Una libra de café por US$100: así les fue a los mejores cafés colombianos en 2024
En un año de precios récord, con $3,3 dólares la libra en la bolsa de Nueva York, Jeferson Bolaños y Raquel Lasso vendieron sus lotes de café por encima de los 100 dólares la libra en verde, debido a su participación en subastas. Este es un mercado de especialidad que va ganando terreno en Colombia y busca ofrecer una mejor rentabilidad a los productores.
El 2024 ha sido un año amable para la caficultura colombiana, que ha logrado escapar de las adversidades —especialmente climáticas— que sí afectaron las producciones de países como Brasil y Vietnam, cuyo café supera al de Colombia en volumen.
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El 2024 ha sido un año amable para la caficultura colombiana, que ha logrado escapar de las adversidades —especialmente climáticas— que sí afectaron las producciones de países como Brasil y Vietnam, cuyo café supera al de Colombia en volumen.
La menor oferta de esos países disparó el precio de la bolsa de Nueva York, que llegó hasta los US$3,3, un récord de los últimos 50 años y un precio interno por carga que nunca se había registrado. Pero hay caficultores que superaron esas marcas, logrando vender sus lotes sobre los US$100 la libra, como es el caso de Jeferson Bolaños y Raquel Lasso.
En general, todas las cifras cafeteras de este año son positivas. En los últimos 12 meses la cosecha logró algo que hace mucho no se veía: $14,2 billones y una producción de 13,41 millones de sacos, de acuerdo con Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC).
Pero no todo el café es igual ni vale lo mismo. La mayoría del colombiano cumple con una taza de más de 80 puntos, lo que la Specialty Coffee Association (SCA) define que es café de especialidad. Por eso el país es reconocido por su calidad y recibe una prima de precio por ello.
Sin embargo, hay granos que son todavía más especiales y que muchas veces se mezclan con los demás. Para identificarlos se comenzaron a hacer subastas que son “concursos cazatalentos para resaltar el valor agregado que le dan los productores desde las fincas. Estos eventos logran dejar estos lotes en un mercado diferente para los consumidores a los que les gusta el café de especialidad”, explica Carlos Julián Ruiz, director de la Asociación Colombiana para la Excelencia de Café (ASECC).
El fruto de la perseverancia, Cauca
Muchas veces ni los mismos caficultores saben cuáles son los perfiles de sus tazas y lo descubren cuando se presentan a dichos concursos, como le pasó a Adriana Díaz, la productora que ganó la subasta del Tolima.
En otros casos, deben probar muchas veces para poderse destacar. Esa es la historia de Jeferson Andrés Bolaños Zuñiga —caficultor del municipio de Bolívar, Cauca—, quien estuvo perfeccionando su método durante casi tres años.
“Un amigo me insistió en que sembrara la variedad Geisha. Pero me fue mal al principio porque al catarlo sabía a maíz, a cereza, que no es a lo que debería saber. Fui mejorando el proceso y después de muchos intentos pude dar con un buen café. Nos presentamos a la subasta y nos la ganamos, fue muy gratificante saber que tenía la taza más alta, un café muy bueno. Valió la pena tanto esfuerzo, me sentí muy orgulloso”, relata Bolaños.
Durante la Subasta por la Paz el 22 y 23 de noviembre, en Argelia (Cauca), vendió 104 kilos de su producto por US$126 la libra a la empresa colombiana Forest Coffee. Este fue el mayor precio alcanzado en un evento de este tipo durante 2024 y el puntaje de taza que tuvo fue de 88,5.
Bolaños siempre estuvo familiarizado con el café, pues desde pequeño le ayudaba a sus abuelos en los quehaceres, “a recoger la pepita, ponerlo a secar y demás”. Pero tuvo que dejar el cultivo por un tiempo porque no estaba siendo rentable y regresó hace más de siete años para retomar la labor y las riendas de la finca tras el fallecimiento de su abuelo.
Ahora, con las ganancias, el caficultor quiere expandirse para cultivar más. Actualmente el sembrado de la finca es de siete hectáreas y quiere llegar a las 14 o 15 con variedades Castillo y Geisha. “También me gustaría poder exportar directamente, a futuro, o crear mi propia marca. Con la subasta me di cuenta de lo bien que se puede pagar, quisiera hacer empresa además de ser agricultor”, destaca.
Las tazas de La Bohemia, Nariño
Usar las ganancias de las buenas ventas para reinvertirlas en el café es algo que comparte Bolaños con Raquel Lasso Muñoz. Ella es una caficultora de San Pedro de Cartago, Nariño, y logró vender dos lotes de variedades diferentes de café en la subasta La Mejor Taza Nariño.
Una de ellas fue la ganadora del concurso, la Geisha puntuada en 90,25 que se vendió por US$100 la libra a la empresa colombiana Café 18 - Banexport. La otra fue Borbón Rosado de 88,5 puntos que compró Forest Coffee por US$55 la libra. Ambos lotes fueron de 150 kilos.
“Los concursos son importantes porque incentivan a los demás productores. Esos buenos precios compensan el sacrificio de hacer el proceso bien, con mucho cuidado. Eso nos da a conocer, han venido de Dubái, Australia, Reino Unido y Francia detrás de nuestro café”, dice Lasso.
Y es que reconoce que el trabajo con variedades requiere de mucho cuidado y una gran inversión, pues el proceso es muy distinto. “Vale la pena hacer el esfuerzo por tener una mejor calidad en el café. La caficultura es bien complicada, ahora es rentable porque hay buen precio, pero en esta zona es difícil por la altura que supera los 1.800 metros sobre el nivel del mar”, asegura.
Esta actividad es a la que ha dedicado toda su vida, pues “crecí con el arrullo de la despulpadora de café de mi padre, la única que había en el municipio. En ese entonces había que subirse a los árboles para recoger el café”, recuerda Lasso Muñoz. Posteriormente, cambiaron los cafetos por árboles más bajos y ella se fue a estudiar Derecho en la Universidad de Nariño, carrera que ejerció durante unos 20 años.
“Hace 30 años regresé, me casé, compramos un pedazo de tierra de una hectárea y comenzamos a ensayar los cultivos porque a mí siempre me ha inquietado el tema. Probamos con otros cultivos, pero vimos las facilidades del café y aprendimos de los diferentes perfiles de la taza”, narra la productora.
En 1999 creó con su hermano la Fundación Agraria y Ambiental para el Desarrollo Sostenible (FUDAM) con la que compraron café a 159 familias, garantizando el comercio justo. De ellas, son 48 mujeres las que están certificadas para producción orgánica.
Además, en su finca La Bohemia produce cuy y se mantiene en búsqueda de otras alternativas para generar ingresos y no depender únicamente del café. También tienen una biofábrica para su producción orgánica y están creando biopreparados para ayudar en proceso de regeneración de suelos. Todo esto en un área de 2,5 hectáreas.
Ahora, con las ganancias de la subasta, Lasso va a pagar créditos que han hecho para mejorar la finca, como la construcción de un invernadero. “Cuando uno se pone la vara alta, la idea es superarla. El próximo año yo voy a construir un secadero hermético que extraiga la humedad y en eso también vamos a invertir el dinero”, sostiene.
Subastas de café como punto de partida
Jeferson Bolaños y Raquel Lasso tuvieron los mejores precios de dos de las cuatro subastas regionales (Huila, Nariño, Tolima y Cauca) que realizó ASECC este año, que en total tuvieron un valor cercano a los US$750 mil, según Ruiz. “Los cafés de la subasta son exageradamente caros. Son lotes que se han trabajado con procesos especiales y por eso son cantidades tan pequeñas”, añade.
Aunque dichos eventos se realizan desde hace 15 años, han venido tomando fuerza y van evolucionando en el país. El objetivo de ASECC para el próximo año es dar a conocer los perfiles distintos de la regiones y que haya precios muy buenos para lotes más grandes, de dos a cinco mil kilos.
Desde la Federación Nacional de Cafeteros consideran que Colombia es el corazón de los cafés de especialidad porque se dan todas las variedades durante todo el año. Este sector del negocio también se destacó.
“Crecimos el 140 % respecto al 2023 y estamos cerrando con 25.000 sacos de 60 kg exportados en 2024. Es el mejor año en la historia de cafés especiales y ese es el foco para traerles mayores rentabilidades a los productores. Lo que hacemos es ver qué piden los compradores y buscamos esos perfiles en el país” expresa José Martínez, director de Cafés de Especialidad (Craft) de la FNC.
Martínez asegura que las subastas son la mejor herramienta de promoción de los granos, pero no de comercialización porque no se garantizan siempre relaciones a largo plazo. El mejor aliado comercial de Lasso, por ejemplo, es justamente Café 18 - Banexport y le alegró que fueran ellos los que compraran el café en la subasta.
“Queremos que los cafeteros tengan un ingreso por encima del 20 % de lo que ofrece el mercado. Si bien hoy hay un precio superior a los US$3 la libra, que es muy bueno, somos conscientes de que no van a durar toda la vida. Habrá ciclos más bajos y qué bueno que para entonces exista una buena relación entre productores y clientes”, concluye Ruiz.
En últimas, el objetivo va más allá de las ventas de microlotes a grandes precios, aunque esa sea la puerta de entrada. La finalidad es conectar a los caficultores con los compradores, que se conozcan y sus relaciones comerciales perduren para que haya precios rentables y sostenibles en las fincas cafeteras.
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