El reto de llevar libros y educación a los rincones más dispersos de Antioquia
Desde hace 20 años, la Fundación Secretos para Contar ha diseñado planes de lectura para 4.200 instituciones educativas rurales de Antioquia. Del próximo 6 al 15 de septiembre, participarán por primera vez en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín. ¿Por qué es importante su labor? ¿Cuáles son los retos de llegar a los 125 municipios del departamento?
Luisa Fernanda Orozco
Era común que las familias en la ruralidad tuvieran pocos o ningún libro en sus hogares. Lo único con lo que a veces contaban era la Biblia, instrucciones de electrodomésticos o recortes de papel periódico para envolver alimentos. Hace 20 años, eso fue lo que motivó la creación de la Fundación Secretos para Contar, que diseña planes de lectura para las familias campesinas. “Hacía falta llevar libros a sus casas”, cuenta Vanessa Escobar, directora de educación de la fundación, que, desde entonces, ha llegado a 4.200 instituciones educativas de la ruralidad dispersa en los 125 municipios de Antioquia.
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Era común que las familias en la ruralidad tuvieran pocos o ningún libro en sus hogares. Lo único con lo que a veces contaban era la Biblia, instrucciones de electrodomésticos o recortes de papel periódico para envolver alimentos. Hace 20 años, eso fue lo que motivó la creación de la Fundación Secretos para Contar, que diseña planes de lectura para las familias campesinas. “Hacía falta llevar libros a sus casas”, cuenta Vanessa Escobar, directora de educación de la fundación, que, desde entonces, ha llegado a 4.200 instituciones educativas de la ruralidad dispersa en los 125 municipios de Antioquia.
En primer lugar, es necesario que recordemos que los territorios que hacen parte de la ruralidad dispersa en nuestro país se caracterizan por tener poca conexión vial, carencia de infraestructura y sustento económico a partir de la producción agropecuaria. En algunos casos, las viviendas están lejos de la cabecera municipal y se encuentran separadas entre sí. Según el informe más reciente de Antioquia Cómo Vamos, ese departamento tiene un 80 % de población urbana y, el resto, vive en el campo. Pero, si se excluye al Valle de Aburrá, que es donde más se concentra el número de habitantes de Antioquia, el 57 % de la población vive en la zona urbana y el 43 % en la rural.
Ahora, Escobar explica que la educación no funciona igual en las ciudades y en el campo. En este último, funciona un modelo avalado por el Ministerio de Educación que se llama Escuela Nueva. Consiste en dictar los cinco grados de la básica primaria con uno, dos o hasta tres maestros, quienes, a su vez, enseñan todas las áreas: matemáticas, ciencias naturales, español y demás. “Este es un modelo que tiene ventajas en la ruralidad, pero también trae muchas dificultades. De hecho, muchas de las personas que reciben ese tipo de educación, no logran pasar de quinto de primaria y otros, incluso, abandonan en tercero”, dice Escobar. Las cifras lo comprueban: Según Proantioquia, por cada 100 estudiantes de la ruralidad dispersa, únicamente 20 completan el grado 11. Mientras, el 63 % de los jóvenes que se gradúan de bachillerato en los colegios oficiales de Medellín lo hacen con un titulo técnico.
En medio de ese panorama, Secretos para Contar ha donado más de 8 millones de libros a 210 mil familias campesinas en todo el departamento. Cuentan, también, con más de una centena de financiadores, entre ellos Comfama, Proantioquia, la Universidad Eafit y la Gobernación de Antioquia. ¿Cuáles son los retos de la educación en la ruralidad dispersa? ¿Cómo definir los planes de lectura para los jóvenes? ¿Influye de alguna manera en otros miembros de la familia?
Lecturas adecuadas para el contexto
Un punto clave para comprender la fundación es el trabajo en cadena que hizo para llegar a las familias campesinas. La puerta de entrada, según Escobar, fueron las instituciones educativas. “Pero, al inicio, nos tomó dos años mapearlas porque algunas estaban a dos días en mula desde la cabecera municipal”, recuerda.
Cuando las identificaron, un rol clave comenzó a hacer parte de todo el proceso: el de los docentes. La fundación se alió con 12 mil de ellos en todo el departamento para que conocieran de qué se trataba el programa. La idea, como cuenta Escobar, era que los profesores luego citaran a las familias campesinas de cada escuela durante un día específico para contarles lo que querían hacer.
Un elemento importante, según ella, fue no imponer un plan de lectura a partir de lo que se enseña en las ciudades, sino preguntarle a ellos, como familias campesinas, lo que querían aprender según su interés de aprendizaje o sus necesidades básicas. Luego, a partir de eso, crearon un top 10 que fue la base para elegir los libros de su biblioteca.
Lo ideal fue que los textos de la fundación se salieran de lo que los alumnos aprendían normalmente con las materias del colegio. Para ello, utilizaron la Pedagogía Waldorf, que, en pocas palabras, permite elegir libros de literatura, ciencia y conocimiento práctico.
En las escuelas, los maestros a veces le han solicitado a los estudiantes que lleven los libros de la fundación para estudiarlos en clase. Algunos de los saberes y conocimientos que más se han desarrollado a partir de esto, según monitorea la fundación, son la lectoescritura, con un 44,4 %; la motivación por la lectura, con un 29,8 %; y el enriquecimiento de la cultura, con un 15,7 %.
Pero uno de los grandes impactos del programa no se encuentra propiamente en las aulas, sino en el núcleo familiar. Escobar lo explica de manera sencilla: “resulta que en Antioquia tenemos muchos casos de analfabetismo funcional, en el que las personas aprendieron a leer y escribir en algún punto de sus vidas, pero olvidaron hacerlo por falta de práctica. Con nuestros planes de lectura, hemos notado que otros miembros de la familia comenzaron a aprender a leer y a escribir motivados por otros integrantes que hacían uso de los libros”. Según datos de Secretos para Contar, quienes se impactaron en mayor medida por esto fueron los hijos en el 69 % de los casos, seguidos por un 7 % de madres amas de casa, y un 6 % de nietos.
La alfabetización sigue siendo un reto
Además del proyecto de promoción de lectura, la Fundación creó otro, llamado Alianza ERA, que, con el apoyo de la Gobernación de Antioquia, lleva programas universitarios -técnicas y tecnologías- a las escuelas rurales. Su inspiración fue un modelo similar que estaba siendo aplicado en Caldas, donde, además de llevar programas profesionales, también se ampliaba la capacidad de las escuelas rurales: las que tenían formación hasta quinto de primaria, pasaron a tenerla hasta 11 de bachillerato.
Escobar explica que, en 2017, la Fundación recibió una transferencia del programa de Caldas para comenzar a aplicarlo en Antioquia. El colegio Juan de Dios Carvajal, en el municipio de Jardín, fue uno de los beneficiados, según cuenta una de sus docentes, Alexandra Ibarra. Ella cuenta que, al principio, la institución contaba con apenas 17 jóvenes matriculados, sin hablar de las malas condiciones de infraestructura física para dictar las clases. Pero, con la llegada de la Alianza ERA hace 7 años, lograron ofertar todos los grados académicos, hasta 11 de bachillerato. Incluso, los estudiantes de décimo y once pueden cursar programas técnicos, mientras las tecnologías están únicamente disponibles para quienes están en grado once. También crearon cinco proyectos pedagógicos que están movilizando a los estudiantes a partir de diversos temas, como el cuidado ambiental.
Actualmente, la alianza se ha implementado en 27 municipios del departamento, apoyando a 1.400 docentes y 24.000 estudiantes. Sin embargo, Escobar cuenta que el propósito es llegar a los 125 municipios, y, para eso, quisieron que la iniciativa se convirtiera en política pública. De hecho, así pasó el pasado 15 de agosto de 2023, mediante la Ordenanza N°17, con la que se buscará beneficiar a 4.352 instituciones educativas rurales. Su implementación se está llevando a cabo en este cambio de administración en la Gobernación de Antioquia, en cabeza de Andrés Julián Rendón.
La idea es que la alianza también ayude a los jóvenes rurales a conseguir empleo, crear su propio emprendimiento, o conseguir una beca para quienes quieran escolarizarse en un pregrado. “A fin de cuentas, lo que buscamos con ERA son trayectorias educativas completas, en las que los jóvenes del campo puedan acceder a una educación universitaria”, dice Escobar.
Por ahora, la fundación participará por primera vez en la Fiesta del Libro de Medellín, entre el 6 y el 15 de septiembre, en el Jardín Botánico de la Ciudad. Tendrán una carpa en la que realizarán actividades como talleres de promoción de lectura, y charlas en las que estarán como invitados los escritores William Ospina, Juan Luis Mejía y Jorge Orlando Melo.
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