Una empresa que se gana la vida saltando
El grupo Summit Trampoline Park abrirá en Bogotá uno de los parques de trampolines más completos de Latinoamérica.
Valeria Cortés.
La fiebre por los trampolines hace parte de un mercado de diversión saludable que está tomando cada vez más fuerza en varias regiones del mundo. En Glasgow (Escocia) existe un parque con casi 6.000 metros cuadrados cubiertos por trampolines, y una sola compañía de Estados Unidos ha abierto más de 140 de estos locales en cinco países.
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El dinamismo de este mercado lo conoce el estadounidense Keith Whitaker, uno de los cinco socios de Summit Trampoline Park y quien hoy en día se desempeña como gerente de marketing de la compañía. “Comenzamos a construir parques con otra empresa en 2015”, cuenta Whitaker. “Luego nos dimos cuenta de que podríamos hacer mejores proyectos y con mayor rapidez si creábamos nuestra propia marca”.
Con la experiencia aprendida, el hoy CEO, Allan Jones, fundó el grupo en Estados Unidos, entre cuyos socios están Damian Vila, el arquitecto que diseña y coordina el proceso de construcción de las atracciones; Luke Jones, director de operaciones, y Teresa Vila, la mánager regional. Summit inauguró su primer parque en República Dominicana en 2016 y entonces comenzaron a expandirse en Panamá, Chile y Uruguay, esperando consolidar su marca en el mercado latinoamericano.
Aunque sus parques suelen ser exclusivamente de trampolines, este año los empresarios decidieron apostarle a un complejo centro de entretenimiento bajo techo que incluye 15 atracciones diferentes en una superficie de 3.500 metros cuadrados. Según Whitaker, el tamaño de la población y la poca competencia los convencieron de hacer este proyecto en Bogotá: “Aquí no había nadie haciendo lo que hacemos en las dimensiones en que lo hacemos. Este parque va a ser nuestra vitrina”. Para el ejecutivo, el mayor reto a la hora de hacer este tipo de instalaciones es entender las normas locales de cada país, aunque asegura que esto nunca ha sido un obstáculo.
A diferencia de otras sedes, la de Bogotá contará con más de 100 trampolines interconectados, ocho paredes de escalada, un área de juegos para niños, un airbag gigante y zonas para probar habilidades en básquetbol y fútbol. Entre la oferta del parque, el Sky Rider es la más innovadora en diseño: se trata de un sistema de rieles en el que las personas, utilizando un arnés, podrán recorrer una parte del parque desde las alturas.
Estas atracciones traídas desde China fueron pensadas para un público de todas las edades y, según Whitaker, son la clave para diferenciarse de centros similares: “Caímos en cuenta de que había un vacío en actividades de entretenimiento para familias y jóvenes adultos, así que vimos la oportunidad”.
El centro estará ubicado en la calle 80 con carrera 116 y podrá recibir a más de 200 personas por hora desde agosto. El ingreso será de lunes a jueves desde las 10 a.m. hasta las 9 p.m., viernes y sábado hasta las 11 p.m. y los domingos hasta las 9 p.m. Una hora de acceso a todas las atracciones tendrá un costo de $25.000, mientras que dos horas estarán en $35.000. También ofrecen otros servicios, como fiestas de cumpleaños para mínimo 10 personas.
Aunque algunos pueden tener sus reservas sobre la seguridad del lugar, el parque afirma tener 14 personas entrenadas para vigilar las atracciones y asegurarse de que se cumplan las normas de pesos mínimos y máximos. Estos “monitores de juego” fueron capacitados durante cuatro semanas por uno de los operadores de las maquinarias y aprendieron el funcionamiento de los resortes que componen los trampolines. Además, varios de ellos son estudiantes de ciencias del deporte o gimnasia y la empresa los certificó en seguridad y mantenimiento.
A nivel estructural, las atracciones están recubiertas con almohadillas en las esquinas y el parque infantil está protegido por una malla alrededor de la instalación. Otra norma es el uso obligatorio de medias antideslizantes, que se deben compran en la entrada a $6.000. Una vez dentro, las familias podrán ver videos de seguridad y letreros que especifican la edad y el número de personas permitidas en cada atracción. “Hay riesgos, pero la gente debe tener cuidado. Nosotros intentamos minimizarlos lo mejor posible”, resalta Whitaker.
Con una inversión de casi US$2 millones, la empresa espera facturar unos US$3 millones durante el primer año y recibir alrededor de 5.000 personas al mes.
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Confían en que el proyecto tendrá gran acogida por su innovación e incluso planean expandirse en el país con la apertura de un segundo parque en Medellín, en octubre de este año.
La fiebre por los trampolines hace parte de un mercado de diversión saludable que está tomando cada vez más fuerza en varias regiones del mundo. En Glasgow (Escocia) existe un parque con casi 6.000 metros cuadrados cubiertos por trampolines, y una sola compañía de Estados Unidos ha abierto más de 140 de estos locales en cinco países.
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El dinamismo de este mercado lo conoce el estadounidense Keith Whitaker, uno de los cinco socios de Summit Trampoline Park y quien hoy en día se desempeña como gerente de marketing de la compañía. “Comenzamos a construir parques con otra empresa en 2015”, cuenta Whitaker. “Luego nos dimos cuenta de que podríamos hacer mejores proyectos y con mayor rapidez si creábamos nuestra propia marca”.
Con la experiencia aprendida, el hoy CEO, Allan Jones, fundó el grupo en Estados Unidos, entre cuyos socios están Damian Vila, el arquitecto que diseña y coordina el proceso de construcción de las atracciones; Luke Jones, director de operaciones, y Teresa Vila, la mánager regional. Summit inauguró su primer parque en República Dominicana en 2016 y entonces comenzaron a expandirse en Panamá, Chile y Uruguay, esperando consolidar su marca en el mercado latinoamericano.
Aunque sus parques suelen ser exclusivamente de trampolines, este año los empresarios decidieron apostarle a un complejo centro de entretenimiento bajo techo que incluye 15 atracciones diferentes en una superficie de 3.500 metros cuadrados. Según Whitaker, el tamaño de la población y la poca competencia los convencieron de hacer este proyecto en Bogotá: “Aquí no había nadie haciendo lo que hacemos en las dimensiones en que lo hacemos. Este parque va a ser nuestra vitrina”. Para el ejecutivo, el mayor reto a la hora de hacer este tipo de instalaciones es entender las normas locales de cada país, aunque asegura que esto nunca ha sido un obstáculo.
A diferencia de otras sedes, la de Bogotá contará con más de 100 trampolines interconectados, ocho paredes de escalada, un área de juegos para niños, un airbag gigante y zonas para probar habilidades en básquetbol y fútbol. Entre la oferta del parque, el Sky Rider es la más innovadora en diseño: se trata de un sistema de rieles en el que las personas, utilizando un arnés, podrán recorrer una parte del parque desde las alturas.
Estas atracciones traídas desde China fueron pensadas para un público de todas las edades y, según Whitaker, son la clave para diferenciarse de centros similares: “Caímos en cuenta de que había un vacío en actividades de entretenimiento para familias y jóvenes adultos, así que vimos la oportunidad”.
El centro estará ubicado en la calle 80 con carrera 116 y podrá recibir a más de 200 personas por hora desde agosto. El ingreso será de lunes a jueves desde las 10 a.m. hasta las 9 p.m., viernes y sábado hasta las 11 p.m. y los domingos hasta las 9 p.m. Una hora de acceso a todas las atracciones tendrá un costo de $25.000, mientras que dos horas estarán en $35.000. También ofrecen otros servicios, como fiestas de cumpleaños para mínimo 10 personas.
Aunque algunos pueden tener sus reservas sobre la seguridad del lugar, el parque afirma tener 14 personas entrenadas para vigilar las atracciones y asegurarse de que se cumplan las normas de pesos mínimos y máximos. Estos “monitores de juego” fueron capacitados durante cuatro semanas por uno de los operadores de las maquinarias y aprendieron el funcionamiento de los resortes que componen los trampolines. Además, varios de ellos son estudiantes de ciencias del deporte o gimnasia y la empresa los certificó en seguridad y mantenimiento.
A nivel estructural, las atracciones están recubiertas con almohadillas en las esquinas y el parque infantil está protegido por una malla alrededor de la instalación. Otra norma es el uso obligatorio de medias antideslizantes, que se deben compran en la entrada a $6.000. Una vez dentro, las familias podrán ver videos de seguridad y letreros que especifican la edad y el número de personas permitidas en cada atracción. “Hay riesgos, pero la gente debe tener cuidado. Nosotros intentamos minimizarlos lo mejor posible”, resalta Whitaker.
Con una inversión de casi US$2 millones, la empresa espera facturar unos US$3 millones durante el primer año y recibir alrededor de 5.000 personas al mes.
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Confían en que el proyecto tendrá gran acogida por su innovación e incluso planean expandirse en el país con la apertura de un segundo parque en Medellín, en octubre de este año.