Acoso sexual en Uber, Didi, Cabify e InDriver. ¿Quién los vigila?
Varias mujeres han señalado casos de hurto, acoso y abuso sexual en estas aplicaciones de transporte. Aunque algunas cuentan con un protocolo de denuncia, encontrar la ruta no es fácil. En Colombia, además, no es claro quién regula y rastrea el comportamiento de los conductores de estas apps.
Paula Casas Mogollón
María Paula Lizarazo
“Estábamos con una amiga en la 82 con 15 y pedimos un servicio de taxi por Cabify (…). Sobre la estación de la 116 con autopista el taxi dijo que se había pinchado. Frenó y se orilló. Se subieron dos tipos en la parte de atrás, nos encañonaron, nos golpearon, nos dieron vueltas durante dos horas por el sur de Bogotá y nos robaron todo (…) Nos amarraron con los cordones, nos taparon la cara y nos dejaron botadas detrás del Jardín Botánico”. Esta es la denuncia que Juliana* puso ante la Fiscalía en febrero de 2022, luego de ser víctima de robo y retención. Como Juliana hay otros casos en redes sociales en los que se denuncia la ausencia de controles y protocolos en estas aplicaciones de transporte particular para atender casos de robo, acoso sexual y abuso sexual.
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“Estábamos con una amiga en la 82 con 15 y pedimos un servicio de taxi por Cabify (…). Sobre la estación de la 116 con autopista el taxi dijo que se había pinchado. Frenó y se orilló. Se subieron dos tipos en la parte de atrás, nos encañonaron, nos golpearon, nos dieron vueltas durante dos horas por el sur de Bogotá y nos robaron todo (…) Nos amarraron con los cordones, nos taparon la cara y nos dejaron botadas detrás del Jardín Botánico”. Esta es la denuncia que Juliana* puso ante la Fiscalía en febrero de 2022, luego de ser víctima de robo y retención. Como Juliana hay otros casos en redes sociales en los que se denuncia la ausencia de controles y protocolos en estas aplicaciones de transporte particular para atender casos de robo, acoso sexual y abuso sexual.
Julián Toro cuenta la historia de Valentina*, su amiga de 18 años, quien le pidió que pusiera el denuncio en Didi, luego de pedir un servicio en Medellín en marzo de este año. El conductor, dice Toro, para evitar problemas con la Policía de Tránsito, le pidió a Valentina, que llevaba a su perro de dos meses, sentarse en la silla del copiloto. “Empezaron a hablar, y en un momento el conductor le preguntó que cómo eran sus partes íntimas”, comenta. Luego, señala Toro, el conductor le aseguró que hablar de eso lo excitaba. “Le dijo que se le había parado y lo sacó. Le decía que mirara y ella solo miraba a la ventana. Ante la negativa, él la empezó a tocar mientras al perro lo agarraba duro del cuello. Amenazándola le dijo que ya sabía dónde vivía para visitarla más seguido”, apunta. (Puede leer: Claudia Quintero y su lucha por salvar a otras mujeres)
María* denunció a un conductor de InDriver, que la recogió en la avenida Boyacá con calle 131 en un Chevrolet Onix. “El señor estaba con gafas oscuras y gorra, no se me hizo raro porque eran las tres de la tarde”, recuerda. Después, dice, empezaron las preguntas incómodas, como dónde vivía, de qué colegio se había graduado o si ganaba bien. “A los 10 minutos empecé a sentir un hormigueo en las manos y en las piernas. Me sentía sin fuerza, confundida y desubicada. No sabía dónde estaba. Medio inconsciente logré abrir la puerta y botarme del carro para pedir ayuda”, asegura. Estas tres mujeres, al igual que muchas que se enfrentan a acosos y abusos sexuales en estas plataformas, no sabían cuáles eran las rutas para presentar sus denuncias.
¿Cuáles son los protocolos internos en estas aplicaciones?
Lina Rivera, gerente de relaciones públicas de InDriver Latinoamérica, afirma que cuando un conductor es reportado por acoso sexual se bloquea al instante su cuenta, continúan con un seguimiento de la denuncia y, de ser necesario, colaboran con las autoridades. “Priorizamos al denunciante. El bloqueo al denunciado, que es preventivo, se levanta hasta tanto se aclare el caso”, apunta. Rivera explica que para un caso de un conductor en Medellín, fue bloqueado en noviembre de 2021 y “no tiene vigencia en la app y no puede trabajar o ser usuario de InDriver. También se emitió carta de colaboración para autoridades locales”. Al igual que el conductor de Medellín, en Cúcuta, señala Rivera, otro hombre “fue vetado permanentemente para cualquier uso de la aplicación”.
Juliana, luego de ser robada y retenida, denunció al taxista ante la Fiscalía y lo reportó en la plataforma. En un correo automático, Cabify respondió que estaba “de acuerdo en que no se trata del comportamiento que uno espera al solicitar un traslado en Cabify (…) Para el conductor que se asignó en tu viaje, se reportó con el área de calidad a conductores y se validará su permanencia en la app”. Días después la mamá de Juliana hizo público el caso en redes sociales y el representante legal se comunicó con ella. Hoy, casi un mes después, ni el representante ni la Fiscalía se han vuelto a poner en contacto con ella. Cabify, una vez se reporta el caso en la plataforma, el equipo interno contacta inmediatamente a los involucrados. (Le puede interesar: ¿Cómo no repetir los errores en el caso de abuso en el Marymount?)
Cabify cuenta que la aplicación también tiene un botón de emergencia que permite que el pasajero se ponga en contacto con el área de atención de la empresa. Primero, al recibirse la denuncia, el conductor es suspendido de manera preventiva y “dependiendo del caso concreto y de los resultados de las investigación del mismo, Cabify contempla en sus procesos la presentación de acciones legales directas en contra de socios conductores que pudiesen haber cometido acciones fraudulentas para violar los controles de seguridad de la plataforma”, señala un comunicado enviado a este diario.
Didi, luego de conocer la denuncia de Julián Toro, se contactó con él para pedirle detalles de lo ocurrido y el número de solicitud del servicio. Según cuenta Toro, Didi señaló que el conductor fue suspendido. Paula Bernal, gerente de Asuntos Gubernamentales para la región Andina en DiDi, comenta que esa aplicación cuenta con 20 funciones de seguridad, entre las que están un botón de emergencia que conecta con la Línea Nacional de Emergencia 123 y el Centro de Emergencias DiDi 24/7; la opción de compartir el viaje en tiempo real y de calificar al conductor para evitar que en futuras oportunidades la denunciante se conecte con esa persona; y, para ser socio conductor, debe pasar por una revisión de antecedentes y validación de documentos.
Además, Bernal señala que cuentan con un protocolo de seguridad en el que “brindan acompañamiento a la víctima, ofrecen asistencia médica y psicológica, y orientación para presentar una denuncia ante las autoridades y, si la cuenta denunciada incumplió con las condiciones de la app, será bloqueada permanentemente”. Pero encontrar estos protocolos en la página web no es tan fácil. Uber, por su parte, publicó en febrero unos videos pedagógicos para evitar conductas inapropiadas de usuarios y de conductores, que van desde miradas hasta comentarios incómodos. Además de la guía, en la aplicación se puede reportar el incidente de acoso ingresando a “Ayuda”, luego elegir “Tuve un problema de seguridad” y “Denunciar acoso sexual”. También se puede seleccionar solo conductoras mujeres. (También puede leer: Apenas el 38% de colegios capacita a profesores en prevención de acoso sexual)
Fallas en las denuncias
El siguiente paso, luego de reportar en las plataformas el caso, es denunciar ante la Fiscalía. Sin embargo, muchas mujeres por miedo, como le pasó a Valentina, no lo hacen. Otras, como Juliana, se quedan esperando la respuesta del ente de control o les piden una serie de pruebas que, en algunos casos, es imposible recopilar. Por eso, la mayoría de estas denuncias no prosperan. Elizabeth Castillo, abogada y consultora en Género y Derechos Sexuales y Reproductivos, dice que, según los índices del Consejo de la Judicatura, la impunidad se da en todas las violencias de género, pues de cada 10 casos en el país, se denuncian dos. “Además, ocho de cada 10 terminan cerrados por falta de pruebas, vencimiento de términos y otras razones procedimentales. No porque se haya declarado que esta persona no cometió un delito”, anota.
Castillo comenta que en el escenario de las plataformas el terreno aún es nuevo y que “el problema es que no se está mirando este caso específico como debería, ni se está contemplando, por ejemplo, el hecho claro de que la mujer, cuando acude a la aplicación y toma un vehículo, está poniendo su confianza absoluta ahí. Esa violación de la confianza y ese riesgo creado al usar una plataforma digital no está sancionada claramente en el Código Penal”, añade. Este, dice, es un problema grave porque la forma de vinculación de los conductores y de las conductoras es tan informal, que es muy difícil poder hacer un seguimiento efectivo en cada uno de los casos para que sean sancionados. “Se debe mirar cómo vamos a regular eso e impedir que se conviertan en territorio de nadie”, apunta. (Puede interesarle: Informe de 200 organizaciones revela la inquietante situación de la niñez en Colombia)
El Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTic) aseguró a El Espectador que la regulación de estas aplicaciones, a pesar de que son economía digital, es una tarea que le compete al Ministerio de Transporte. El Espectador se comunicó con el Mintransporte, pero al cierre de esta edición la cartera aseguró que no alcanzaba a dar información. La Policía, a pesar de que lleva un registro de las agresiones de abuso y acoso sexual contra las mujeres, no ha separado los casos específicos de transporte público ni de transporte particular. Este diario también intentó contactarse con la Fiscalía para conocer si cuenta con cifras diferenciadas de estos casos, pero no recibió respuesta.
Aunque aún no es claro cuál debe ser la entidad reguladora de estas plataformas, la psicóloga Diana Riaño, doctora en psicología, investigadora en supervisión clínica y profesora de la Universidad Católica de Pereira, insiste en que denunciar es importante porque, de un lado, se está haciendo una advertencia social sobre el agresor, y, de otro, porque “estoy haciendo una acción para defenderme y no quedarme en la percepción de que el otro tuvo el poder sobre mí. Terapéuticamente sirve mucho para que la persona que fue acosada pueda marcar un punto de diferencia sobre que ella tiene el poder también”. Sumado a esto, Riaño advierte que cuando las denuncias no prosperan, se puede generar en la víctima un fortalecimiento del hecho de que le pueden hacer lo que sea y no pasa nada.
“En algunos procesos, el hecho de que no pase nada con la denuncia puede fortalecer la baja autoestima que el acoso genera”, advierte Riaño. En cambio, si las víctimas ven que hay justicia, “pueden volver a estar un poco más seguras y eso ayudaría terapéuticamente para que la persona vuelva a funcionar como lo hacía antes: sin miedo”. El acoso, comenta, tiene un impacto muy fuerte emocionalmente en las víctimas y es necesario empezar a hacer procesos terapéuticos para rastrear si quedó con impactos o no, como ansiedad, tristeza, irritabilidad o insomnio. Pone el ejemplo de “una chica a la que le agarraron una nalga en Transmilenio. Ella no habló con nadie del tema. Fue un segundo su acoso, pero llevaba tres semanas sin dormir. Eso es un impacto del acoso”. (Puede leer: El Espectador gana concurso de la FAO para América Latina y el Caribe)
Las estrategias que buscan evitar el acoso en otros países
Así como en Colombia, en otros países estas aplicaciones no tienen un ente regulador, por lo que han surgido algunas iniciativas para prevenir y atender el acoso sexual en carros particulares de transporte. En Brasil, Chile y Argentina crearon aplicaciones dirigidas solo a mujeres, buscando evitar el acoso en conductoras y en usuarias de estos transportes. “Femitaxi”, la aplicación de Brasil, entró en funcionamiento a finales de 2017 luego de que varias usuarias se manifestaran en contra del acoso en el transporte en las principales ciudades del país. En ese entonces, las mujeres denunciaban miradas constantes por el espejo por parte del conductor, insistencia al pedirles su número de celular, entre otros factores.
En Chile, una universitaria creó un grupo en Facebook para que las mujeres pudieran pedir transportes seguros ante el acoso sexual del que sus compañeras eran víctimas en los transportes públicos y en aplicaciones de movilidad. A raíz de esa idea, en 2019, nació “Coonduce”, que permite a las mujeres solicitar viajes seguros. Además, ofrece un servicio gratuito en caso de que las mujeres estén en situaciones de emergencia, como las de violencia de género. “En la pandemia, una niña nos envió un mensaje en el que decía que la buscáramos, que no tenía dinero y estaba sufriendo de violencia. En cinco minutos una conductora la buscó para llevarla con un familiar”, comentó Yessenia González, CEO de la empresa, al periódico chileno La Tercera. En la actualidad, cuenta con más de 100 conductoras. (Puede interesarle: “Invisibles: La infancia en Colombia durante la pandemia”)
Por el lado de Argentina, la aplicación “She Taxi” fue creada en 2017 como una necesidad de transporte seguro y libre de acoso en Rosario, por la conductora María Eva Juncos, quien vivió experiencias de vulnerabilidad mientras realizaba su trabajo. Ella ya conocía casos de acoso entre las usuarias y llegó a presenciar uno en el que, según contó en una entrevista, recogió a una chica que, a punto de llorar, le dijo: “Gracias, me salvaste”. Con “She Taxi”, la argentina también pensó en que esta aplicación podría ser una forma para empezar a reducir la brecha laboral que hay entre conductores y conductoras en el país.
Al otro lado del mundo, en Bangladesh y Japón, también crearon aplicaciones para proteger a las mujeres. En Bangladesh, “Protibadi”, fue lanzada en 2013 para informar y compartir casos de acoso en transportes y lugares públicos. “Digi Police” fue el aplicativo desarrollado por la policía de Tokio para advertir y proteger del acoso en el metro. Para activar la alerta, las personas presionan un botón y una voz dice: “Hay un manoseador. Por favor, ayúdeme” y si la advertencia no es efectiva, el botón se vuelve a presionar y la pantalla se ilumina roja. Aunque todas estas aplicaciones pueden ser una solución inmediata, tanto Castillo como Riaño son enfáticas en pedir que las leyes en temas de violencias de género se extiendan hasta que finalmente sean cubiertas las denuncias en escenarios digitales.
*Algunos nombres de los personajes fueron cambiados por petición de las denunciantes.
** Nota del editor: El texto fue actualizado con las declaraciones de Cabify, en las que explica cuál es el protocolo que tiene la empresa establecida para atender este tipo de casos.