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En el Norte de Santander, La Guajira y Arauca se presentan barreras significativas para que las niñas y adolescentes migrantes accedan al sistema educativo. Un reciente informe de Save the Children señala que las principales son el incremento del embarazo adolescente, aumento de carga en labores domésticas, exposición a violencia de género y estereotipos de género en los conocimientos que deben adquirir las niñas. Además, a estos obstáculos se suman factores como la xenofobia, el bullying y los exámenes de nivelación.
Según cifras del Dane, en 2021 se registraron 4.708 nacimientos en niñas de 10 a 14 años. Mientras que en abril de 2022 se registraron 89 nacimientos en menores de 14 años frente a 74 del mismo mes en 2021.
Por otro lado, Save the Children advierte que la exposición de las niñas y jóvenes a la violencia de género se da especialmente por tres factores. El primero es el aumento de feminicidios por el confinamiento del covid-19. Según la Fundación Feminicidios Colombia, 30 niñas y adolescentes fueron víctimas de feminicidio, 15.120 niñas y adolescentes fueron víctimas de presuntos delitos sexuales y 3.732 fueron víctimas de violencia intrafamiliar, de estas dos últimas, el 5% son migrantes venezolanas. (Le puede interesar: Desde hoy no se exigirá usar tapabocas en entornos escolares)
El segundo factor son las violencias asociadas al conflicto armado y las violencias urbanas. “Al ser regiones donde los grupos armados ilegales y estructuras criminales ampliaron su influencia, niños, niñas y adolescentes quedaron expuestos a riesgos asociados al reclutamiento”, señala el informe de Save the Children y añade que “la amenaza del paro armado hecho recientemente ha impactado directamente la educación de niños y niñas”.
Un tercer factor para la organización es el incremento de las cifras de informalidad y pobreza asociada a la migración en estos tres departamentos. De los 1.842.390 de migrantes venezolanos registrados en 2021, 164.229 se encuentran en Norte de Santander, 106.749 en La Guajira y 33.871 en Arauca. (Lea: La travesía de un grupo de ucranianas para llegar al Mundial de Física en Colombia)
En cuanto a las labores domésticas, el informe señala que “aunque no es una característica exclusiva de la frontera, sí es evidente que muchas familias en esta región naturalizan que las niñas deben realizar trabajo sin remuneración en el hogar”.
El director de Incidencia de Save the Children, Felipe Cortés, afirma que “las niñas, quienes han sido las más vulnerables con el cierre de las escuelas, han visto limitado su acceso y disponibilidad para estudiar por las labores no remuneradas que se sumaron aún más durante el covid-19″.
Además, dice el director, “los quehaceres del hogar y el cuidado de los hermanos son algunos de los desafíos más recurrentes en el contexto, sumado a mayor exposición a la violencia de género y a otros tipos de violencia fuera de las escuelas”.
El informe añade que los estereotipos de género se han trasladado a los espacios escolares. Según Cortés, “observamos que los docentes y niños les asignan valores como orden, interés, obediencia, aseo y dedicación; lo que va en contravía de los valores que los mismos docentes les asignan a los niños como inteligencia, bueno para los deportes, para las ciencias y la tecnología”.
Para la organización, por estos estereotipos, las niñas se “autolimitan” en sus capacidades, pues “son tan fuertes los roles de género culturalmente aceptados y reforzados en las aulas, que muchas niñas solo se perciben como cuidadoras, madres o en disciplinas blandas”. (Lea: ¿Qué debe hacer si su hija o hijo es el agresor en casos de acoso escolar?)
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