¿Cómo enseñar sobre conflicto y guerra en los colegios?
Este viernes se realizará una jornada que llevará a los colegios hallazgos del Informe Final de la Comisión de la Verdad, lo que ha reavivado el debate sobre la enseñanza de historia y conflicto armado en los colegios del país. Pedagogos ven con buenos ojos la iniciativa, pero apuntan a que estos deberían ser ejercicios prolongados y con un contenido más explícito sobre la difícil historia del país.
Juan Diego Quiceno
César Giraldo Zuluaga
La noticia de que el legado de la Comisión de la Verdad será divulgado en escuelas y colegios de Colombia reabrió varias preguntas importantes sobre la educación que están recibiendo los niños, niñas y jóvenes del país en lo que se refiere a conflicto armado y violencia. Algunas de esas dudas son viejas conocidas, como el debate sobre cómo se debe enseñar historia, y otras son más nuevas y se centran en cuál debe ser el proceso para que las nuevas generaciones conozcan el informe final del conflicto. (Lea: El kit escolar para guiar a colegios sobre Informe Final de Comisión de la Verdad)
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La noticia de que el legado de la Comisión de la Verdad será divulgado en escuelas y colegios de Colombia reabrió varias preguntas importantes sobre la educación que están recibiendo los niños, niñas y jóvenes del país en lo que se refiere a conflicto armado y violencia. Algunas de esas dudas son viejas conocidas, como el debate sobre cómo se debe enseñar historia, y otras son más nuevas y se centran en cuál debe ser el proceso para que las nuevas generaciones conozcan el informe final del conflicto. (Lea: El kit escolar para guiar a colegios sobre Informe Final de Comisión de la Verdad)
La jornada de este viernes, denominada “La escuela abraza la verdad”, es una iniciativa que surgió desde la Comisión de la Verdad y aliados como la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) y el Programa Nacional de Educación para la Paz (EducaPaz), entre otros. La idea es desarrollar un programa pedagógico en los colegios y escuelas del país el próximo 12 de agosto a través del cual se exponga el legado de esta Comisión en la educación para la paz en los años que vienen.
Aunque “La escuela abraza la verdad” ha sido el centro más reciente de discusión, la realidad es que pedagogos, maestros, investigadores e instituciones educativas de todo el país llevan varios años pensando estás cuestiones relativas al conflicto, la memoria y la enseñanza. Uno de ellos es Hernán Díaz, docente y rector de la Institución Educativa Presbítero Antonio José Bernal, de Medellín, quien tiene una experiencia que se remonta a los inicios del proceso de paz del Estado con la guerrilla de las FARC, cuando la Comisión de la Verdad aún no estaba en planes.
La institución que Díaz lidera está ubicada junto a la estación Acevedo del Metro de Medellín, al norte de la ciudad, en una zona que históricamente ha tenido altos índices de pobreza, desplazamiento y, durante algunos períodos de tiempo, violencia social y política. Muchos de sus más de 1.500 estudiantes son víctimas o parientes de víctimas. Por eso lo primero que buscó el colegio, antes de enseñar y conocer la historia del país, fue reconocer su propia historia.
“Lo primero que hay que entender es que se puede y se debe investigar sobre lo que les ha sucedido a ellos como niños, niñas y adolescentes. Ellos han sido víctimas del conflicto social y violento del país, pero sus voces casi nunca están representadas en los informes para adultos. Si nosotros, en nuestro colegio, tenemos 200 desplazados, la primera pregunta que nos hicimos fue cómo ellos han vivido su historia y el conflicto, encontrar caminos para que lo puedan expresar y reconocer”, dice el rector y docente.
Díaz, que también ha sido docente de universidad, cree que en las aulas a veces faltan espacios para el pensamiento crítico y el debate: “Uno se da cuenta de que el estudiante está aprendiendo cuando hace preguntas, cuando no cree entero”, dice. Así, agrega, se evita el llamado “adoctrinamiento”, promoviendo un conocimiento crítico sobre los eventos históricos, que no sea solo una clase magistral o un acto cívico en concreto.
Una lectura rápida o irreflexiva de los informes o de sus mensajes, complementa Víctor Casas, coordinador del proyecto Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia, no solo no es deseada, sino que incluso puede ser inútil: “Nos tenemos que preguntar cómo y para qué vamos a hacer esto con los estudiantes. Es necesario, pero no debería ser algo de un solo día, es un proceso continuo”. (Vea: Sí, el Informe Final de la Comisión de la Verdad debe llegar a los colegios)
Hacemos Memoria es una iniciativa que surgió en la Universidad de Antioquia para formar a periodistas de medios alternativos en el cubrimiento y reflexión del conflicto y la memoria. Poco a poco se han desprendido de esa idea original semilleros de investigación y labores pedagógicas. Desde 2016 se plantearon reconocer el papel como víctima que ha sufrido la Universidad: según la Comisión de la Verdad, de los 600 estudiantes universitarios asesinados en 50 años de conflicto en Colombia, el 25% pertenecía a la U.de.A. El proyecto identificó aquellos lugares simbólicos de la Universidad con alguna relación a ese conflicto, y trazó una ruta de recorridos y enseñanza sobre lo que allí sucedió.
“Después de cada recorrido, nos sentábamos a discutir qué había sucedido bien y qué no tanto. Era un ejercicio valioso porque los grupos eran distintos: estudiantes de últimos semestres, pero también jóvenes que apenas entraban en la universidad, recién graduados del colegio. No se puede hablar con ambos públicos en el mismo lenguaje”, destaca Casas. Esa realidad, que hacer pedagogía sobre la historia colombiana no se puede hacer de la misma manera con todos, es algo en lo que todos concuerdan y se debe tener en cuenta para captar la atención de los estudiantes.
¿Cómo han aprendido sobre el conflicto armado colombiano los niños, niñas y adolescentes?
Ariel Sánchez Meertens, antropólogo de la Universidad Nacional y doctor en esta misma disciplina de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), lleva años investigando cómo se transmiten los saberes de la guerra en conflictos prolongados como el de Sri Lanka, donde realizó un extenso trabajo, o el de Colombia. “Desde el punto de vista social y cultural, la prolongación de los conflictos armados depende, entre otras cosas, de los mecanismos de transmisión y transmisibilidad de los saberes de la guerra”, dice recordando una de las premisas de su trabajo. Por eso, hace siete años regresó al país para emprender una investigación inédita: entender cómo estaban aprendiendo del conflicto armado colombiano los niños, niñas y adolescentes.
En el marco de su estancia posdoctoral en la Universidad Nacional, Sánchez escogió 40 colegios en 37 municipios del país, intentando abarcar la mayor diversidad posible de relatos, perfiles del estudiantado y tipos de colegio. Allí entrevistó a 1.492 estudiantes buscando entender dos aspectos básicos: cuáles eran los saberes que tenían sobre la guerra y cuáles eran las fuentes de información. Fruto de su investigación, escribió el libro Los saberes de la guerra: Memoria y conocimiento intergeneracional del conflicto en Colombia. (Lea también: Colegios de Bogotá, invitados a enseñar el Informe Final de la Comisión de la Verdad)
El 45,2 % de los estudiantes entrevistados reconocían haber sido afectados por el conflicto armado, una cifra que se acerca a otra ofrecida por la Comisión de la Verdad en el capítulo sobre niños, niñas y adolescentes: el 50 % de los afectados por el desplazamiento forzado en el país fueron menores de 18 años. Sin embargo, uno de los principales datos arrojados por la investigación de Sánchez es que la fuente de conocimiento para el 70 % de los estudiantes eran los medios de comunicación. El investigador resalta otro: el 80 % de los estudiantes señaló que el aprendizaje sobre la guerra fue entre los cinco y 12 años.
Por eso, en el marco del debate que se ha generado sobre la pertinencia de llevar el legado de la Comisión de la Verdad a los colegios, Sánchez resalta varios hallazgos de su trabajo: “La historia del conflicto sí se transmite, se hace de manera tremendamente diversa (...) por lo cual no es una narrativa redondeada”. Esto quiere decir, en otras palabras, que experiencias muy locales de la vivencia de los niños, niñas y adolescentes se conectan “de manera flexible” con algunos referentes del conflicto armado nacional.
Aunque Sánchez celebra la iniciativa de “La escuela abraza la verdad”, señala que puede estar repitiendo el abordaje convencional que se hace sobre el conflicto armado en Colombia. “(En los textos escolares) lo que casi siempre sucede es que, para los más chicos se mantiene una mirada sobre la convivencia; luego, hay un abordaje sobre resolución de conflictos, pero el tema concreto de la historia del conflicto armado se reserva para décimo u once, y algunas veces desde noveno”. A criterio del antropólogo, es un tema problemático aunque no tiene salida sencilla.
Esto es problemático porque, como encontró en su investigación, los niños se ven expuestos a la información sobre el conflicto armado desde los cinco años, lo que significa que “cuando llega la instancia educativa a abordar los temas más complejos del conflicto armado ya hay unos imaginarios instalados y fuertes”. La cuestión, señala, radica en que entornos como el mediático son unidireccionales y con menos posibilidad de reflexión crítica, a diferencia de la que podría llegar a brindar el espacio educativo.
“Aunque nos cueste y tengamos esta sensación de que hay unos temas complejos, sensibles y desgarradores, y que queramos cuidar a los más pequeños de exponerlos a este tipo de cosas, creo que lo sensato es encontrar los tonos apropiados y las herramientas pedagógicas propicias, pero empezar antes con los contenidos precisos de lo que nos ha sucedido como país”, apunta el investigador en la misma línea que Casas de la Universidad de Antioquia. (Le puede interesar: Ya hay datos que revelan la desigualdad educativa que dejó la pandemia en Colombia)
Por estas razones, Sánchez ve esta jornada como una posibilidad que se está abriendo y que “tiene un camino para profundizar, ajustar y apostarle de manera más radical, no solo a la noción de verdad, sino a la incorporación de debates álgidos sobre la historia del conflicto”. También lo ve como la oportunidad para afinar algunos aspectos de la Cátedra de Paz creada en 2015 y que hizo obligatoria la enseñanza, entre otras cosas, de la memoria histórica. “Ahora, con la presencia de un informe de esta índole, se puede trazar la continuidad con mayor facilidad. Desde esos elementos de convivencia, hasta elementos más radicales, hitos violentos o responsabilidades colectivas que se pueden asumir”, concluye.
👩🏫📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre educación? Te invitamos a verlas en El Espectador. ✏📚