Tungsteno de Farc contamina ventas globales
Una mina controlada por la guerrilla estaría surtiendo a multinacionales que compran el metal para construir teléfonos y carros. Está en una reserva ecológica selvática.
Michael Smith, BLOOMBERG NEWS
Es un día sofocante en marzo y Javier García avanza con esfuerzo por una franja remota de la selva amazónica en el sureste de Colombia. Él y su amigo han caminado todo el día hacia un yacimiento minero a 100 kilómetros de la ciudad más cercana. Los hombres se abren paso con machetes entre el monte espinoso, cuando García se detiene de golpe.
Una serpiente venenosa llamada cuatro narices se yergue lista para atacar. García dice que en una hora estará muerto si la víbora lo muerde. Su amigo toma un palo largo y con cuidado lanza la serpiente a la selva. García, un indio puinawai, está exhausto. Lleva siete horas viajando en bote y a pie desde Chorro Bocón, un poblado sobre el río Inírida. Finalmente llegan a un pequeño claro cubierto de pozos no muy profundos escarbados en el terreno arenoso y rojizo. Comienza a caer una lluvia torrencial.
García, de 30 años, se acuclilla junto a un arroyo, saca una pala de su mochila y coloca polvo en un colador hecho con un alambre tejido. Como los buscadores de oro, los hombres sacuden el barro rojo aguachento en un cuenco chato de madera hasta que aparecen los gránulos que contienen un metal llamado tantalio.
“Trabajo duro”
“Es un trabajo duro, pero vale la pena”, dice García. Los indios del Amazonas, como él, que viven en una región del tamaño de Dinamarca sobre las fronteras con Venezuela y Brasil, se ganan la vida desde hace decenios explorando el bosque tropical lluvioso en busca de rocas valiosas que contienen tantalio y tungsteno, ambos utilizados para fabricar teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles.
Si bien los indios son los que excavan, dependen de otro grupo más poderoso para llevar el mineral al mercado: las Farc. El ejército rebelde utiliza el efectivo que gana con la venta de los metales para financiar la guerra de guerrillas más prolongada del mundo, dice la Policía Nacional de Colombia.
García dice que ha extraído metales para las Farc. “Parece que hay gente de todo el mundo que quiere estas piedritas”, advierte. Tiene razón. El tungsteno, en particular, tiene una fuerte demanda. Se trata de un metal oscuro, sumamente duro y resistente al calor, que se usa dentro de los motores de algunos de los autos más populares del mundo. También para pantallas de computadoras, teléfonos, tabletas y televisores. Ayuda a que los teléfonos móviles vibren cuando suenan y los fabricantes de semiconductores lo utilizan para proveer aislamiento entre capas microscópicas de circuitos.
Cerro Tigre
Además de cobrar a los indios como García un derecho de extracción, las Farc operan su propia mina de tungsteno conocida como Cerro Tigre. García dice que él y su amigo trabajaron allí en 2012, ganando en una semana lo suficiente como para resistir varios meses en su casa. Cerro Tigre se eleva sobre la selva en una zona gobernada por combatientes armados de las Farc, a más de 220 kilómetros de la ruta, ciudad o comisaría más cercanas. En la cima está la mina donde cientos de personas trabajan en seis hectáreas de pozos fangosos, relata la Policía.
La mina es ilegal por tres razones: está dentro de una reserva ecológica selvática, está prohibida por la ley colombiana porque se encuentra en una reserva indígena y la manejan las Farc, que están tipificadas por Colombia, los Estados Unidos y la Unión Europea como una organización terrorista. “Es completamente ilegal, pero hasta ahora no hemos podido frenarla”, dice el coronel Luis Montenegro, comandante de la Policía Nacional en Guainía, departamento donde está localizada la mina. “Allí no controlamos el territorio; lo controlan las Farc”, asegura el oficial, quien ha estudiado fotos de vigilancia aérea de Cerro Tigre.
Pantallas LCD
La mina puede producir en una semana 15 toneladas de wolframita, una roca que contiene tungsteno, dice la Policía. Es suficiente como para fabricar piezas para centenares de miles de pantallas con visor de cristal líquido, teléfonos inteligentes y semiconductores, partes de autos y bolígrafos, según la Asociación Internacional de la Industria del Tungsteno.
Pese a ser ilegal, Cerro Tigre es la única mina del mineral conocida en Colombia, según la Policía y los funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente responsables de regular la minería. Si bien China produce la mayor proporción —85% de la producción global—, las autoridades imponen allí controles severos sobre el metal para garantizar que los fabricantes locales dispongan de una cantidad suficiente. Esas medidas están obligando a las empresas a explorar el globo en busca de minas, dice el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por su sigla en inglés).
En Colombia, una empresa que compra y procesa wolframita local abastece a algunas de las más importantes organizaciones del mundo, como BMW, Ferrari, Porsche y Volkswagen, así como a Siemens AG y el productor de bolígrafos BIC, dicen estas empresas.
Y Apple Inc., Hewlett-Packard Co. y Samsung Electronics Co. compran partes a una empresa que realiza las compras a una segunda compañía importadora de mineral de tungsteno de Colombia, detallan los registros de esa empresa. La cuestión es que desde 2008 se han realizado 40 envíos de tungsteno desde Colombia procedentes de 14 empresas, según documentos gubernamentales de exportación. Si bien ninguno de los registros de estos envíos dice que el mineral de tungsteno proviene de Cerro Tigre, las autoridades colombianas están convencidas de que es así.
“Lavan el tungsteno”
“Falsifican el origen de los metales ilegales”, dice César Meléndez, funcionario del Ministerio de Medio Ambiente, cuya jurisdicción incluye la gran mayoría de la Amazonia de Colombia. “De esa manera lavan el tungsteno”.
Los compradores negocian con las Farc para comprar cargamentos del mineral, según dicen comandantes nacionales y regionales de la Policía, funcionarios de gobierno que supervisan la minería y personas involucradas en esas transacciones.
Los trabajadores transportan el mineral en barcos en un viaje de una semana —desafiando rápidos traicioneros y patrullas policiales— desde la mina hasta puntos apartados cerca de San José del Guaviare. Una allí, los contrabandistas cargan las bolsas con las rocas en camiones destinados a Bogotá y luego al puerto de Santa Marta.
Uno de los mayores compradores del mineral de tungsteno colombiano ha sido la unidad estadounidense de Plansee SE, un procesador de metales con sede en Reutte, Austria, según registros de exportaciones presentados ante la Dirección de Impuestos de Colombia. En 2012 dos empresas colombianas, Geo Copper SAS y Minerak SAS, vendieron siete cargamentos de mineral de tungsteno que sumaron un total de 93,2 toneladas a la subsidiaria estadounidense de Plansee, Global Tungsten Powders Corp., según muestran registros de exportación.
Polvo refinado
Las presentaciones dicen que las empresas colombianas envían el mineral de tungsteno —valorado en US$1,8 millones— a la planta de Global en Towanda, Pennsylvania, que hace polvos refinados, hilos y productos químicos. El 2 de julio, cinco días después de que un reportero de Bloomberg Markets le preguntara a Plansee acerca de los orígenes de las Farc y su mineral de tungsteno, la multinacional emitió un comunicado de prensa diciendo que dejaría de comprarlo en Colombia.
“Los minerales de tungsteno de Colombia pueden haber sido extraídos ilegalmente”, dice el texto. La compañía recalcó que no había sido consciente de esa posibilidad hasta que “una fuente confiable” le proporcionó la información. Dice el comunicado: “Los grupos armados pueden estar ejerciendo influencia sobre las minas de wolframio o las rutas de transporte”.
Es alarmante
Las compañías que han comprado las piezas en una cadena de suministro que incluye mineral de tungsteno colombiano dijeron que estaban al tanto de los posibles vínculos con las Farc antes de que Bloomberg Markets las contactara. Apple, BIC, BMW, Ferrari, Samsung y Volkswagen dijeron que abrirán investigaciones para asegurar sus líneas de suministro. “Apple se compromete a utilizar los minerales libres de conflicto”, dijo la portavoz Kristin Huguet.
“Muy en serio”
“Estamos tomando esto muy en serio”, dice Gloria Arias, fiscal que dirige la división de minería ilegal. “Esto claramente sugiere que un grupo terrorista puede lavar minerales”.
Édgar Rengifo, presidente de Geo Copper, la empresa colombiana con sede en Cali que exporta mineral de tungsteno, aparece en el registro de las exportaciones. Rengifo, quien se describe a sí mismo como un empresario minero autodidacta, ayudó a crear la empresa en agosto de 2010.
Minerak, la otra compañía proveedora en el país, era propiedad de Geo Copper en un 50% cuando comenzó en 2011. Rengifo aclara que el mineral de tungsteno que exportan las dos empresas no proviene de Cerro Tigre, sino de una mina con licencia de la que Geo es copropietaria. Su nombre es Caney de los Cristales, y está ubicada a unos 150 kilómetros de la mina de las Farc.
“Sólo mía”
“Caney es la única mina que puede exportar en este país”, aclara Rengifo. “El único título legal”, recalca. La mina Caney está autorizada por la Agencia Nacional de Minería para producir arenas negras, que se definen como materiales que pueden contener minerales como tantalio, titanio, óxido de hierro y tungsteno, de acuerdo con los documentos de licencia presentados en Bogotá.
Aunque Caney tiene licencia para producir mineral de tungsteno, las exportaciones no provienen de allí, según las autoridades colombianas. La Policía Nacional, el Ejército y el Ministerio de Medio Ambiente aseguran que el mineral de tungsteno de Geo proviene en realidad de las minas de las Farc. “Todo viene de Cerro Tigre, porque no hay otro lugar de producción de ese metal”, dice un oficial de apellido Meléndez que representa a la autoridad ambiental. “Y todo esto es ilegal”.
A finales de enero de 2010, Rafael Alberto Rodríguez, el principal propietario de la mina Caney, invitó a la Universidad Nacional de Colombia y al profesor Thomas Cramer para evaluar su potencial. Cramer envió tres estudiantes de geología a recoger muestras de rocas. En 2012 se concluyó que “no había ningún indicio de tungsteno allí”, dice.
Selvas remotas
Cerro Tigre está custodiada por 170 guerrilleros, cuenta Montenegro. Agrega que a la Policía también le preocupa que en caso de un eventual ataque a Cerro Tigre puedan salir lastimados los indios que extraen el mineral para las Farc. “Queremos montar una operación, pero es muy, muy complicado porque está en tierra indígena”, recalca Montenegro.
Andrés López, un pastor cristiano evangélico que vive en Zamuro, población indígena de Curripaco, dice que estuvo en Cerro Tigre. Tuvo que respetar las normas de trabajo de las Farc, que incluyen dar al grupo una tajada de cada kilogramo de mineral de tungsteno extraído. “Los guerrilleros están a cargo de todo, incluso de nuestra tierra”, dice López, de 55 años. “Tratan de mostrar respeto por nuestra tierra ancestral, pero hay que hacer lo que ellos dicen”.
“Mina de las Farc”
Plansee, la empresa austríaca que compra el mineral de tungsteno a Geo Copper, abastece a fabricantes de autos europeos de marcas líderes. Bayerische Motoren Werke AG, Ferrari SpA, Porsche AG y Volkswagen AG dicen que compran partes de cigüeñales de motores hechas con tungsteno a Plansee. Raúl Linares, que ha sido minero en la selva amazónica colombiana la mayor parte de su vida adulta, dice que la actividad ilegal prospera porque nadie fuera del país se ha tomado la molestia de percatarse. “Las Farc y estas empresas han construido un negocio increíblemente rentable”, afirma. “Y el mundo compra”.
Es un día sofocante en marzo y Javier García avanza con esfuerzo por una franja remota de la selva amazónica en el sureste de Colombia. Él y su amigo han caminado todo el día hacia un yacimiento minero a 100 kilómetros de la ciudad más cercana. Los hombres se abren paso con machetes entre el monte espinoso, cuando García se detiene de golpe.
Una serpiente venenosa llamada cuatro narices se yergue lista para atacar. García dice que en una hora estará muerto si la víbora lo muerde. Su amigo toma un palo largo y con cuidado lanza la serpiente a la selva. García, un indio puinawai, está exhausto. Lleva siete horas viajando en bote y a pie desde Chorro Bocón, un poblado sobre el río Inírida. Finalmente llegan a un pequeño claro cubierto de pozos no muy profundos escarbados en el terreno arenoso y rojizo. Comienza a caer una lluvia torrencial.
García, de 30 años, se acuclilla junto a un arroyo, saca una pala de su mochila y coloca polvo en un colador hecho con un alambre tejido. Como los buscadores de oro, los hombres sacuden el barro rojo aguachento en un cuenco chato de madera hasta que aparecen los gránulos que contienen un metal llamado tantalio.
“Trabajo duro”
“Es un trabajo duro, pero vale la pena”, dice García. Los indios del Amazonas, como él, que viven en una región del tamaño de Dinamarca sobre las fronteras con Venezuela y Brasil, se ganan la vida desde hace decenios explorando el bosque tropical lluvioso en busca de rocas valiosas que contienen tantalio y tungsteno, ambos utilizados para fabricar teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles.
Si bien los indios son los que excavan, dependen de otro grupo más poderoso para llevar el mineral al mercado: las Farc. El ejército rebelde utiliza el efectivo que gana con la venta de los metales para financiar la guerra de guerrillas más prolongada del mundo, dice la Policía Nacional de Colombia.
García dice que ha extraído metales para las Farc. “Parece que hay gente de todo el mundo que quiere estas piedritas”, advierte. Tiene razón. El tungsteno, en particular, tiene una fuerte demanda. Se trata de un metal oscuro, sumamente duro y resistente al calor, que se usa dentro de los motores de algunos de los autos más populares del mundo. También para pantallas de computadoras, teléfonos, tabletas y televisores. Ayuda a que los teléfonos móviles vibren cuando suenan y los fabricantes de semiconductores lo utilizan para proveer aislamiento entre capas microscópicas de circuitos.
Cerro Tigre
Además de cobrar a los indios como García un derecho de extracción, las Farc operan su propia mina de tungsteno conocida como Cerro Tigre. García dice que él y su amigo trabajaron allí en 2012, ganando en una semana lo suficiente como para resistir varios meses en su casa. Cerro Tigre se eleva sobre la selva en una zona gobernada por combatientes armados de las Farc, a más de 220 kilómetros de la ruta, ciudad o comisaría más cercanas. En la cima está la mina donde cientos de personas trabajan en seis hectáreas de pozos fangosos, relata la Policía.
La mina es ilegal por tres razones: está dentro de una reserva ecológica selvática, está prohibida por la ley colombiana porque se encuentra en una reserva indígena y la manejan las Farc, que están tipificadas por Colombia, los Estados Unidos y la Unión Europea como una organización terrorista. “Es completamente ilegal, pero hasta ahora no hemos podido frenarla”, dice el coronel Luis Montenegro, comandante de la Policía Nacional en Guainía, departamento donde está localizada la mina. “Allí no controlamos el territorio; lo controlan las Farc”, asegura el oficial, quien ha estudiado fotos de vigilancia aérea de Cerro Tigre.
Pantallas LCD
La mina puede producir en una semana 15 toneladas de wolframita, una roca que contiene tungsteno, dice la Policía. Es suficiente como para fabricar piezas para centenares de miles de pantallas con visor de cristal líquido, teléfonos inteligentes y semiconductores, partes de autos y bolígrafos, según la Asociación Internacional de la Industria del Tungsteno.
Pese a ser ilegal, Cerro Tigre es la única mina del mineral conocida en Colombia, según la Policía y los funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente responsables de regular la minería. Si bien China produce la mayor proporción —85% de la producción global—, las autoridades imponen allí controles severos sobre el metal para garantizar que los fabricantes locales dispongan de una cantidad suficiente. Esas medidas están obligando a las empresas a explorar el globo en busca de minas, dice el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por su sigla en inglés).
En Colombia, una empresa que compra y procesa wolframita local abastece a algunas de las más importantes organizaciones del mundo, como BMW, Ferrari, Porsche y Volkswagen, así como a Siemens AG y el productor de bolígrafos BIC, dicen estas empresas.
Y Apple Inc., Hewlett-Packard Co. y Samsung Electronics Co. compran partes a una empresa que realiza las compras a una segunda compañía importadora de mineral de tungsteno de Colombia, detallan los registros de esa empresa. La cuestión es que desde 2008 se han realizado 40 envíos de tungsteno desde Colombia procedentes de 14 empresas, según documentos gubernamentales de exportación. Si bien ninguno de los registros de estos envíos dice que el mineral de tungsteno proviene de Cerro Tigre, las autoridades colombianas están convencidas de que es así.
“Lavan el tungsteno”
“Falsifican el origen de los metales ilegales”, dice César Meléndez, funcionario del Ministerio de Medio Ambiente, cuya jurisdicción incluye la gran mayoría de la Amazonia de Colombia. “De esa manera lavan el tungsteno”.
Los compradores negocian con las Farc para comprar cargamentos del mineral, según dicen comandantes nacionales y regionales de la Policía, funcionarios de gobierno que supervisan la minería y personas involucradas en esas transacciones.
Los trabajadores transportan el mineral en barcos en un viaje de una semana —desafiando rápidos traicioneros y patrullas policiales— desde la mina hasta puntos apartados cerca de San José del Guaviare. Una allí, los contrabandistas cargan las bolsas con las rocas en camiones destinados a Bogotá y luego al puerto de Santa Marta.
Uno de los mayores compradores del mineral de tungsteno colombiano ha sido la unidad estadounidense de Plansee SE, un procesador de metales con sede en Reutte, Austria, según registros de exportaciones presentados ante la Dirección de Impuestos de Colombia. En 2012 dos empresas colombianas, Geo Copper SAS y Minerak SAS, vendieron siete cargamentos de mineral de tungsteno que sumaron un total de 93,2 toneladas a la subsidiaria estadounidense de Plansee, Global Tungsten Powders Corp., según muestran registros de exportación.
Polvo refinado
Las presentaciones dicen que las empresas colombianas envían el mineral de tungsteno —valorado en US$1,8 millones— a la planta de Global en Towanda, Pennsylvania, que hace polvos refinados, hilos y productos químicos. El 2 de julio, cinco días después de que un reportero de Bloomberg Markets le preguntara a Plansee acerca de los orígenes de las Farc y su mineral de tungsteno, la multinacional emitió un comunicado de prensa diciendo que dejaría de comprarlo en Colombia.
“Los minerales de tungsteno de Colombia pueden haber sido extraídos ilegalmente”, dice el texto. La compañía recalcó que no había sido consciente de esa posibilidad hasta que “una fuente confiable” le proporcionó la información. Dice el comunicado: “Los grupos armados pueden estar ejerciendo influencia sobre las minas de wolframio o las rutas de transporte”.
Es alarmante
Las compañías que han comprado las piezas en una cadena de suministro que incluye mineral de tungsteno colombiano dijeron que estaban al tanto de los posibles vínculos con las Farc antes de que Bloomberg Markets las contactara. Apple, BIC, BMW, Ferrari, Samsung y Volkswagen dijeron que abrirán investigaciones para asegurar sus líneas de suministro. “Apple se compromete a utilizar los minerales libres de conflicto”, dijo la portavoz Kristin Huguet.
“Muy en serio”
“Estamos tomando esto muy en serio”, dice Gloria Arias, fiscal que dirige la división de minería ilegal. “Esto claramente sugiere que un grupo terrorista puede lavar minerales”.
Édgar Rengifo, presidente de Geo Copper, la empresa colombiana con sede en Cali que exporta mineral de tungsteno, aparece en el registro de las exportaciones. Rengifo, quien se describe a sí mismo como un empresario minero autodidacta, ayudó a crear la empresa en agosto de 2010.
Minerak, la otra compañía proveedora en el país, era propiedad de Geo Copper en un 50% cuando comenzó en 2011. Rengifo aclara que el mineral de tungsteno que exportan las dos empresas no proviene de Cerro Tigre, sino de una mina con licencia de la que Geo es copropietaria. Su nombre es Caney de los Cristales, y está ubicada a unos 150 kilómetros de la mina de las Farc.
“Sólo mía”
“Caney es la única mina que puede exportar en este país”, aclara Rengifo. “El único título legal”, recalca. La mina Caney está autorizada por la Agencia Nacional de Minería para producir arenas negras, que se definen como materiales que pueden contener minerales como tantalio, titanio, óxido de hierro y tungsteno, de acuerdo con los documentos de licencia presentados en Bogotá.
Aunque Caney tiene licencia para producir mineral de tungsteno, las exportaciones no provienen de allí, según las autoridades colombianas. La Policía Nacional, el Ejército y el Ministerio de Medio Ambiente aseguran que el mineral de tungsteno de Geo proviene en realidad de las minas de las Farc. “Todo viene de Cerro Tigre, porque no hay otro lugar de producción de ese metal”, dice un oficial de apellido Meléndez que representa a la autoridad ambiental. “Y todo esto es ilegal”.
A finales de enero de 2010, Rafael Alberto Rodríguez, el principal propietario de la mina Caney, invitó a la Universidad Nacional de Colombia y al profesor Thomas Cramer para evaluar su potencial. Cramer envió tres estudiantes de geología a recoger muestras de rocas. En 2012 se concluyó que “no había ningún indicio de tungsteno allí”, dice.
Selvas remotas
Cerro Tigre está custodiada por 170 guerrilleros, cuenta Montenegro. Agrega que a la Policía también le preocupa que en caso de un eventual ataque a Cerro Tigre puedan salir lastimados los indios que extraen el mineral para las Farc. “Queremos montar una operación, pero es muy, muy complicado porque está en tierra indígena”, recalca Montenegro.
Andrés López, un pastor cristiano evangélico que vive en Zamuro, población indígena de Curripaco, dice que estuvo en Cerro Tigre. Tuvo que respetar las normas de trabajo de las Farc, que incluyen dar al grupo una tajada de cada kilogramo de mineral de tungsteno extraído. “Los guerrilleros están a cargo de todo, incluso de nuestra tierra”, dice López, de 55 años. “Tratan de mostrar respeto por nuestra tierra ancestral, pero hay que hacer lo que ellos dicen”.
“Mina de las Farc”
Plansee, la empresa austríaca que compra el mineral de tungsteno a Geo Copper, abastece a fabricantes de autos europeos de marcas líderes. Bayerische Motoren Werke AG, Ferrari SpA, Porsche AG y Volkswagen AG dicen que compran partes de cigüeñales de motores hechas con tungsteno a Plansee. Raúl Linares, que ha sido minero en la selva amazónica colombiana la mayor parte de su vida adulta, dice que la actividad ilegal prospera porque nadie fuera del país se ha tomado la molestia de percatarse. “Las Farc y estas empresas han construido un negocio increíblemente rentable”, afirma. “Y el mundo compra”.