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Los niños, las niñas y los adolescentes han sido uno de los grupos más afectados por la pandemia. Las estrictas medidas de cuarentena durante los primeros meses no los dejaban salir ni al parque, o verse con sus amigos, compañeros de colegio y profesores. Cerca de 10 millones de estudiantes se vieron afectados por el cierre total durante la pandemia, y 18 meses después de que se declarara, gran parte de los colegios continuaban con cierres parciales. ¿Qué tanto ha afectado esto a los niños? (Le puede interesar: Salud y bienestar escolar: la mitad de los colegios colombianos están en deuda)
Investigadores de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes presentaron esta semana los resultados de un estudio que evaluaba cómo la pandemia había afectado la educación de los niños, niñas y adolescentes que asisten a colegios oficiales en Colombia hasta junio de este año, cuando se estableció que los colegios podrían ofrecer clases de forma presencial manteniendo los aforos y el distanciamiento de un metro, siempre y cuando todos los profesores estuvieran vacunados.
#1. En el primer semestre de 2021 solo el 15% de los estudiantes asistieron a clases presenciales. No hubo reapertura para 62.5% de los estudiantes. Para 23% de estudiantes el colegio abrió, pero no asistieron, principalmente por temor a contagio. pic.twitter.com/aWHV0JS33g
— Sandra Garcia (@sandragarciajar) November 17, 2021
Por medio de una encuesta representativa a nivel nacional, realizada en los hogares con niños de colegios oficiales en Colombia, los investigadores dieron pistas de lo que había pasado en este primer semestre del 2021 en el sistema educativo. A nivel general, no hubo reapertura para el 62,5% de los estudiantes, que no pudieron retomar sus clases presenciales. (Puede leer: Solo el 53 % de los planes de educación hacen referencias a la crisis climática)
En este sentido, en el primer semestre de 2021 solo el 15% de estudiantes de colegios oficiales en el país asistieron a clases presenciales. Para un 23% de estudiantes el colegio abrió, pero ellos no asistieron por temor al contagio. Entre las principales razones para no asistir estaban que la pandemia aún no era controlada en la ciudad, que no se quería arriesgar la salud del niño o niña, y que las escuelas carecían de infraestructura para volver a clases presenciales.
Asimismo, al evaluar los medios a través de los cuales los niños, niñas y adolescentes realizaban sus actividades educativas identificaron que hubo un bajo acceso a actividades académicas con un profesor: más del 80% tenían actividades vía WhatsApp. Solo el 49% tuvo acceso a plataformas educativas, el 59% tuvo clases con el profesor y el 50% a clases grabadas. “Este acceso es significativamente menor en las zonas rurales, donde WhatsApp y las guías impresas fueron las estrategias a las que tuvo acceso la mayoría de estos estudiantes”, informó la investigadora Sandra García. En las zonas rurales los niveles son más bajos: solo el 35% de estudiantes tuvo acceso a plataformas educativas y el 46% a clases con el profesor.
También se identificó que los niños, niñas y adolescentes han perdido la conexión con el colegio. Uno de cada cinco estudiantes no tuvo contacto con sus profesores la semana anterior a la encuesta, y uno de cada tres no tuvo contacto con sus compañeros. Esta falta de contacto con los compañeros, asegura la investigadora, es particularmente alta en preescolar y primaria. (Le recomendamos: Invisibles: la infancia en Colombia durante la pandemia)
Este bajo contacto con profesores y compañeros es ligeramente más bajo en zonas rurales y en hogares de nivel socioeconómico más bajo.
Además de la falta de contacto, para la mayoría de los escolares el tiempo diario dedicado a estudiar ha sido significativamente menor a media jornada académica. En otras palabras, estar matriculado en el sistema educativo no significa estar conectado con el aprendizaje. Según los resultados de la encuesta, el 83% de los estudiantes dedican menos de cinco horas a estudiar, y el 26% dedican menos de dos horas. El 5% de los estudiantes matriculados no realizó ninguna actividad escolar la semana anterior a la encuesta. ¿Los motivos? Según los cuidadores, los niños, niñas y adolescentes están menos involucrados con los temas del colegio y, también, menos motivados para realizar las actividades escolares desde casa. En cifras, el 47% de los estudiantes están menos involucrados en las actividades escolares de lo que solían estar antes de la pandemia, y el 49% no está motivado para estudiar.
Esto ha generado también una reducción en el aprendizaje. Se identificó, por ejemplo, que para el 2020 el aprendizaje se estancó o se redujo para el 40% de los estudiantes encuestados, según informaron sus cuidadores. En ese sentido, uno de cada cuatro cuidadores reporta que el niño o niña no aprendió nada nuevo, y uno de cada 10 reporta que se perdió aprendizaje.
Entre esos procesos de aprendizaje, uno de los más afectados fue la lectoescritura. Los resultados de la encuesta muestran que este proceso se estancó o empeoró para el 75% de estudiantes de 8 a 10 años, y para el 44% de estudiantes de 5 a 7 años. El rezago, afirman los autores de la investigación, es mayor en las zonas rurales y en las niñas.
Todos estos factores han generado una alta preocupación por el riesgo de deserción en el 2022. Durante la pandemia, por ejemplo, el 4,4% de los hogares tuvieron al menos un niño, niña o adolescente que desertó, y la deserción fue 50% mayor en las zonas rurales. Por eso, a la pregunta “¿Le preocupa que el niño/a no quiera matricularse el próximo año?” uno de cada cuatro cuidadores respondió afirmativamente.
En resumen, concluyen los expertos, la educación presencial no ha sido la regla para una alta proporción de estudiantes de colegios oficiales. “Los riesgos de salud emocional y desmotivación son altos y generalizados tanto en zonas urbanas como en zonas rurales”, afirman. De ahí la importancia de priorizar para el 2022 aspectos como el bienestar emocional, la recuperación de los aprendizajes, y que se asegure el retorno y la permanencia escolar.