El conocimiento, la poesía, la ciencia y los niños
¿Cuál lenguaje debemos usar con los niños y las niñas? ¿Cuál es el camino para transmitirles educación científica a las nuevas generaciones? Una reflexión sobre por qué el conocimiento puede ser una gran aventura.
Julio César Londoño*
Nunca estamos muy seguros de cuál es la manera correcta de hablarles a los niños. ¿Falo, pipí o cigüeña? ¿Lenguaje recto o figurado? ¿Hay que hablarles en “media lengua” o articular las palabras como Dios manda? (Lea: Educar en ciencia, un modelo aún por construir en Colombia)
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Nunca estamos muy seguros de cuál es la manera correcta de hablarles a los niños. ¿Falo, pipí o cigüeña? ¿Lenguaje recto o figurado? ¿Hay que hablarles en “media lengua” o articular las palabras como Dios manda? (Lea: Educar en ciencia, un modelo aún por construir en Colombia)
Como en los primeros años les hablamos de manera demasiado sencilla, tendemos a mantener ese nivel luego, cuando crecen, olvidando que su desarrollo cognitivo es rápido y potente. Su memoria, curiosidad, energía vital y la diversidad de sus asociaciones son extraordinarias.
En algunas materias ya los tratamos como hermanos mayores, por ejemplo en el manejo de la tecnología digital. En lo demás serán siempre “los niños”, y olvidamos que los cambios sociológicos que se han producido en los últimos decenios los han convertido en una especie de adultos precoces. Veamos.
Los espacios de educación sexual en los medios, e incluso en la pornografía, han permitido que un niño de 10 años maneje una información sexual semejante a la de un joven de 20 años de tiempo atrás.
También la información científica y política les llega más temprano ahora. El pénsum contiene nociones de física y química desde el ciclo básico. Las redes sociales tienen de todo, incluso política. Proliferan los espacios audiovisuales de divulgación científica. La complejidad y la popularidad de series como The big bang theory, y animaciones como Los Simpsons, nos están diciendo a las claras que los jóvenes de hoy no son ingenuos.
La estética y la moral de los cómics contemporáneos evidencian la madurez de las nuevas generaciones. Moralmente, los superhéroes fueron muy planos hasta los años 80 (el Llanero Solitario, Aquamán) y los muñecos eran francamente pueriles: Miky Mouse, Bambi… Hoy los héroes asumen posiciones políticamente incorrectas, y los niños son capaces de admirar la belleza de los insectos y los dinosaurios. En suma, viven en un mundo menos estereotipado en lo estético y en lo moral.
Los intelectuales mayores piensan diferente. Están convencidos de que en su tiempo se leía más y que la ignorancia de las nuevas generaciones es dramática. Se equivocan. Como su adolescencia y su juventud transcurrieron en círculos intelectuales, tienden a creer que en su tiempo “todo el mundo leía”. Se equivocan: los lectores han sido siempre una minoría. (Puede leer: Educación científica en Colombia: el conocimiento de las comunidades locales)
Es una arbitrariedad exigir que todo el mundo sea un devorador de libros. La población es diversa y resulta normal que muchos jóvenes se inclinen por actividades prácticas, como los deportes, los viajes o la aventura. Es absurdo pretender que un porcentaje alto de la población juvenil ame las bibliotecas por encima de las canchas, las discotecas, la montaña, el río, el taller de motos o los juegos electrónicos.
Con todo, es deseable que un buen porcentaje de ellos tenga una relación tranquila y sincera con los textos escritos y con el mundo de las ciencias y las artes. Por muy negociante o aventurero que sea un joven, la vida lo pondrá muchas veces en situaciones que le exigirán un mínimo intelectual. En las reuniones sociales se tocan muchos temas, y solo saldrán bien librados los que tengan una paleta de recursos intelectuales bien surtida. La filosofía no es un asunto solo de filósofos. El amor, la muerte, la amistad, la justicia y la política son temas cotidianos y filosóficos. Los que tienen destrezas en las habilidades lingüísticas (leer, escribir, hablar o escuchar) tendrán ventajas sociales evidentes. Sus proyectos estarán mejor redactados. También sus mensajes románticos. A la hora de negociar, charlar con los amigos, discutir, injuriar o seducir las destrezas verbales son decisivas.
Con estas ideas en mente podemos arriesgar una poética de la pedagogía moderna. ¿Cómo deben ser el lenguaje y los contenidos de los ensayos y los audiovisuales de divulgación para niños?
1. El lenguaje debe ser adulto, audaz; no hay que temerle al uso de las metáforas y la ironía, figuras que son parte del lenguaje de todos los días.
2. Los contenidos pueden ser complejos y multidisciplinarios: Harry Potter y El señor de los anillos mezclan diversas disciplinas científicas con elementos de ficción, historia y mitología, y plantean dilemas éticos complicados.
3. La poesía es un elemento de seducción irreemplazable: su agudeza llega más lejos que la prosa meramente informativa y tiene virtudes nemotécnicas. No es fortuito que la gente tenga centenares de canciones en la cabeza y en el corazón: están hechas con una mezcla infalible, ritmo y poesía.
4. Los profesores y los realizadores audiovisuales deben “aterrizar” sus contenidos: si encuentran los puentes entre la química y la física, por ejemplo, con asuntos del amor, la cocina o el deporte, el estudiante estará “enganchado”.
5. La erudición es un punto de partida, no de llegada. Con la erudición satisfacemos la necesidad de encontrar explicaciones a los fenómenos y a las cosas, pero el buen divulgador debe ir más allá y establecer conjeturas inteligentes, imaginar mundos posibles y criticar con tino los problemas de su tiempo. (Lea también: Pensamiento científico, el reto de las próximas Pruebas Pisa)
Como tareas para los estudiantes propongo dos: que escriban ensayos de divulgación. Es una buena manera de comprometerlos con la gramática y con la estructura del género, que es sencilla: presentación del tema, desarrollo y cierre. Y que hagan audiovisuales con los celulares y los narren con su voz.
El reto es demostrarles que el conocimiento es una aventura de la inteligencia y la imaginación, y que la clase puede ser una prolongación del recreo.
* Esta campaña, que busca llamar la atención sobre la necesidad de fortalecer la educación científica en el país, es una alianza entre El Espectador, Compensar y Ciencia Magnética.
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