Venezuela e Irán, en la mira de un mundo sin el petróleo ruso
Poquito a poco, como diría la canción, el mundo parece prepararse para sacar a Rusia de los grandes mercados energéticos. Casi de repente se reactivaron conversaciones con estados que, hasta la semana pasada, seguían en listas negras diplomáticas y comerciales, como Venezuela e Irán. ¿Se puede prescindir del petróleo ruso?
Ver los precios del petróleo por estos días casi se podría clasificar como un deporte extremo. Si bien es un mercado que normalmente se asemeja a una montaña rusa, lo de este par de semanas pasa de ser un parque de atracciones para niños a una construcción con varios cientos de metros de altura plena en bajadas y, principalmente, subidas. Hay adrenalina y también mucho miedo.
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Ver los precios del petróleo por estos días casi se podría clasificar como un deporte extremo. Si bien es un mercado que normalmente se asemeja a una montaña rusa, lo de este par de semanas pasa de ser un parque de atracciones para niños a una construcción con varios cientos de metros de altura plena en bajadas y, principalmente, subidas. Hay adrenalina y también mucho miedo.
En la mañana de este lunes, el precio del Brent (la referencia que aplica para Colombia) rozó los US$140 por barril, acercándose a la meta máxima para este producto (US$147), que fue lograda en 2008, en medio del peor descalabro financiero en la historia reciente.
Poco después, la cotización internacional bajó a US$124 y cerró las negociaciones a US$123, que igual sigue siendo un precio poco saludable, y deseable, incluso para quienes exportan petróleo: una escalada de este tamaño, durante un tiempo sostenido, podría terminar filtrándose en inflación vía aumentos en los costos de los combustibles. En EE. UU., por ejemplo, los precios de la gasolina ya tocaron niveles que no se veían desde 2008.
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Algo similar está sucediendo con los precios del gas natural, en particular en lo que atañe a los mercados europeos: en las negociaciones de este lunes, el precio gas natural TTF en el mercado holandés (uno de los referentes más importantes para la Unión Europea, UE) llegó a los 335 euros por megavatio hora (MWh). Poco después bajó a 270 euros, lo que igual supone 32 % por encima de su precio de cierre en la jornada del viernes pasado.
Estos niveles de volatilidad (que también se están presentando en otras materias primas, como trigo, aluminio o paladio) están profundamente relacionados con la invasión rusa a Ucrania y las drásticas sanciones económicas que fueron impuestas contra Rusia por países como Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea.
De fondo, lo que el mercado teme es que la producción rusa en sectores claves de materias primas cese por efectos de la guerra o las retaliaciones económicas para castigar la invasión a Ucrania impulsada por el presidente ruso Vladimir Putin.
Rusia produce cerca del 40 % del gas que se consume en Europa y representa el 16 % del suministro de este combustible a escala global. Además, es el tercer productor de petróleo en el mundo. En general, las guerras suelen introducir incertidumbre y volatilidad en los mercados por una serie de razones que pueden resultar algo obvias. Y la invasión rusa a Ucrania no es la excepción bajo ningún parámetro.
Un mayor aumento en los precios es lo último que prácticamente cualquier economía quiere ahora, pues, a escala global, la inflación es uno de los principales peligros para la sostenibilidad de la recuperación económica después de los desastres que la pandemia generó en 2020.
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Lo segundo que nadie quisiera tener que enfrentar es imaginarse cómo se ve la fotografía del suministro de energía a escala global sin Rusia en el cuadro.
Y si bien es una pregunta cara y compleja, la Unión Europea y Estados Unidos parecieran estar contemplándola más seriamente.
Vale la pena aclarar que la semana pasada Canadá dio un primer paso en este sentido al anunciar, la semana pasada, que prohibirá la importación de petróleo ruso: “Hoy anunciamos un veto en todas las importaciones de crudo desde Rusia, una industria que ha beneficiado enormemente al presidente Putin y a sus oligarcas”, dijo el 28 de febrero Justin Trudeau, primer ministro canadiense. Claro, también hay que decir que a renglón seguido el mandatario explicó que su país ha importado cantidades muy limitadas de este producto, pero la declaración, en todo caso, “envía un fuerte mensaje”.
¿Cómo se ve un mundo sin petróleo ruso?
Lo primero para responder esta pregunta es aclarar que es una cuestión teórica, por el momento, pero que parece estar ganando más tracción entre algunos aliados.
A diferencia de la respuesta unificada alrededor de las sanciones económicas contra personas cercanas a Putin, bancos y empresas rusas, la cuestión alrededor del gas y el petróleo es un juego enteramente diferente.
De acuerdo con cifras de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en enero de este año, la producción rusa de petróleo llegó a 11,3 millones de barriles por día (mb/d), detrás apenas de Arabia Saudí y EE. UU., los mayores productores en el planeta. Sin embargo, la industria rusa ha logrado consolidarse como la mayor exportadora de petróleo refinado a los mercados globales y la segunda (después de Arabia Saudí) en ventas internacionales de crudo.
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Ahora bien, según la información de la AIE, 60 % de las exportaciones de petróleo ruso se va para países de la OCDE en Europa (20 % sale con destino a China), esto incluye países como Alemania o Francia, por ejemplo, lo que ayuda a explicar las divisiones que hay al interior de la UE a la hora de abordar el problema energético que representa Rusia en estos momentos.
La Unión Europea ultima un cuarto paquete de sanciones a Rusia para evitar que Moscú pueda sortear con vacíos legales las represalias ya aprobadas y presentará este martes un conjunto de medidas para reducir su dependencia del gas y el petróleo, dijo este lunes la Comisión Europea. Sin embargo, no hay fecha clara de cuándo y cómo se podrían aplicar las nuevas sanciones.
Lo que sí está claro es que Alemania no parece estar muy contenta con esta visión. Este lunes, el canciller alemán, Olaf Scholz, aseguró que las importaciones energéticas rusas son “esenciales” para la vida diaria en Europa y el suministro continental no puede garantizarse de otra manera, en palabras reportadas por la cadena alemana Deutsche Welle.
Hasta el momento, Alemania ha dado pasos importantes en el camino de sancionar a Rusia por su guerra en Ucrania. El más duro ha sido la suspensión de la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, una iniciativa que llevaría directamente el gas ruso a territorio alemán y en la que Gazprom hundió unos US$11.000 millones en el mar Báltico. El proyecto no va más.
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Pero de ahí a cortar del todo la importación de productos energéticos desde Rusia a Alemania hay un trecho que, al menos hasta el momento, se antoja insalvable. Las cifras de la AIE muestran que del total de compras alemanas en petróleo, 30 % viene de la industria rusa, lo que no es poco (esta participación llega a 80 % en países como Finlandia, por ejemplo).
En Estados Unidos, el Gobierno del presidente Biden está considerando la posibilidad de prohibir las importaciones de petróleo ruso a Estados Unidos sin la participación de los aliados en Europa, al menos inicialmente.
Este lunes, según información publicada por el diario The New York Times, un grupo de legisladores demócratas y republicanos lograron un acuerdo sobre legislación que, de ser aprobada, prohibiría la importación de petróleo ruso y suspendería las relaciones comerciales con Rusia y Bielorrusia (el gran aliado de Putin en su guerra con Ucrania).
El petróleo ruso representó alrededor del 3% de todos los envíos de crudo que llegaron a EE. UU. el año pasado, según datos de la Administración de Información de Energía de EE. UU. Las importaciones estadounidenses de crudo ruso en 2022 han caído al ritmo anual más lento desde 2017, según la firma de inteligencia Kpler.
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Si se incluyen otros productos petrolíferos —como el gasóleo sin terminar que puede usarse para producir gasolina y diésel—, Rusia representó alrededor del 8 % de las importaciones de petróleo de 2021, aunque esos envíos también han tendido a la baja en los últimos meses.
Es probable que otros aliados de EE. UU., como Corea del Sur y Japón, sigan el ejemplo si la Administración Biden prohíbe el petróleo ruso, a pesar de que los dejará vulnerables, según John Driscoll, estratega jefe de JTD Energy Services, quien lleva más de 30 años comerciando crudo y petróleo en Singapur.
Driscoll agregó que “se está sacando de la ecuación a uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo” y eso va a tener un gran impacto no solo en términos de exportaciones de petróleo ruso, sino también en la cadena de suministro en general”.
Las opciones: ¿Venezuela o Irán?
En medio de este escenario, el gobierno de EE. UU. confirmó este lunes que una delegación de ese país viajó a Venezuela para sostener encuentros con el Gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, sobre “seguridad energética” en medio de la escalada de precios del petróleo por la invasión rusa a Ucrania.
Así lo indicó en rueda de prensa Jen Psaki, la portavoz de la Casa Blanca, al ser preguntada por estas conversaciones directas entre Washington y Caracas, las de mayor nivel entre ambas partes en la capital venezolana en años.
“El propósito del viaje (a Venezuela) era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”, señaló la portavoz presidencial.
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Vale la pena recordar acá que bajo la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos impuso duras sanciones económicas contra Venezuela en 2019, entre ellas a la exportaciones de petróleo, el principal motor económico venezolano.
Por otra parte, el director de la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) estuvo en Teherán, capital de Irán, para discutir un posible camino de reactivación del acuerdo nuclear con este país, luego de que fuera torpedeado por la administración de Trump.
Esto, entre otras acciones, desbloquearía las exportaciones iraníes hacia mercados internacionales. Irán que posee las segundas reservas de gas natural y las cuartas de crudo del mundo, probablemente podría aumentar sus exportaciones en alrededor de un millón de barriles diarios en los meses siguientes a cualquier acuerdo, según los operadores.
Aunque la comunidad ha ido tomando acciones para apuntalar los precios del petróleo, ninguna ha tenido realmente efectos en los mercados. La semana pasada, al AIE aseguró que sus miembros liberarían reservas por 600 millones de barriles (incluyendo 300 de EE.UU.).
Y el problema acá es que los grandes proveedores agrupados en la OPEP + (grupo en el que el símbolo + representa a Rusia) no han querido incrementar su producción más allá de las cuotas establecidas después del cierre de las economías por la pandemia. Para ellos, no hay problemas estructurales en el suministro global de crudo, por lo que dejarán las cosas tal y como están.