¿Cómo construir la paz desde el aula de clase en Colombia?

Desnaturalizar las diferentes formas de violencia enquistadas en nuestra cultura demanda transformar las acciones y percepciones de las personas, sus relaciones, las estructuras de poder en la familia y el ámbito escolar, así como incidir en los contextos de las comunidades.

Desde Educapaz asumimos el reto de abordar este crucial proceso de aprendizaje reconociendo el papel fundamental de la escuela y las prácticas pedagógicas en la consolidación de la paz.

Este es el espíritu de CRESE: una visión integradora de formación para la paz que recoge voces y miradas diversas encaminadas a enlazar y tejer la educación ciudadana, la educación socioemocional y la educación para la reconciliación en el aula de clase.

Su génesis: la experiencia de organizaciones de la sociedad civil como Fe y Alegría, Aulas en Paz, el Centro de Investigación y Educación Popular, la Fundación para la Reconciliación, Escuela Nueva y la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, quienes decidieron unir sus saberes y voluntades con las de líderes de la educación para la paz, como el padre Francisco de Roux S.J, Óscar Sánchez, Enrique Chaux y Bernardo Toro, para construir una propuesta holística de educación para la paz que recogiera lo mejor de sus respectivas trayectorias.

La educación socioemocional permite identificar las emociones propias y ajenas, aprender a regularlas y favorecer relaciones para el bienestar personal y grupal. La formación ciudadana, por su parte, posibilita reconocer y respetar la dignidad de todas las personas y, en ese propósito, emprender acciones pedagógicas y de participación ciudadana que logren transformaciones sociales encaminadas a garantizar la igualdad de derechos para todas y todos.

Así mismo, desde la apuesta CRESE, se prioriza el cuidado de todas las formas de vida, vinculando así la formación ciudadana con una mirada de la educación ambiental basada en la paz con la naturaleza.

Finalmente, la educación para la reconciliación nos permite reconocer los impactos que ha ocasionado el conflicto armado a nivel individual y colectivo, a fin de superar la violencia, el resentimiento y el dolor mediante las pedagogías por la memoria, la verdad y la justicia restaurativa.

Estas tres dimensiones no solo potencian el desarrollo de habilidades personales y el empoderamiento y la participación ciudadana, sino la inclusión, la valoración de la diversidad y la construcción de relaciones de convivencia pacífica, condiciones necesarias para edificar la paz en Colombia.

La educación CRESE se sustenta en el precepto de desarrollo integral de las personas, es decir, reconoce las diferentes dimensiones del ser humano -y sus implicaciones en la educación-: cognitiva, emocional, social, física, política y ética, entre otras.

Dicha mirada integradora permite darle la misma relevancia tanto a los procesos individuales e interacciones sociales, como a las transformaciones sociales, comunitarias y políticas que usualmente se han relacionado con las capacidades ciudadanas.

Esta apuesta pedagógica surge en un momento histórico para el país, donde se requiere una cultura democrática que promueva el respeto, la tolerancia, la resolución pacífica de los conflictos, la reconciliación y la no repetición.

Hoy, más que nunca, formar a la generación de la paz es nuestro mayor imperativo. Y humanizar la escuela es el primer paso en este loable propósito.

*Directora ejecutiva del Programa Nacional de Educación para la Paz - Educapaz

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Desnaturalizar las diferentes formas de violencia enquistadas en nuestra cultura demanda transformar las acciones y percepciones de las personas, sus relaciones, las estructuras de poder en la familia y el ámbito escolar, así como incidir en los contextos de las comunidades.

Desde Educapaz asumimos el reto de abordar este crucial proceso de aprendizaje reconociendo el papel fundamental de la escuela y las prácticas pedagógicas en la consolidación de la paz.

Este es el espíritu de CRESE: una visión integradora de formación para la paz que recoge voces y miradas diversas encaminadas a enlazar y tejer la educación ciudadana, la educación socioemocional y la educación para la reconciliación en el aula de clase.

Su génesis: la experiencia de organizaciones de la sociedad civil como Fe y Alegría, Aulas en Paz, el Centro de Investigación y Educación Popular, la Fundación para la Reconciliación, Escuela Nueva y la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, quienes decidieron unir sus saberes y voluntades con las de líderes de la educación para la paz, como el padre Francisco de Roux S.J, Óscar Sánchez, Enrique Chaux y Bernardo Toro, para construir una propuesta holística de educación para la paz que recogiera lo mejor de sus respectivas trayectorias.

La educación socioemocional permite identificar las emociones propias y ajenas, aprender a regularlas y favorecer relaciones para el bienestar personal y grupal. La formación ciudadana, por su parte, posibilita reconocer y respetar la dignidad de todas las personas y, en ese propósito, emprender acciones pedagógicas y de participación ciudadana que logren transformaciones sociales encaminadas a garantizar la igualdad de derechos para todas y todos.

Así mismo, desde la apuesta CRESE, se prioriza el cuidado de todas las formas de vida, vinculando así la formación ciudadana con una mirada de la educación ambiental basada en la paz con la naturaleza.

Finalmente, la educación para la reconciliación nos permite reconocer los impactos que ha ocasionado el conflicto armado a nivel individual y colectivo, a fin de superar la violencia, el resentimiento y el dolor mediante las pedagogías por la memoria, la verdad y la justicia restaurativa.

Estas tres dimensiones no solo potencian el desarrollo de habilidades personales y el empoderamiento y la participación ciudadana, sino la inclusión, la valoración de la diversidad y la construcción de relaciones de convivencia pacífica, condiciones necesarias para edificar la paz en Colombia.

La educación CRESE se sustenta en el precepto de desarrollo integral de las personas, es decir, reconoce las diferentes dimensiones del ser humano -y sus implicaciones en la educación-: cognitiva, emocional, social, física, política y ética, entre otras.

Dicha mirada integradora permite darle la misma relevancia tanto a los procesos individuales e interacciones sociales, como a las transformaciones sociales, comunitarias y políticas que usualmente se han relacionado con las capacidades ciudadanas.

Esta apuesta pedagógica surge en un momento histórico para el país, donde se requiere una cultura democrática que promueva el respeto, la tolerancia, la resolución pacífica de los conflictos, la reconciliación y la no repetición.

Hoy, más que nunca, formar a la generación de la paz es nuestro mayor imperativo. Y humanizar la escuela es el primer paso en este loable propósito.

*Directora ejecutiva del Programa Nacional de Educación para la Paz - Educapaz

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