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El presidente estadounidense, Donald Trump, subió esta semana la tensión comercial internacional al amenazar con imponer aranceles a la importación de automóviles, a escasos días de tomar una decisión sobre la exención a los gravámenes al acero y al aluminio el próximo 1 de junio.
Trump pidió al secretario de Comercio de EE.UU., Wilbur Ross, que investigue si se pueden imponer fuertes gravámenes, posiblemente hasta del 25 %, contra las importaciones de automóviles por razones de seguridad nacional.
La mera sugerencia de estas sanciones proteccionistas provocó una reacción inmediata dentro del país y alrededor del globo, incluyendo la de socios clave de Washington como Canadá, México y la Unión Europea (UE), regiones que están negociando por otro lado la exención de los polémicos aranceles al acero y aluminio.
De la región europea, Alemania, donde los automóviles suponen el 28,4 % de las exportaciones a EE.UU., sería de lejos el socio más golpeado, aunque también sufrirían otros productores de coches, como Suecia (16 %), Italia (12,8 %) y el Reino Unido (12 %), según datos del Instituto de Viena para Estudios de Economía Internacional Comparada.
Por este motivo, la Comisión Europea (CE) advirtió de que la imposición de aranceles a la importación de automóviles y sus piezas violaría las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Canadá y México, por su parte, que se encuentran en el tramo final de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con EE.UU., también consideraron este movimiento de Trump "absurdo".
Así, con el anuncio de la apertura de investigación de Comercio sobre esta cuestión, Trump volvió a hacer tambalear el panorama comercial internacional, tal como hizo cuando comunicó en marzo su intención de imponer un arancel extraordinario del 10 % a las importaciones de aluminio y del 25 % para las de acero.
Hasta el momento, Australia, Argentina, Brasil y Corea del Sur han logrado exenciones permanentes a estos gravámenes, aunque sus exportaciones de esos materiales a EE.UU. están sujetas a cuotas.
Sin embargo, el gobierno estadounidense ya ha advertido de que impondrá los gravámenes a esos metales a la UE en caso de que no se llegue a un acuerdo "razonable" antes del 1 de junio.
Por otro lado, Ross y Trump decidirán si amplían la exención a México y Canadá "en función de" cómo van las negociaciones del TLCAN.
En este contexto, los analistas han atribuido la acción de Trump como un movimiento para subir la presión con estas tres regiones a pocos días de decidir si les exime permanentemente de las sanciones al acero y al aluminio y en medio de la recta final en la renegociación del TLCAN.
"Estos aranceles (a las importaciones de vehículos) se ha valorado durante bastante tiempo, lo que me hace sospechar que esta filtración a la prensa es para meter presión para cerrar el TLCAN y otras regiones que quieren exenciones a los gravámenes al arancel y al aluminio", señaló Dan Ujzco, de la firma de abogados Dickinson Wright, en declaraciones al diario The Washington Post.
Con el coincidió Ed Mills, de la consultora financiera Raymond James, que dijo en un comunicado que "gran parte" de la investigación de Comercio "está enfocada en poder cerrar un pacto final sobre el TLCAN".
Esta agresiva estrategia negociadora propia de Trump, que lleva a cabo en otros terrenos como en la diplomacia con Corea del Norte o las negociaciones bilaterales con China, ha sido ampliamente criticada en más de una ocasión por los sectores liberales de EE.UU.
No obstante, Trump considera que su manera de negociar con otros países, lejos de los cánones de la política occidental del siglo XXI, es la mejor para conseguir que los objetivos tras su lema "EE.UU. primero" ("America First") se cumplan lo antes posible.