Colombia se escribe leyendo: Un llamado a la acción por nuestra niñez
Opinión: El 60 % de los niños que terminan primaria no pueden leer y comprender un texto acorde a su edad. A pesar del buen acceso a la educación primaria y secundaria, en Colombia persisten barreras de aprendizaje que no corresponden con los niveles de desarrollo del país.
Peter Siegenthaler*
El acceso a la educación en Colombia durante las últimas dos décadas ha presentado un crecimiento significativo. Hoy, prácticamente todas las y los niños acceden a la educación básica primaria y secundaria. A su vez, la escolaridad promedio de la población y la matriculación en la educación preescolar, media y superior han crecido sustancialmente. Y, como un logro adicional, entre 2017 y 2019 el sistema educativo logró acoger a más de medio millón de estudiantes migrantes y refugiados en un tiempo récord. Todo ello ha representado un gran esfuerzo por el cual el Estado y la sociedad colombiana merecen ser ampliamente reconocidos.
Sin embargo, también hay elementos para la reflexión. Casi dos de cada tres niñas y niños en Colombia, cuando finalizan 5º primaria (60 %), no pueden leer ni comprender un texto simple acorde a su edad. En municipios con alta población afrocolombiana e indígena y en zonas históricamente afectadas por el conflicto armado, esta pobreza de aprendizajes supera el 90 %, niveles que se observan en países con niveles de desarrollo muy por debajo de los de Colombia.
Por una parte, estas deficiencias en los aprendizajes básicos, particularmente en la lectura, traerán consigo consecuencias negativas directas en las trayectorias educativas de los estudiantes: altas tasas de reprobación, repetición y abandono escolar antes de finalizar la educación media. Esto, a su vez, limitará sus perspectivas académicas y laborales. Su tránsito a la educación universitaria y post-media se verán limitados, así como sus ingresos y la calidad de sus empleos. Por último, el potencial y el crecimiento económico del país se verá afectado.
Por otra parte, estas deficiencias no comienzan en quinto grado. Ni cuando los estudiantes llegan a los 15 años y toman las pruebas PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Comienzan en los primeros grados, antes de que las y los niños ingresen formalmente en la escuela. Inician con un bajo desarrollo del lenguaje oral en los estudiantes de familias más vulnerables que la educación inicial no logra superar. Y continúa con procesos de alfabetización inicial inadecuados, que no les permiten a todos los estudiantes aprender y dominar el código escrito en los primeros grados de primaria.
Esta crisis, sin embargo, no significa que debamos darle la espalda a la escuela y al derecho y a la obligación de proveerles a nuestros niños y jóvenes una educación de calidad. Como institución, la escuela seguirá siendo, como bien quedó demostrado durante la pandemia, la piedra angular para la construcción de capital humano, para el desarrollo social y económico del país.
Por el contrario, este es un llamado urgente a redoblar todos nuestros esfuerzos y reorientar nuestras prioridades para que toda la niñez reciba la educación que se merece: una educación que le permita a toda la niñez, aprender a leer y escribir desde el primer grado y comenzar a construir sus sueños de vida. Una educación liberadora, un derecho fundamental, que les permita gozar plenamente del resto de sus derechos, como bien dice el Nobel de economía, Amartya Sen.
De allí la importancia de la Alianza por la Alfabetización Inicial, Colombia se escribe leyendo (CEL). Esta Alianza la integran una red de secretarías de educación, entidades académicas, empresariales, de sociedad civil y organismos multilaterales que buscan que el aprendizaje de la lectura y escritura en la edad adecuada se conviertan en el primer propósito de todo el país. Que eliminar la pobreza de aprendizajes se convierta en la primera prioridad del sistema educativo para que ningún niño o niña se quede atrás. Les invitamos a que sean parte de este movimiento: www.colombiaseescribeleyendo.org.
*Gerente Banco Mundial, Colombia.
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El acceso a la educación en Colombia durante las últimas dos décadas ha presentado un crecimiento significativo. Hoy, prácticamente todas las y los niños acceden a la educación básica primaria y secundaria. A su vez, la escolaridad promedio de la población y la matriculación en la educación preescolar, media y superior han crecido sustancialmente. Y, como un logro adicional, entre 2017 y 2019 el sistema educativo logró acoger a más de medio millón de estudiantes migrantes y refugiados en un tiempo récord. Todo ello ha representado un gran esfuerzo por el cual el Estado y la sociedad colombiana merecen ser ampliamente reconocidos.
Sin embargo, también hay elementos para la reflexión. Casi dos de cada tres niñas y niños en Colombia, cuando finalizan 5º primaria (60 %), no pueden leer ni comprender un texto simple acorde a su edad. En municipios con alta población afrocolombiana e indígena y en zonas históricamente afectadas por el conflicto armado, esta pobreza de aprendizajes supera el 90 %, niveles que se observan en países con niveles de desarrollo muy por debajo de los de Colombia.
Por una parte, estas deficiencias en los aprendizajes básicos, particularmente en la lectura, traerán consigo consecuencias negativas directas en las trayectorias educativas de los estudiantes: altas tasas de reprobación, repetición y abandono escolar antes de finalizar la educación media. Esto, a su vez, limitará sus perspectivas académicas y laborales. Su tránsito a la educación universitaria y post-media se verán limitados, así como sus ingresos y la calidad de sus empleos. Por último, el potencial y el crecimiento económico del país se verá afectado.
Por otra parte, estas deficiencias no comienzan en quinto grado. Ni cuando los estudiantes llegan a los 15 años y toman las pruebas PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Comienzan en los primeros grados, antes de que las y los niños ingresen formalmente en la escuela. Inician con un bajo desarrollo del lenguaje oral en los estudiantes de familias más vulnerables que la educación inicial no logra superar. Y continúa con procesos de alfabetización inicial inadecuados, que no les permiten a todos los estudiantes aprender y dominar el código escrito en los primeros grados de primaria.
Esta crisis, sin embargo, no significa que debamos darle la espalda a la escuela y al derecho y a la obligación de proveerles a nuestros niños y jóvenes una educación de calidad. Como institución, la escuela seguirá siendo, como bien quedó demostrado durante la pandemia, la piedra angular para la construcción de capital humano, para el desarrollo social y económico del país.
Por el contrario, este es un llamado urgente a redoblar todos nuestros esfuerzos y reorientar nuestras prioridades para que toda la niñez reciba la educación que se merece: una educación que le permita a toda la niñez, aprender a leer y escribir desde el primer grado y comenzar a construir sus sueños de vida. Una educación liberadora, un derecho fundamental, que les permita gozar plenamente del resto de sus derechos, como bien dice el Nobel de economía, Amartya Sen.
De allí la importancia de la Alianza por la Alfabetización Inicial, Colombia se escribe leyendo (CEL). Esta Alianza la integran una red de secretarías de educación, entidades académicas, empresariales, de sociedad civil y organismos multilaterales que buscan que el aprendizaje de la lectura y escritura en la edad adecuada se conviertan en el primer propósito de todo el país. Que eliminar la pobreza de aprendizajes se convierta en la primera prioridad del sistema educativo para que ningún niño o niña se quede atrás. Les invitamos a que sean parte de este movimiento: www.colombiaseescribeleyendo.org.
*Gerente Banco Mundial, Colombia.
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