Zapatos chinos, los enemigos de la región
Representantes del sector del calzado de Latinoamérica coinciden en que la Organización Mundial del Comercio los tiene desamparados.
El Espectador
Vivieron por años en condiciones inhumanas. Su misión: fabricar calzado barato para los consumidores occidentales. Un día de febrero de 2008 los trabajadores de la fábrica Dingfu —en la ciudad china de Houjie— se levantaron en un motín sin precedentes. Saquearon la planta. “Fue finalmente la explosión del milagro económico chino”. Así describió el periodista británico Simon Parry la rebeldía de un grupo de empleados orientales.
La explotación, las jornadas de 24 horas, los niños trabajadores o los sueldos insignificantes son hechos que constantemente se denuncian, sobre todo en Occidente. Los precios ínfimos a los que China vende al mundo entero su calzado, tampoco son un secreto.
Esta semana se reunieron en Bogotá, en la Feria Internacional del Cuero, representantes del sector del calzado de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Venezuela y Perú. Y todos, sin excepción, coincidieron en que los zapatos chinos son los grandes enemigos del sector. Los impulsores del contrabando. Y lo más grave, aseguraron, las medidas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no protegen a los países de América Latina de este flagelo.
Las cifras son contundentes. Según la DIAN, en 2004 ingresaron a Colombia 51 millones de pares de zapatos ilegales —la mayoría chinos—, y de éstos, 20 millones ingresaron a 20 centavos de dólar el par. Aunque las importaciones han bajado, siguen preocupando a la industria, como lo dijo Luis Gustavo Flórez, presidente de la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado, el Cuero, la Marroquinería y sus Manufacturas. “A noviembre de 2009 superaron los siete millones de pares”.
Alberto Sellaro, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado de Argentina, dijo enfático que la OMC “debería empezar a mirar a los países en desarrollo. Las ventajas las llevan siempre los más fuertes”.
El representante de Brasil, Heitor Klein —director de la Cámara de Calzado de ese país—, denunció que entre 2008 y 2009 recibieron 50 millones de pares de zapatos a precios por debajo de un dólar el par. Y así, las cifras se replican en casi toda la región.
“Las medidas que establece la OMC para el control de la competencia desleal son demasiado superficiales”, intervino Nicola Moretti, presidente de la Cámara Venezolana del Calzado y Componentes. Y su denuncia fue más allá. Aseguró que la ausencia de reglas rigurosas ha llevado, en su país, a la creación de mafias que cuentan con la participación “desde militares hasta políticos”.
Al finalizar el encuentro se llamó a la unión de los países para “exigir” a la OMC que fije sus ojos en Latinoamérica. Un llamado para controlar las importaciones de calzado de China, Vietnam y Malasia, enemigos acérrimos del sector.
Vivieron por años en condiciones inhumanas. Su misión: fabricar calzado barato para los consumidores occidentales. Un día de febrero de 2008 los trabajadores de la fábrica Dingfu —en la ciudad china de Houjie— se levantaron en un motín sin precedentes. Saquearon la planta. “Fue finalmente la explosión del milagro económico chino”. Así describió el periodista británico Simon Parry la rebeldía de un grupo de empleados orientales.
La explotación, las jornadas de 24 horas, los niños trabajadores o los sueldos insignificantes son hechos que constantemente se denuncian, sobre todo en Occidente. Los precios ínfimos a los que China vende al mundo entero su calzado, tampoco son un secreto.
Esta semana se reunieron en Bogotá, en la Feria Internacional del Cuero, representantes del sector del calzado de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Venezuela y Perú. Y todos, sin excepción, coincidieron en que los zapatos chinos son los grandes enemigos del sector. Los impulsores del contrabando. Y lo más grave, aseguraron, las medidas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no protegen a los países de América Latina de este flagelo.
Las cifras son contundentes. Según la DIAN, en 2004 ingresaron a Colombia 51 millones de pares de zapatos ilegales —la mayoría chinos—, y de éstos, 20 millones ingresaron a 20 centavos de dólar el par. Aunque las importaciones han bajado, siguen preocupando a la industria, como lo dijo Luis Gustavo Flórez, presidente de la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado, el Cuero, la Marroquinería y sus Manufacturas. “A noviembre de 2009 superaron los siete millones de pares”.
Alberto Sellaro, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado de Argentina, dijo enfático que la OMC “debería empezar a mirar a los países en desarrollo. Las ventajas las llevan siempre los más fuertes”.
El representante de Brasil, Heitor Klein —director de la Cámara de Calzado de ese país—, denunció que entre 2008 y 2009 recibieron 50 millones de pares de zapatos a precios por debajo de un dólar el par. Y así, las cifras se replican en casi toda la región.
“Las medidas que establece la OMC para el control de la competencia desleal son demasiado superficiales”, intervino Nicola Moretti, presidente de la Cámara Venezolana del Calzado y Componentes. Y su denuncia fue más allá. Aseguró que la ausencia de reglas rigurosas ha llevado, en su país, a la creación de mafias que cuentan con la participación “desde militares hasta políticos”.
Al finalizar el encuentro se llamó a la unión de los países para “exigir” a la OMC que fije sus ojos en Latinoamérica. Un llamado para controlar las importaciones de calzado de China, Vietnam y Malasia, enemigos acérrimos del sector.