Claudia Quintero y su lucha por salvar a otras mujeres
Claudia Quintero Rolón fue galardonada con el premio Mujer Cafam 2022, por su trabajo con la Fundación Empodérame, de la que es directora, con la que ayuda a las mujeres víctimas de trata de personas y promueve la abolición de todas las formas de violencia de género, incluida la prostitución.
Paula Casas Mogollón
Este lunes 7 de marzo se entregaron los premios Mujer Cafam 2022, en los que se resalta la labor de colombianas de diferentes regiones que, con su vida y su trabajo, promueven iniciativas para mejorar la vida de otras personas. Claudia Quintero, directora de la Fundación Empodérame y una trabajadora incansable por los derechos de las mujeres, recibió el galardón.
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Este lunes 7 de marzo se entregaron los premios Mujer Cafam 2022, en los que se resalta la labor de colombianas de diferentes regiones que, con su vida y su trabajo, promueven iniciativas para mejorar la vida de otras personas. Claudia Quintero, directora de la Fundación Empodérame y una trabajadora incansable por los derechos de las mujeres, recibió el galardón.
Emocionada y con el rastro de las lágrimas que se le escaparon cuando escuchó su nombre, Claudia levantó su premio y se lo dedicó a “las mujeres sobrevivientes de la trata y explotación sexual de prostitución. También a aquellas que están en un prostíbulo, en un estudio webcam o en una casa de citas creyendo que están salvando su vida”. “Seguiré trabajando por ellas”, afirmó. (Puede leer: ¿Cómo no repetir los errores en el caso de abuso en el Marymount?)
Durante años, con su fundación, Claudia se ha dedicado a ayudar a las víctimas de trata de personas y a promover la abolición de toda forma de violencia de género, incluida la prostitución, en Bolívar, Cauca, Valle del Cauca, Norte de Santander y Bogotá. Pero su lucha comenzó mucho antes, cuando tuvo que migrar a Argentina junto a sus dos hijos para escapar de la explotación sexual a la que había sido sometida por 11 años.
En Argentina, y con el apoyo de Acnur, fue reconocida como víctima de trata de personas. Estando allá conoció una de las redes de alto tráfico de trata de personas y empezó a trabajar con las víctimas. Ayudó a rescatar al menos a 200 colombianas de este flagelo. Además, pudo estudiar producción de radio y televisión.
Su historia se conoció en 2018 cuando, frente a la Sala Plena de la Corte Constitucional, pronunció un discurso sobre la dignidad: “(La prostitución) fue una vida que “elegí voluntariamente” con una pistola simbólica en mi cabeza, cargada de desplazamiento forzado, guerra, indiferencia, discriminación, abuso, falta de oportunidades y de educación”, dijo. Se convirtió en la primera mujer sobreviviente de explotación sexual en hablar frente al alto tribunal sobre el tema. (Le puede interesar: Apenas el 38% de colegios capacita a profesores en prevención de acoso sexual)
Desde entonces Claudia ha trabajado bajo el lema “No a la trata, sí al buen trato”, con el que, hasta la fecha, ha podido ayudar a más de 550 mujeres. Para ella, “ninguna explotación sexual puede ser considerada trabajo y, a partir de mi experiencia, pude construir este proyecto que ayuda a las mujeres a encontrar una salida de la explotación sexual”.
Deisy Fernanda Riascos es una de las beneficiarias de la fundación. Relata que las personas que la raptaron fueron muy amables con ellas al comienzo, pero esa cortesía se agotó tres días después, cuando la encerraron en un cuarto con llave. “No me daban comida, me maltrataban, esculcaban mis cosas y me violaron”, confiesa.
Al igual que Deisy, María Mercedes Morillo también llegó hasta este refugio en busca de una salida a la prostitución. Un mundo que, según dice, le produce asco. “Se siente repudio al hombre, al lugar, al entorno y a ti”, señala. Como Deisy y María Mercedes son cientos las mujeres que buscan a Claudia para iniciar un proceso de recuperación, así como ella lo logró hace 16 años. (Puede interesarle: El Marymount y el silencio de la violencia sexual en los colegios de Colombia)
Ayer, mientras su labor era reconocida, tomó aire y antes de contar su historia señaló que “no fue fácil tratar de recuperarme de esta situación, pero hoy soy consciente de que soy afortunada por estar viva”. Nació en Cúcuta, Norte de Santander, una región que en la década de los noventa estaba al mando de los paramilitares, principalmente del bloque Catatumbo en cabeza de Jorge Iván Laverde Zapata. Por su liderazgo fue desplazada en 2001.
Junto a su mamá viajaron hasta Bogotá para refugiarse de las amenazas, pero la zozobra y el hambre las llevaron a empacar, una vez más, para regresar a su casa en Cúcuta. En medio de una de las incursiones que ordenó Laverde fue violada y regresó a Bogotá. Con su familia se resguardaron en un refugio que tenía instalado la Alcaldía para las víctimas de desplazamiento, en la avenida Caracas con calle 17.
Claudia, que esperaba a su segundo hijo, alquiló una pieza. “Mi hijo nació de seis meses, por cesárea. Yo estaba en condición de desplazamiento y durante el posparto no tenía nada que comer”, asegura. El desespero por el hambre, confiesa, la empujaron a un mundo “tan sórdido y dañino”: el de la prostitución. “Me ofrecieron dinero a cambio de sexo. No era consciente de lo que hacía”, asegura. Siempre buscó la manera de escapar.
Su escape, y restaurando cada uno de los pedazos que le dejó su historia, la llevaron a convertirse en una de las caras visibles de la abolición de la prostitución. Con su fundación, y acompañada por un grupo de mujeres jóvenes, impulsa la construcción de los proyectos de vida y la recuperación física de las mujeres que fueron víctimas de explotación sexual. Además, cuentan con un proceso psicológico. (También puede leer: Informe de 200 organizaciones revela la inquietante situación de la niñez en Colombia)
La salud mental, explica, es muy importante porque “las mujeres que han sido explotadas sexualmente, de cualquier forma y así les hayan pagado mucho dinero por tener sexo, quedan con secuelas psicológicas similares a las de un veterano de guerra”. Por eso, reitera, “si la prostitución fuera un trabajo, sería el peor del mundo, peor que la misma minería. La explotación sexual no es un trabajo, es una situación de violencia”.
Durante su labor como defensora de derechos humanos, Claudia ha buscado ser vocera para conseguir que los políticos, los medios de comunicación y la sociedad en general cambien su pensamiento sobre la prostitución. En sus palabras, que “los hombres no se crean con derecho de comprar a una mujer y que no se naturalice la explotación sexual como algo de la sociedad que ya está impuesto”.
Ahora, con el reconocimiento de Mujer Cafam 2022, invita a la sociedad a reflexionar en la manera en como están viviendo las mujeres o las niñas que están siendo prostituidas y cuestiona los “derechos” que tienen quienes compran y acceden a estos cuerpos. “Tenemos que ver la explotación sexual como lo que es, un crimen de lesa humanidad”, comenta. Claudia seguirá trabajando para ayudar a más mujeres y espera ser escritora con el fin de plasmar todas sus vivencias.