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El acoso escolar sigue siendo panorama común en muchas instituciones educativas colombianas. En el marco del Día Internacional contra el Bullying, conmemorado el pasado 2 de mayo, el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana reunió las cifras más destacadas sobre esta problemática en estudiantes de 15 años de 1.500 colegios del país, de los que el 11.2% afirmó haber sido golpeado o empujado por sus compañeros (Lea también: Los líos del 95 % de infraestructura educativa no son el único problema en Medellín).
Los impactos del acoso escolar en niños, niñas y adolescentes puede conllevar a experiencias de temor, inseguridad, pasividad y aislamiento.
Depresión, ansiedad y baja autoestima son otras de las consecuencias que, en últimas, podrían afectar el rendimiento académico, la asistencia y la decisión de desertar en los estudiantes.
“Estos efectos negativos impactan el desarrollo de las habilidades socioemocionales y de las capacidades de consecución de objetivos y de relacionamiento (afectivo y no afectivo) que pueden afectar también el futuro, la vida laboral y familiar de la víctima”, dijo Gloria Bernal, codirectora del LEE (Le puede interesar: Colombia y España firman acuerdo para facilitar el acceso a programas universitarios).
Y es que, del total de estudiantes encuestados, el 32,3% afirmó sufrir cualquier tipo de bullying en el colegio, cifra que está por encima del promedio mundial que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es de 22,7%.
El 10,6% de los jóvenes colombianos también indicó haber sido amenazado por otros estudiantes en sus instituciones educativas, y el 12,2% afirmó que la situación escaló de tal manera que sus compañeros les robaron o destruyeron objetos de su pertenencia. Nuevamente, ambas cifras sobrepasan el promedio de la OCDE que, de manera respectiva, es de 6,2% y 6,6%.
¿Cuántos tipos de acoso escolar existen?
Según la Ley 1620 del 2013, son tres tipos de acoso escolar:
- Tipo I, que son conflictos que no comprometen la salud física o mental de los estudiantes.
- Tipo II, que son situaciones que no tienen las características de un delito, pero que se presentan de manera repetida y causan daños a la salud física o mental, sin generar incapacidad alguna para cualquiera de los involucrados. “Por ejemplo, el estudiante nuevo sigue recibiendo burlas después de una semana de haber ingresado al colegio, le esconden la maleta o últiles repetidamente o lo excluyen”, señala un informe del LEE.
- Tipo III, que son situaciones que se convierten en presuntos delitos contra la libertad, integridad y formación sexual (por ejemplo, al estudiante lo golpean o finalmente se involucra en una riña y hay lesiones físicas que causan incapacidad).
Sin embargo, y a pesar de esta tipificación, el LEE advierte que solo el 19% de instituciones educativas analizadas tiene mecanismos para identificar la violencia escolar. En promedio, hay 800 estudiantes por 1 profesional psicosocial en los colegios oficiales, mientras que los privados tienen 285 jóvenes por 1 experto de este tipo.
Por último, el LEE señala que las rutas existentes “no son de fácil comprensión, intervienen diferentes actores cuya coordinación puede ser compleja y con frecuencia de difícil acceso para las víctimas”. Por eso, hicieron un llamado para clarificar y simplificar las rutas de detección y denuncias, así como mejorar la atención del sistema judicial sobre casos existentes.
También instaron a que se formara en mayor medida a los estudiantes para promover un buen ambiente escolar y así prevenir los casos de acoso, sean propios o ajenos.