asociados a hipotecas subprime o hipotecas para hogares en alto riesgo de no pago. Si bien esta vez la dinámica de las hipotecas de los hogares no es el principal elemento, desde 2018 algunos bancos centrales como el de Inglaterra y Australia, junto con algunos miembros de la Reserva Federal de EE. UU., han alertado el sobreapalancamientode algunas compañías con niveles de deuda preocupantes y con bajo nivel de respaldo. En otras palabras, acceder a deuda corporativa de alto riesgo en los últimos dos años es relativamente fácil.
Mas allá de los elementos comunes antes mencionados, existen factores adicionales que pueden influir en la configuración de un nuevo episodio de recesión global, entre ellos la amplia y discutida guerra comercial de EE.UU. y China, que golpea de manera fuerte las monedas de los países emergentes y, adicionalmente, las finanzas públicas de los países dependientes de materias primas, pues una desaceleración en China afecta estos sectores.
Otro signo de alerta se puede percibir en la zona euro, donde Alemania, como motor de la unión monetaria, presenta una caída de su PIB durante el segundo trimestre de 2019, y hay posibilidades de un desempeño irregular en el tercer trimestre, con lo que aparecen vientos de recesión para este país. Además, una salida abrupta de Inglaterra de la zona euro sin un tratado de por medio terminaría por crear mayores tensiones a la economía global.
Este escenario afecta a todo el planeta, y las economías emergentes saldrán muy mal libradas si en algunos meses la recesión global llegase a consolidarse. Para el caso nacional, esta vez Colombia llama menos la atención como refugio de capitales, pues el boom de las materias primas terminó y los datos macroeconómicos de los últimos años en cuenta corriente son menos atractivos. Esta vez nadie puede decir que estamos blindados. De hecho, los niveles record de devaluación de la tasa de cambio de las últimas semanas son un indicador de la mayor fragilidad de la economía colombiana ante un episodio de recesión global.
Mas allá de todo, se insiste en el hecho de que no es tan sencillo predecir los meses venideros por el simple hecho de que haya indicadores con un comportamiento similar previos a la crisis o que existan diferentes factores de alerta. Sin embargo, como decía Mark Twain, la historia no se repite pero rima.
*Profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional de Colombia.