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Desde que se ordenó el cierre de la mayoría de los colegios en el mundo, en marzo de 2020, cuando se decretó la pandemia por el coronavirus, varios expertos y expertas en educación se han centrado en estudiar las pérdidas del conocimiento de los niños y las niñas. Incluso se espera que aumente la deserción y la brecha socioeconómicas, las que ya existían. Pero ahora se conocieron los resultados de varios estudios que se centraron en analizar cuál es la asociación entre los cierres de escuelas y la salud mental infantil durante las medidas más prácticas que se emplearon para prevenir la propagación del coronavirus. (Le puede interesar: Inasistencia escolar en zonas rurales de Colombia pasó de 4,8% a 30,1% en 2020)
Durante estos 20 meses, la escolarización fue interrumpida para la mayoría de los jóvenes en edad escolar en el mundo y muchos de ellos tuvieron que experimentar varios desafíos para su salud mental y su bienestar. Algunos tomaron sus clases de manera remota, otros asistieron a los colegios en un modelo híbrido y un menor porcentaje logró culminar sus estudios de forma presencial. “No hemos pensado en las afectaciones que han tenido por haber cerrado los colegios por un tiempo tan prolongado”, aseguró Sandra García, Doctora en política social de la U. de Columbia y profesora de la Escuela de Gobierno de los Andes.
Entre las alteraciones relacionadas con la pandemia, que afectaron de forma negativa e inequitativa la salud mental de los niños, principalmente por la educación a distancia, se han identificado la pérdida de conexión social, la disminución del acceso a los servicios de salud mental, la falta de identificación, denuncias y apoyo para los jóvenes que sufren abuso o maltrato en el hogar, se han registrado mayores consecuencias psicosociales de la falta de comidas gratuitas o de menor precio, las rutinas interrumpidas y el estrés relacionado con el aprendizaje en línea y falta de conectividad. (Puede encontrar más noticias de educación aquí)
Pero, ¿por qué pasó esto? Olga Albornoz, psiquiatra infantil y experta en temas de adolescencia, opina que “ellos y ellas están en el momento en el que más socialización se necesita. Necesitamos que aprendan a funcionar en sociedad, normas límites, a tener recursos para solucionar problemas de acuerdo con las situaciones sociales, y esto con la pandemia se vio truncado por el aislamiento que tuvimos”.
El más reciente estudio, que fue publicado en el Journal of the American Medical Association el 3 de septiembre de 2021, reveló un pequeño vínculo entre el cierre de escuelas relacionado con la pandemia por el coronavirus y una peor salud mental infantil, particularmente entre los estudiantes mayores, afrodescendientes, hispanos y en aquellos que provienen de familias de bajos ingresos. Los investigadores de la Universidad de Washington, en Seattle, realizaron una encuesta a 2.324 estadounidenses entre los 18 y 64 años que tuvieran o convivieran con al menos un niño de 4 a 17 años. (Le puede interesar: Lo que no revelan las cifras de inasistencia escolar del DANE)
“Las escuelas privadas, que tenían más probabilidades de estar abiertas que las públicas durante la pandemia, a menudo tienen una alta proporción de niños blancos de familias de mayores ingresos. Es más probable que más familias negras e hispanas elijan la instrucción a distancia porque tienen mayores probabilidades de tener a un familiar en riesgo o creen que la escuela de su hijo no puede mitigar de manera efectiva la propagación del virus”, explicaron los investigadores, quienes resaltaron que los niños mayores que participaban en el aprendizaje a distancia tenían más problemas de salud mental que los que asistían a clases en persona.
“Los niños mayores son especialmente vulnerables, porque se encuentran en medio de la formación de relaciones sociales más complejas y resultados académicos de mayor importancia”, añaden. En cuanto a los estudiantes más jóvenes que asistían a la escuela de forma remota, lograron determinar que tenían resultados de salud mental similares o, incluso, mejores que los que estaban recibiendo sus clases de manera presencial. Por eso los investigadores plantean que durante la reapertura los estudiantes cuenten con el apoyo del personal especializado, ya que “es posible que las desigualdades en salud mental no se resuelvan por sí solas”, anotaron.
Otra de las investigaciones, también publicada en la revista mencionada el 9 de agosto de 2021, analizó qué tan comunes eran la depresión y la ansiedad entre los niños durante el primer año de la pandemia. Para ello recopilaron los datos de 29 estudios realizados en varias partes del mundo, como el este de Asia, América del Norte, Europa, América Central y América del Sur. Encontraron que de los 80.879 niños y niñas que participaron, aproximadamente 1 de cada 4 tenía síntomas de depresión y 1 de cada 5, síntomas de ansiedad.
Los investigadores explicaron que dentro de las señales depresivas encontraron tristeza, pérdida de interés y placer en las actividades e interrupción de funciones reguladoras como el sueño y el apetito. Y en cuanto a la ansiedad, los más recurrentes en los jóvenes se manifiestan la preocupación, el miedo y la hiperactividad incontrolable. “La incertidumbre, las interrupciones en las rutinas diarias y las preocupaciones por la salud y el bienestar de la familia y los seres queridos durante la pandemia de COVID-19 probablemente estén asociadas con un aumento de la ansiedad generalizada en los jóvenes”, añadieron.
En China, por ejemplo, un estudio analizó la salud mental de los estudiantes de escuelas primarias antes y después del cierre y apertura de la escuela durante la pandemia. Para ello, el trabajo se dividió en dos partes. En la primera, que fue antes del cierre de colegios, se estudiaron 1.389 niños y niñas entre los 9 y 16 años. Luego, tres meses después del cierre, participaron solo 1.333 de la muestra original. Los resultados, que fueron publicados en el Journal of the American Medical Association el 11 de septiembre de 2020, reflejaron un incremento en los síntomas depresivos y pensamientos y comportamientos suicidas en comparación con antes de la implementación de las restricciones de aislamiento.
¿Y cómo está Colombia?
En Colombia, explicó Albornoz, la última encuesta de salud mental mostró que el 6,6 % de los niños y las niñas han pensado en suicidarse. “Además, el índice de depresión y ansiedad es altísimo. En esta pandemia se han reportado siete suicidios en menores de 11 años, cosa que creo es un subdiagnóstico, sobre todo con lo difícil que es determinar los suicidios en niños”, añadió. Un factor que, según Albornoz, pudo desencadenar esto fue la exacerbación de familias disfuncionales. “La familia es el eje de ellos y también se vio alterada por múltiples causas. Por ejemplo, por la cuarentena se presentó en varias casas una alteración con la situación básica de sobrevivencia, les tocó salir a buscar comida, trabajo o vivienda”.
Liliana Betancourt M., integrante de la junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, contó que recientemente se ha visto un incremento en las consultas de salud mental, psicología y psiquiatría. “Estamos viendo cada vez más, en este instante, cómo aumenta la frecuencia de síntomas depresivos y ansiosos debido al encierro, la incertidumbre y a las dificultades que han tenido los padres”.
Para Javier Corredor, profesor de psicología de la Universidad Nacional, hay que ser prudentes con el manejo de este tema. “Hay casos, pero tampoco hay que crear ese discurso de que los niños van a tener problemas inherentes para siempre a partir de haber estado un año en su casa. Es importante recordar que los intelectuales más brillantes de este siglo se desarrollaron en la transición de la Primera y Segunda guerra mundial. No hay un factor negativo, lo que lo hace negativo es la manera en cómo construimos el discurso sobre la infancia”, apuntó.
Mientras en Colombia se adelantan estudios para poder determinar el impacto del cierre de colegios en la salud mental de los niños y las niñas, Albornoz y Betancourt hacen un llamado para que se diseñen soluciones efectivas que puedan contrarrestar los efectos de la pandemia en los menores. “En este país no hay políticas efectivas para salud mental. Son bellamente diseñadas, pero pobremente ejecutadas. La base de la vida es la infancia. Si comenzamos mal, seguimos mal y terminamos mal”, puntualizó Albornoz.