Acoso escolar en Manizales: reflexiones de los padres de los involucrados
Mientras crece la indignación por el caso en el que un estudiante por poco termina empalado por sus compañeros, internamente en la comunidad estudiantil se vive zozobra. En un grupo de WhatsApp del colegio, los padres de los involucrados hicieron sus reflexiones.
Los titulares más moderados muestra lo que sucedió en la capital de Caldas: “Acoso escolar en Manizales: estudiante casi termina empalado por sus compañeros”. La historia que circula, basada más en versiones oídas que en hechos informados oficialmente por el colegio caldense, relata que, en la cancha de la institución, uno de los estudiantes atacó con una varilla a un compañero, causando lesiones en sus testículos, que requirieron una cirugía. Hoy todo es objeto de reflexión y los padres de los involucrados ya sentaron posición. (Lea: Acoso escolar en Manizales: estudiante casi termina empalado por sus compañeros)
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Los titulares más moderados muestra lo que sucedió en la capital de Caldas: “Acoso escolar en Manizales: estudiante casi termina empalado por sus compañeros”. La historia que circula, basada más en versiones oídas que en hechos informados oficialmente por el colegio caldense, relata que, en la cancha de la institución, uno de los estudiantes atacó con una varilla a un compañero, causando lesiones en sus testículos, que requirieron una cirugía. Hoy todo es objeto de reflexión y los padres de los involucrados ya sentaron posición. (Lea: Acoso escolar en Manizales: estudiante casi termina empalado por sus compañeros)
A partir del caso (justo la semana en la que se supo que Colombia es el segundo país con el mayor nivel de bullying escolar en Latinoamérica) ha crecido en redes tanto la indignación, en medio de la falta de información oficial. Al día siguiente de presentarse el caso, hubo una manifestación de padres preocupados al frente del colegio. Y en la cancha donde ocurrió el caso de acoso, algunos profesores, por su cuenta, pusieron una pancarta con un mensaje dirigido a todos los alumnos: “Aquí, un juego se antepuso a la vida. Y tú ¿qué hiciste? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué harás?”
En medio del debate que se vive en redes, los más moderados han pedido más acciones contra el acoso escolar y sanciones contra las directivas. Los más incendiarios hablan de un crimen premeditado y aberrante e, incluso, (olvidando lo irreflexiva que puede ser la preadolescencia), piden una condena contra el responsable del ataque, que no supera los 13 años.
Sin embargo, al interior de la comunidad educativa se viven momentos de zozobra, tensión e incertidumbre, que han manejado con hermetismo. De puertas para afuera las críticas les han llovido por su silencio. “Soy padre del Colegio y me ha parecido terrible la falta de información y la especulación. Pero no logro tener elementos para determinar si es o no un caso de acoso. Yo he tenido situaciones de estrés con mis dos hijas, pero afortunadamente en ambos casos el colegio ha acompañado y actuado. Creo que el colegio ha comunicado muy mal, y eso ha ayudado a confundir más”, dijo uno de los padres.
A su reflexión, una madre le respondió: “Andrés, mi hermana estuvo al frente de la marcha que se vivió en el colegio. Mi sobrino de solo 6 años ha sido víctima de acoso. Esto es desde preescolar hasta secundaria. La falta de acción es sistemática, revictimizando, aludiendo a comportamientos típicos de la edad. Hoy levantaron la voz, hablaron por los años que han estado marcados por el silencio cómplice. Un caso es el detonante de muchos otros, que se han quedado en la sombra, en el cambio de colegio, en el miedo a la verdad”. (Puede ver nuestro especial: Los rostros del acoso y el abuso escolar)
Todo esto ocurre en una institución donde estudian los hijos de las familias más adineradas de Manizales y muchos aseguran que el silencio es porque les preocupa más el golpe reputacional, pero al interior también hay preocupación. Al menos, es lo que se interpreta al conocer en general la voz de los padres y miembros de la misma comunidad. Según conoció este diario, han tratado todos estos días de reunir las piezas para entender qué sucedió. Algunos estudiantes, por su parte, tímidamente han dado pistas, mientras otros se limitan a decir “no tengo elementos de juicio para opinar”.
Dicen los alumnos que la lesión fue producto de una acción, reprochable en extremo para los adultos, pero normalizada entre los estudiantes: entre los varones, quien se agachaba quedaba expuesto a que alguno le chuzaran los glúteos con un lápiz. El día de los hechos, el grupo integrado por niños con edades entre los 12 y los 13 años, estaba en una cancha, donde había estacas, que el colegio deja en el campo para sujetar las redes de los arcos. Una de esas fue la que utilizó el agresor.
Lo cierto, es que, al igual que algunos padres, pocos alumnos parecen identificar si fue un caso de acoso escolar repetitivo entre el joven herido y el agresor o producto de una broma pesada que, de haber sido identificada y detenida a tiempo por los profesores, no hubiera terminado en esta lamentable situación. Lo único que atinan a decir los alumnos es: “Él no midió la consecuencia de su acto”. No lo interpretan como algunos adultos, que lo califican casi como un plan criminal.
Debates entre padres
De todo esto se ha hablado en los grupos internos de WhatsApp que tienen los padres, opiniones que también se ventilaron en la extensa reunión presencial que tuvieron con las directivas, analizando los hechos y buscando soluciones. Allí se mencionó desde la expulsión del joven; reforzar los programas antibullying y hasta de darle una segunda oportunidad a quien cometió la agresión. En medio de esos encuentros, se conocieron las posiciones tanto de los padres del niño agredido como del agresor. (Lea también: Colombia, segundo país con nivel de bullying escolar más alto en Latinoamérica)
De un lado, con dolor y reflexión, haciendo un llamado al colegio para no minimizar ningún tipo de acoso ni violencia. Del otro, un mea culpa, de unos padres angustiados pidiendo perdón y dispuestos a aceptar las consecuencias. Entrelíneas, ambas familias dejan ver que la preocupación no era nueva.
Familia del joven agredido
El día de los hechos, en el grupo de WhatsApp de los padres, casi todos dieron su opinión. Pero solo entrada la noche, de las familias realmente involucradas, la primera en pronunciarse fue la del joven agredido. “Buenas noches. Dudé mucho en escribir el mensaje, porque la mayoría de las veces, lo que pasa lo recibimos con burla. Los escribo hoy, aquí, con la esperanza de que a costa del dolor que estamos sintiendo como padres, algo pueda cambiar”, fueron las primeras líneas de la mamá.
“El día de hoy las cosas que están pasando entre los niños superaron todos los límites. Hemos hablado con preocupaciones de la exclusión, la violencia verbal, en algunos casos la agresividad física que ha llevado a que varias familias se retiren del colegio. Hoy, superando todos los límites, nuestro hijo fue agredido en unas condiciones que ni vale la pena aclarar, por la violencia que tiene implícita”.
“El caso, por las condiciones en que se dio, está en manos de trabajadores sociales y otros profesionales. Mañana será sometido a cirugía y esperamos que no solo no tenga consecuencias de salud, sino que en adelante se dejen de minimizar actos vandálicos, haciéndolos ver ‘menores’ o como ‘accidentes’, porque un accidente es una patada jugando fútbol o un golpe con un balón. Lo de nuestro hijo jamás podrá ser considerado un accidente”, concluyó.
La familia del joven agresor
Pasaron casi tres horas antes de que los padres del joven agresor escribieran. En esta oportunidad, fue el padre quien tomó la vocería, a través de una carta que adjuntó al grupo. “Nos dirigimos a ustedes, como padres, con un profundo sentimiento de tristeza, dolor y preocupación. Hoy nuestro hijo, en un acto irresponsable, lesionó seriamente a su compañero. Por él elevamos nuestras oraciones y esperamos su pronta recuperación”, fueron sus primeras palabras. (Lea también: Abuso en entornos escolares, una materia que sigue pendiente)
“Queremos pedir a sus padres y a su hijo perdón en nombre de nuestro hijo y de nuestra familia por el daño causado. Entendemos su dolor y nosotros vivimos el nuestro. Estamos demasiado tristes, decepcionados y confundidos. Hoy estamos sintiendo y viviendo la vulnerabilidad a la que nos enfrentamos los seres humanos”.
“Como familia creemos en los valores y principios y cada día trabajamos en ellos, para hacer de nuestros hijos buenos seres humanos. Sin embargo, esto no nos libra de cometer errores y equivocaciones en muchos momentos de la vida. Nuestro hijo también está devastado, confundido y arrepentido. Tanto él como nosotros estamos dispuestos a afrontar esta situación con responsabilidad y humildad.
“Nuevamente, expresamos nuestra solidaridad a la familia del niño afectado y manifestamos nuestra empatía con las manifestaciones de preocupación de la comunidad, sobre este tipo de acontecimientos”, concluyó.
La responsabilidad no es solo del colegio
“Soy padre de alumnos del colegio. Llevo años en la institución. Sé de las medidas anti Bullying que se tienen y de los esfuerzos de la institución. Situaciones así suceden a todo nivel social. Esta situación no permite una manera irresponsable de ser tratada. Pido prudencia”, escribió un padre de familia, reconociendo que algo ha hecho la institución. Los directivos, no obstante, han sido más reservados, amparados en que en el caso están involucrados menores de edad y no pueden dar detalles.
Pero, casi como un susurro de pasillo, en la búsqueda de una explicación al aterrador episodio, algunos exponen una de las posibles causas estructurales que han derivado en que el acoso escolar haya sido un mal difícil de erradicar: A los efectos de la pospandemia, se suma la acción de algunos padres que los deja maniatados: cuando intentan tomar acciones disciplinarias contra los alumnos, llegan respaldados con abogados, para evitar la sanción. Casi como diciendo, que sus hijos son intocables.
Y ese mensaje, sumado a los yerros de las estrategias implementadas en el colegio más costoso del departamento de Caldas, dicen, se han combinado hasta derivar en el lamentable hecho que los tiene en el ojo del huracán. El caso se debe investigar, encontrar las fallas estructurales para que una tragedia como la que se vivió no se vuelva a repetir. (Lea: Guía para hablar con sus hijos e hijas de acoso y abuso)
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