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En 1989 el presidente de Colombia era Virgilio Barco, en una época marcada por el narcotráfico y la presión internacional. La economía crecía al 3,4 %, la inflación era del 26 % y el desempleo alcanzaba el 9 %. En el mundo se emitía el primer capítulo de Los Simpson, de Matt Groening. Treinta años después, el programa de entretenimiento se mantiene, así como Colombiamoda, la semana de la moda de Colombia, cuya trigésima edición termina hoy en Medellín.
En ese lapso, la industria de la moda y el consumidor cambiaron. El tema fue uno de los puntos de discusión en el pabellón del conocimiento, organizado por la Universidad Pontificia Bolivariana e Inexmoda. Allí Camilo Herrera, fundador de Raddar, en el conversatorio “El consumidor colombiano 30 años después”, explicó algunas razones.
En la presentación abordó factores económicos, políticos y sociales para entender la transformación. Además, habló del logro de Colombiamoda para dejar de ser visto como un evento y pasar a considerarse como un referente para el sistema moda nacional. “Siempre será fácil criticar, pero si logras mantener un evento por 30 años consecutivos y reunir a toda la industria, ya eres más que un evento”.
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Cuando Inexmoda inauguró el evento exportaban a 46 destinos, en 2019 lo hacen a más de 127 naciones. Hace 30 años los colombianos compraban en promedio nueve prendas de ropa anuales por US$13. En 2019, un colombiano se compra casi 28 prendas a US$7, a causa del cambio en los precios de las prendas a nivel mundial, y gasta casi $600.000 en ropa al año.
El sistema moda logró que los colombianos compren más por temas como la fast-fashion (o moda pronta), que masificó e hizo asequibles las tendencias. También se debe al ingreso de productos chinos al país. “Desde 2005 los precios de las prendas en Colombia no crecen. Si comparamos en función con el salario mínimo podemos decir que ahora una prenda pesa menos que hace tres décadas. Antes pesaba el 13,1 % y ahora el 2, 5 %”, dijo Herrera durante el conversatorio.
En el año 89 el gasto de los hogares era menor que el de hoy. En esa época, de $100 los colombianos gastaban el 35 % en alimentos, el 33 % en vivienda y el 9 % en vestuario. En 2019 el nacional promedio destina el 28 % para alimentación, el 28 % a vivienda y el 4 % a ropa. Aunque la destinación para vestuario cayó a la mitad en 30 años, lo que explica que la gente pueda comprar más que antes, según Herrera, es que los precios se volvieron más cercanos y la gente tuvo más acceso.
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Por otro lado, el experto enfatizó en que existen tres productos que no se van a permear por la tecnología: comida, vivienda y vestuario. Se van a mantener offline, porque no hay forma de vivirlas en línea, según él. También mencionó la importancia de entender que el mercado mutó, pues los consumidores se mueven en otros formatos, como en internet y la venta de catálogos. Ahora, el consumidor busca productos buenos, disponibles y asequibles. Está pidiendo, además, un consumo consciente y con buenas prácticas. La gente está cambiando sus hábitos “desde el plato de comida hasta el armario”, aseveró Herrera.
El llamado es a la democratización, porque la industria ya se masificó, es decir, ya es asequible. El consumidor quiere ser parte de las decisiones de consumo y del proceso. La transformación se debe, en parte, por lo que ha sucedido con el fast-fashion y el derrumbe del Rana Plaza (que dejó más de 1.000 muertos, principalmente trabajadorets de la confección, en su mayoría mujeres), en Bangladés, que evidenció las malas prácticas laborales en la industria y ha llevado al consumidor a pensar de dónde viene lo que compra y a tomar una posición más responsable.
“Compramos más ropa porque es más barata y tenemos más acceso. Antes éramos una industria textil y nos imponían ciertas maneras de ser. Ahora somos auditores de estas marcas y buscamos empresas con contenido. Somos los que les estamos dando a las marcas la directriz de cómo ser”, cuenta Luz Lancheros, periodista de moda.
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Colombiamoda ha logrado en 30 años reunir a un sector que, de acuerdo con cifras de Procolombia, representa el 6 % del PIB industrial, genera más de 600.000 empleos directos y que alcanzó en 2018 exportaciones a 100 destinos. “Las exportaciones el año pasado rondaron los US$800 millones, jalonadas por las del sector textil y confecciones. Tuvimos un aumento de consumo per cápita de prendas del 6 % y, además, las cifras de enero a mayo de este año muestran un incremento del 6 % del consumo de vestuario. Estamos optimistas de que el mercado seguirá creciendo y estamos seguros de que la feria va a ayudar”, dijo Lorenzo Velásquez, director del laboratorio de investigación en innovación de Inexmoda.
Los retos para el sistema moda son la implementación de las prácticas sostenibles en la industria, lograr competir con un mercado que no solo es local, el buen uso de la tecnología. Además, seducir a un consumidor que está volviendo a canales tradicionales, quizá por el aumento en el IVA, pues antes era de un 6 % y ahora está en 19 %, que tiene más acceso y que tiene la capacidad de escoger en qué gasta.
* Artículo posible por invitación de Inexmoda.