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“Yo fui vendida con 13 años. Tenía 13 y el señor tenía 25. Tuve a mi bebé de 14 años. A esa persona nunca la quise. Fui maltratada por su mamá, por su familia, porque me llamaban a las 2 o 3 de la mañana a moler maíz y me enviaban a vender una caja de huevos cocidos”, recuerda una de las menores que hace parte del Grupo focal Madres, padres y cuidadores, en Uribia, La Guajira. (Lea ¿Busca estudiar? Hay becas disponibles para colombianos en Suiza)
Como esta menor, en el país el 1,8% de las niñas entre los 10 y 14 años han estado casadas o en unión temprana. De este porcentaje, el 0,5 % de las niñas aseguraron estar casadas, el 0,3 % declararon estar divorciadas o separadas, un 1,0 % señalaron estar en unión libre y 0,1 % son viudas.
Esta es la principal conclusión del informe “Análisis de situación de los matrimonios infantiles y las uniones tempranas en Colombia”, un estudio elaborado por UNICEF, UNFPA y ONU Mujeres que se encargó de analizar el matrimonio infantil en el país desde 2010 hasta 2020. Se enfocó en los niños, niñas y adolescentes de Tumaco (Nariño), Arauca (Arauca), Quibdó (Chocó), Florencia (Caquetá), Cúcuta (Norte de Santander), y Uribia (La Guajira).
El matrimonio infantil o las uniones tempranas, señala el documento, “son cualquier tipo de unión, formal o informal, que involucra a un niño, niña y/o adolescente menor de 18 años, bien sea porque uno o dos de los integrantes de la pareja es menor de edad”. Los indicadores en este tema en América Latina no han variado en los últimos 25 años.
Colombia, por ejemplo, dice Unicef, ocupa el puesto 20 a nivel mundial con respecto al número de niñas casadas o unidas antes de cumplir los 15 años. Y en América Latina está en el puesto 11 en adolescentes unidas antes de cumplir los 18 años, ubicándose por debajo de países como Nicaragua, Honduras, Cuba y Uruguay.
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV) de 2018, en Colombia el 15% de las mujeres entre 15 y 19 años había estado casada o en unión temprana. De este porcentaje, el 0,85% declararon estar casadas, el 12,6% en unión libre, 1,4% divorciadas o separadas y un 0,1% viudas.
En cuanto a los niños, el reporte señaló que entre los 10 a 14 años, el 1,6% estaban o habían estado en situación unión temprana o casados. De ellos, un 0,5% estuvieron casados, 0,3% divorciados o separados, 0,7% en unión libre y un 0,1% viudos. Además, el reporte señaló que en los adolescentes hombres, entre 15 a 19 años, el porcentaje era de 4,8. De ellos, el 0,5% declararon estar casados, 0,4% divorciado o separado, 3,7% en una unión libre y 0,1% viudos.
Para las poblaciones indígenas, el estudio presentó que en el grupo poblacional de 10 a 14 años, el 3,8% de las niñas, y 3,2% de los niños se encuentran o han estado en una unión; mientras que para los menores entre 15 y 19 años, los porcentajes son 23,8% en las adolescentes mujeres y 8,2% en los adolescentes hombres.
Este porcentaje es menos inquietante en las comunidades negras, afrodescendiente, raizales o palenqueras. Para los menores de 10 a 14 años, es del 2,5% en las niñas y el 2,1% en los niños. Y en los jóvenes de 15 a 19 años, es el 18,2% para las adolescentes mujeres y el 6,2% en los adolescentes hombres.
El estudio también segmentó las zonas del país en las que más casos de matrimonios infantiles o uniones tempranas se han presentado. Para las niñas que están en el grupo de edad de 10 a 14 años, los departamentos de mayor prevalencia son: Vichada (5,3%), Amazonas (4,3%), Chocó (4,2%), La Guajira (3,9%). En el caso de los niños son: Vichada (4,2%), Amazonas (3,9%), La Guajira (3,8%), Chocó (3,7%).
En el caso de los adolescentes entre 15 y 19 años, los departamentos de mayor prevalencia son: Vichada (29,8%), Magdalena (24,5%), Arauca (24,0%), César (23,8%), y La Guajira (23,2%). Y, en los hombres, son: Atlántico (23,2%), Bogotá (22,8%), Bolívar (22,6%), Boyacá (22,3%) y Caldas (21,9%).
Principales causas del matrimonio infantil
“Hice hasta quinto. Como a los 11 años desistí. Dije: “No vuelvo a estudiar. Porque de verdad, para qué voy a estudiar, si voy a criar hijos, si voy a ser mamá, si voy a tener marido. Para qué”. Se metió esa idea en mi cabeza y dejé todo tirado y no volví a estudiar”, recuerda una mujer de 30 años que hizo parte de este estudio.
Así como Florencia, son varias las niñas que abandonan el colegio. Se estima que en el país la mayor tasa de deserción escolar se da en los niveles de básica secundaria, que precisamente coincide con el curso de vida de niñas y adolescentes de 12 a 19 años. Por eso, señala el informe, la deserción escolar está ligada con el incremento de los matrimonios infantiles o uniones tempranas.
“Cuanto más tiempo asiste una niña o adolescente a la escuela, más posibilidades tiene de retrasar el matrimonio y la unión temprana. Dentro de las causas que influyen en la deserción escolar se encuentra el acceso limitado a Tecnologías de Información y Comunicación (TICS), los desplazamientos largos— y en algunos casos peligrosos— hacia las Instituciones educativas; también, la limitada oferta de acceso a la educación técnica y superior pública y gratuita”, advierte la Unicef en su estudio.
Otro de los factores es el socioeconómico, pues, dice la Unicef, los matrimonios infantes tienen una mayor incidencia en los departamentos con mayor pobreza multidimensional, como por ejemplo Vichada, Amazonas, Chocó, La Guajira, y Caquetá. “Allí hay mayores dificultades de acceso a centros de salud, oferta educativa y oportunidades laborales, en especial a las poblaciones que habitan zonas rurales dispersas”, asegura el documento.
Las normas de género son otro determinante estructural, pues demarcan expectativas sociales y culturales sobre prácticas, actitudes, formas de sentir y modos de relacionarse, de acuerdo a si se es niña, niño, hombre o mujer. “En el caso de las niñas y adolescentes mujeres, las normas sociales y de género naturalizan su rol como la cuidadora de los asuntos internos del hogar: la limpieza, la comida, el cuidado de terceros. Mientras que los hombres corresponde con el del proveedor de bienes y dinero del hogar, con la toma de decisiones en la casa, y el poder sobre la sexualidad y la capacidad reproductiva”, asegura el informe. Otras de las tradiciones, por ejemplo, es la que notaron en los pueblos indígenas, donde aún persiste una tradición asociada con las uniones tempranas.
En estas comunidades también se identificó que en algunas, basadas en mandatos familiares y culturales, en las niñas la edad para establecer matrimonios y uniones tempranas está relacionada con su primera menstruación, que en varios casos comienza entre los 11 y 13 años. Pero, en el caso de los hombres, se da cuando empiezan a tener deseo sexual o cuando empiezan a trabajar.
El matrimonio infantil, en otros casos, se presenta como una salida de escape a las violencias que ocurren dentro del hogar de origen. También el poco o nulo conocimiento de los derechos sexuales y reproductivos se convierte en un factor determinante para el incremento de uniones tempranas en niñas, niños y adolescentes.
¿Qué ha hecho Colombia?
Las leyes han jugado un rol fundamental en este tema. En la Constitución Política Colombiana se estipula la prevalencia de los derechos de las niñas, niños y adolescentes sobre los demás, planteando la búsqueda de su erradicación. El Código Civil Colombiano, por su parte, se prohíbe el matrimonio con menores, a pesar de que sí permite el matrimonio infantil para mayores de 14 años, con autorización de las madres, padres o tutores legales.
El Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) también ha desempeñado un trascendental al reconocer los matrimonios infantiles y las uniones tempranas como un tipo de violencia sexual causal de apertura de un Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos. Además, en la Resolución 3280 de 2018, del Ministerio de Salud, se reconoce este tema como una problemática de salud pública con relación a la sexualidad. Allí están establecidas unas rutas de atención para la promoción y el mantenimiento de la salud, y la Ruta Integral de Atención en Salud para la Población Materno Perinatal.
La protección y la promoción de la protección de niñas indígenas también son importantes en las estrategias que adelanta el país. “Es importante identificar prácticas nocivas para la vida y la salud, como la mutilación genital femenina o el matrimonio infantil o forzoso”, cuenta el documento.
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