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La inflación volverá a estar en el orden del día de la reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) el martes y miércoles, así como la creciente preocupación por la variante delta del COVID-19.
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“La variante delta añade una nueva dosis de incertidumbre, incluso si la economía se recupera”, dijo a la AFP Diane Swonk, economista de Grant Thornton.
Este invitado sorpresa, que ha provocado un resurgimiento de los casos de COVID-19 en muchas partes del mundo, podría poner en peligro la recuperación económica de Estados Unidos.
La otra preocupación es el aumento de precios, que están subiendo a su mayor ritmo en 13 años. Una inflación elevada, de 3,9 % en 12 meses a mayo según el índice PCE que considera la Fed (5,4 % en junio según el índice CPI), sigue suscitando gran preocupación, sobre todo porque se espera que la tendencia se extienda por varios meses.
Sin embargo, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha machacado que este incremento es temporal y luego la inflación se encauzará en niveles más bajos. Al igual que muchos economistas, Powell espera que la inflación se estabilice a mediano plazo en el rango objetivo de la Fed, del 2 %.
“Los principales indicadores apuntan a una expansión económica desigual” en el mundo, “ya que las perturbaciones de la cadena de suministro restringen la actividad por el lado de la oferta”, afirmó Kathy Bostjancic, economista de Oxford Economics.
“Sin hoja de ruta”
Así, probablemente siga siendo demasiado pronto para que la institución monetaria dé detalles sobre la fecha y el ritmo al que tiene previsto reducir su apoyo a la economía estadounidense.
Desde el comienzo de la pandemia, sus tasas de interés se sitúan entre el 0 % y el 0,25 %, y cada mes compra US$120.000 millones en bonos del Tesoro y títulos hipotecarios para alimentar el flujo de dinero en la economía.
Los planes para reducir este apoyo monetario podrían anunciarse a finales de agosto en la reunión mundial de bancos centrales en Jackson Hole (Wyoming), o a finales de septiembre, en la próxima cita del comité monetario de la Fed, según algunos analistas.
El presidente de la Fed “reiterará su deseo de ver más mejoras” en la economía antes de aplicar nuevas medidas, anticipa Diane Swonk, de Grant Thornton, para quien “todavía no hay una hoja de ruta” establecida.
En materia de desempleo, Powell recalcó recientemente que “aún queda mucho camino por recorrer” antes de volver al pleno empleo, ya que la tasa de paro seguía en junio en 5,9 %, frente al 3,5 % de antes de la crisis cuando ese índice era más bajo en 50 años.
Además, el crecimiento del producto interior bruto (PIB) para el segundo trimestre se conocerá el jueves, un día después de la reunión de la Fed. Se espera que ascienda a 8,5 % en proyección anual (el crecimiento en 12 meses si se mantuvieran las condiciones del momento de la medición), frente al 6,4 % estimado en el primer trimestre.
Para la economista de Oxford Economics Kathy Bostjancic, la reducción de las compras de activos de la Fed podría ocurrir a principios de 2022, con recortes mensuales de unos US$15.000 millones.
Las tasas de interés podrían empezar a subir en 2023, consideró, tal y como esbozaron los responsables de la Fed en su última reunión de mediados de junio. En ese entonces revisaron al alza sus previsiones de crecimiento.