“Podemos mantener nuestra operación sin ningún problema”: rectora U. Rosario
Ana Isabel Gómez se posesionará este jueves, 24 de octubre, como la primera rectora de la Universidad del Rosario en los 371 años de historia de la institución. En entrevista, explica los tres ejes principales en los que basará su rectoría, asegura que no cerrará ninguna facultad y cuenta cómo está la situación financiera del plantel.
Paula Casas Mogollón
Por primera vez, en los 371 años de historia de la Universidad del Rosario, una mujer asume la rectoría. El pasado 9 de octubre Ana Isabel Gómez, especialista en Gerencia en Salud Pública y Derecho Médico Sanitario, fue anunciada como la rectora designada para el período 2024 - 2026, una decisión que se conoce después de unos meses agitados para la institución: un rector desvinculado por las dudas sobre el manejo financiero, un declive en las matrículas y unos estados que mostraban que, si bien la institución no estaba quebrada, tenía muy poco flujo de caja para asumir sus obligaciones.
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Por primera vez, en los 371 años de historia de la Universidad del Rosario, una mujer asume la rectoría. El pasado 9 de octubre Ana Isabel Gómez, especialista en Gerencia en Salud Pública y Derecho Médico Sanitario, fue anunciada como la rectora designada para el período 2024 - 2026, una decisión que se conoce después de unos meses agitados para la institución: un rector desvinculado por las dudas sobre el manejo financiero, un declive en las matrículas y unos estados que mostraban que, si bien la institución no estaba quebrada, tenía muy poco flujo de caja para asumir sus obligaciones.
En medio de las reuniones de empalme que se han desarrollado desde su designación, Gómez reconoce que estas dos últimas semanas han sido ajetreadas. Más de mil mensajes han llegado a su WhatsApp de alumnos, exestudiantes, colegas y periodistas. “Mi número es público, porque en mi primera clase se los entrego a mis estudiantes por si necesitan algo, sobre todo con temas relacionados con su salud mental”, dice. Aunque su prioridad ahora es asumir las riendas de la universidad y superar la crisis por la que atraviesa, señala que entre sus planes no está dejar de lado la docencia.
En entrevista con El Espectador, la pediatra y médico Cirujano explica cuáles son los tres ejes principales en los que basará su rectoría y las estrategias que empleará para que los ingresos de la universidad no dependan exclusivamente de las matrículas, sobre todo ahora que el mundo enfrenta una disminución en sus tasas de natalidad. También, entrega un parte de tranquilidad y asegura que no cerrará ninguna facultad o una carrera.
Una institución con 370 años de historia tiene, por primera vez, a una mujer como rectora. ¿Qué significa para usted ser esa primera mujer?
Paralelo al sentimiento de que soy la primera mujer, pesa primero ser rosarista y para cualquier rosarista, el ocupar la rectoría y poderle servir a la universidad desde esa posición es absolutamente conmovedor, emocionante e implica una gran responsabilidad. Ahora, como mujer, te diría que es como un fenómeno parecido al que sucedió en la medicina. Soy médico pediatra y durante muchos años la medicina era una profesión masculina. De hecho, este año en mi clase de primer semestre le hicimos un homenaje a nuestras dos primeras mujeres que cursaron especialidades médico-quirúrgicas en la universidad y mirábamos su trayectoria y ellas lo hicieron de una manera tan hermosa, fueron tan buenas, tuvieron tanta excelencia en lo profesional y en lo personal, que nos abrieron la puerta a las demás. Si ellas no se hubieran comportado con excelencia como lo hicieron, yo no hubiera podido entrar a una especialidad médico-quirúrgica. Veo también ese tipo de responsabilidad con todas las mujeres egresadas, estudiantes que tengo en aula y funcionarias. Lo asumo con el compromiso de hacerlo con excelencia para que esa oportunidad se abra para todas las mujeres.
¿Cuáles son los ejes en los que va a centrar su rectoría?
Tengo tres ideas centrales que deben permear todas nuestras funciones sustantivas de docencia, investigación, extensión, consultoría y responsabilidad social. La primera es un liderazgo por valores, es decir, en donde identifiquemos los principios y valores que orientan nuestra institución, que protegen libertades humanas y que ese liderazgo permee todas nuestras actividades.
El segundo, que es una necesidad de la comunidad, es un diálogo participativo para la acción. Lo que nos pasó en este primer semestre era que veíamos una comunidad muy polarizada. Por medio del diálogo es que uno puede identificar cuál es el problema, a quiénes va a afectar uno con las decisiones, qué valores fundamentales están involucrados en esa decisión y encontrar una solución que sea éticamente factible y jurídicamente sustentable.
El último pilar es el de la transformación. En una universidad como esta, que tiene más de 370 años, uno no puede pensar que todo lo que ha pasado en este tiempo no tiene un valor y debe ser completamente cambiado. Siempre se construye sobre lo que otros han construido. La idea es identificar en nuestras constituciones, en nuestra misión, en lo que somos como rosaristas, qué se debe preservar, pero, también, entender que las sociedades cambian y las necesidades se transforman. Hay nuevas tecnologías que hacen que nos comportemos distinto, hay nuevos grupos de interés, hay derechos emergentes y, frente a eso, es crucial mirar qué transformaciones debemos hacer que nos permitan conservar nuestra identidad y proyectarnos en los siglos que están por venir. Es la manera de proteger este legado entre todos para las futuras generaciones.
Los últimos meses fueron complejos para la institución: un rector desvinculado por las dudas sobre el manejo financiero y un declive en las matrículas. Ahora, que asume como rectora, ¿cómo encontró la universidad?
He estado en estas últimas semanas en reuniones de empalme, que seguramente van a continuar después de mi posesión. Lo que puedo decir es que el rector encargado, Gustavo Quintero Hernández, constituyó un grupo de funcionarios de la universidad, de exfuncionarios y de egresados que eran expertos en temas clave, para atender primero los temas más álgidos. Actualmente, hay un plan en marcha que está atendiendo estos temas, como los administrativos financieros o los de recursos humanos, que ya se ha socializado con la comunidad educativa en las distintas reuniones que ha tenido el rector encargado. Por el momento, podría decir que hay un plan en marcha que ya está dando resultados y que yo debo revisar minuciosamente para saber si hay algo más que tengamos que hacer, si hay algo a lo que deba darse continuidad o si hay cosas nuevas que debemos introducir. La comunidad tiene que tener un parte de tranquilidad, porque no hemos parado desde abril.
Habla de un plan que ya se puso en marcha desde abril. ¿Cuáles son esos resultados que ha podido evidenciar?
Los planes que se han adelantado tienen que ver, por ejemplo, con un uso más eficiente de recursos, con estrategias que tienen que ver con organización de la universidad y con temas financieros. No te podría decir en detalle, porque apenas los estoy conociendo de manera general, pero, si te puedo decir que hemos continuado nuestra operación en dos frentes. Uno es el de la de la resolución de los problemas agudos que teníamos y, el segundo, es la de nuestra cotidianidad orientada a la excelencia. Nuestras clases, nuestros procesos de acreditación, nuestra investigación, nuestro trabajo con comunidad, nuestra responsabilidad social, eso lo han sostenido en su totalidad e inclusive con redoblado esfuerzo la comunidad académica. No te puedo decir que uno asume un cargo de estos tranquilos, porque no lo hace uno ni en tiempos tranquilos ni en tiempos difíciles, pero sí creo que ya hay resultados de lo que se ha venido haciendo y de lo que hacemos todos los días.
El Espectador reveló los estados financieros de la universidad que, básicamente, mostraban que si bien el plantel no estaba quebrado, sí atravesaba serios problemas de dinero. Actualmente, ¿cómo está la situación económica del Rosario?
Somos una institución de muchísimos años, que tiene un patrimonio muy importante que respalda nuestra operación. La situación que está atravesando el Rosario, la están atravesando todas las demás universidades. La dependencia de matrículas, un sector regulatorio sobre el que se está reflexionando en este momento, una educación que se ha globalizado, unos estudiantes que tienen intereses distintos en sus trayectorias que no necesariamente se centran en hacer carreras tradicionales. En este momento podemos estar tranquilos en el sentido de que nosotros podemos mantener nuestra operación sin ningún problema, pero requerimos hacer uso eficiente de los recursos, buscar nuevas fuentes de ingreso, apalancar nuestras inversiones adecuadamente, entre otras estrategias.
Justamente habla de que no se puede depender de las matrículas. El mundo atraviesa por un momento en el que han reducido el número de nacimientos. ¿Cómo enfrentar este cambio en la pirámide población?
Es una gran pregunta que nos tenemos que empezar a plantear desde las universidades, pues las tasas de natalidad están cambiando y la pirámide poblacional se está transformando. Eso afecta a distintos sectores de la actividad humana, por ejemplo, a los sistemas de salud. De pronto no van a tener que pensar tanto en la salud materno-fetal y nacimientos, sino que se deben enfocar en las enfermedades crónicas o relacionadas con el envejecimiento. Por supuesto que el sector de la educación no pasa por alto y debemos tener unas ofertas que identifiquen cuáles son las grandes tendencias en educación para transformarla en términos de composición de los currículos, de ciclos cortos, de formas de evaluación, de trayectorias que puedan ser conectando pregrados con posgrados.
Debemos pensar en nuevas necesidades sociales que impliquen nuevos programas bajo unas miradas distintas a lo tradicional. Además, es clave entender que estamos en una sociedad que está envejeciendo y que, adicionalmente, llega a tener una esperanza de vida mucho mayor y con un envejecimiento funcional. Debemos tener una oferta que satisfaga los deseos del ser humano de seguir siendo útil a la sociedad. Ahí tenemos un ámbito en temas de educación continua muy importante. También necesitamos ver cómo podemos hacer que los egresados puedan reconvertir las capacidades que habían adquirido en la universidad y conseguir unas nuevas que requieren sus espacios laborales. Básicamente, debemos ver en qué podemos servirle a la sociedad de una manera distinta y conforme a lo que está exigiendo ahora.
En los pasillos también se rumoraba la posibilidad del cierre de algunas facultades por el tema de iliquidez. ¿Están pensando cerrar facultades o en modificar los pénsums?
La palabra universidad significa universalidad, distintos saberes y conocimientos dentro del mismo sitio, para poder en conjunto satisfacer las necesidades sociales. En todas las universidades sucede que hay programas que tienen mayor demanda de estudiantes, pero independiente de que tengamos más o menos demanda, lo que siempre tenemos es la necesidad social y, por lo tanto, debemos encontrar vías creativas de mantener los saberes que requerimos. Voy a poner un ejemplo de lo que sucede en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. Es posible que el programa de medicina sea más exitoso que otros programas de la facultad, pero qué sería de la atención en salud sin una buena enfermera, sin una buena terapeuta ocupacional, sin un buen fisioterapeuta, sin un buen psicólogo. No quiere decir que porque no tenga una demanda tan alta, la sociedad no necesita de estos saberes y, parte de mi responsabilidad social es mantenerlo. Por eso, tengo que encontrar maneras creativas para atraer más personas a esas profesiones que tienen una labor tan importante y buscar mecanismos dentro de la misma universidad que nos permita hacer economías de escala, cruzar profesores entre facultades, entre otras estrategias. Hay muchas maneras de poder resolver el problema que no pasa por cerrar una facultad o una carrera.
Al comienzo de la entrevista me contó que una de las estrategias que emplea en su clase es la de entregarle el número a sus estudiantes por si necesitan algo, sobre todo con temas relacionados con salud mental. Hay estrategias valiosas en la universidad, ¿las ajustará o impulsará unas nuevas?
La salud mental es un tema de salud pública de altísima relevancia en el mundo y en tiempo de pospandemia todavía se hizo más visible la necesidad de cuidarla. Nosotros, como universidad, tenemos distintas estrategias, como el UR Emotion, la cual trabaja desde hace mucho tiempo en una detección temprana de riesgo, inclusive tiene una especie de termómetro que permite a los estudiantes identificar sus emociones, identificar cuando existe un riesgo para poder buscar ayuda. También hay una serie de servicios que se le ofrecen a los estudiantes cuando tienen algún riesgo para que puedan ser identificados rápidamente y que se les acompañe en la situación de crisis, se les estabilice y que, en todo caso, pueda ser atendida en su sistema de salud. Lo otro es que a uno le enseñan a ser médico o ingeniero y nos enseñan todos los aspectos técnicos, pero se dejan un poco de lado las competencias blandas, que son parte del éxito profesional, como la comunicación, ética, trabajo en equipo y el manejo de las emociones. En ese sentido, la decanatura viene trabajando con todos los programas de la universidad para que incorporemos dentro de los currículos ese tipo de competencias blandas relacionadas con la salud mental y las emociones.
Me causa curiosidad que todo el tiempo reitera su labor como profesora. Ahora, como rectora, ¿piensa combinar su trabajo con la docencia?
Toda mi vida he tenido cargo administrativo. He sido jefe de departamento de ciencias clínicas, directora del programa de medicina por diez años, vicedecana durante seis años, vicedecana académica a lo largo de cuatro años y además he codirigido siempre una especialización en Derecho Médico y una maestría en Bioderecho y Bioética. Siempre he tenido un cargo administrativo como puede ser el del rector, pero me he negado a dejar la docencia y la investigación, porque pienso que eso es lo que lo acerca a uno a la comunidad. Por ejemplo, pienso que como directora de programa y vicedecana hice mi rol de una manera adecuada porque estaba en el mismo lugar que mis profesores y estaba cercana a mis estudiantes. Justo la semana pasada se me presentó la primera oportunidad de decir voy a dejar esto. Tenía mi clase de medio día y estaba en pleno empalme, era el segundo día en donde estaba contestando los mensajes a los medios de comunicación. Estaba abrumada. Pasé un momento y dije que si no lo hacía ahora, no lo podía hacer después, y busqué la forma de sacar el espacio para dictar mi clase.
No quiero que desaparezca eso que he construido con tanto amor durante tantos años y que me ha permitido hacer una gestión académica diferencial. Posiblemente, no la daré con la misma intensidad que la daba antes, pero sí voy a conservar un espacio de educación. Mi sueño es tratar de dar alguna actividad de docencia que pueda conglomerar distintas facultades y escuelas, que pueda ser incluso una electiva. Si hay algo que haya sido absolutamente grato de estos primeros días, es recibir el inmenso amor de generaciones y generaciones de rosaristas que fueron mis alumnos. Fíjate que ante un reto tan grande, frente al que uno como ser humano puede sentir temor, eso me ha dado la seguridad necesaria para enfrentarlo.
Un tema álgido dentro de la educación superior ha sido la reforma a la Ley 30. ¿Cómo ve esa reforma?
He sido muy prudente frente a ese tema, porque considero que se debe estudiar a mucha profundidad y que inclusive cualquier comentario que uno haga es frente a un proyecto de ley que pueden cambiar con el tiempo. Lo que sí tengo claro es que por método, por la disciplina que tengo, que es la bioética, es fundamental entender la posición del otro, no polarizarnos, que el Estado entienda la posición de las universidades privadas y de las universidades públicas y que lleguemos a un consenso que sirva al mejor interés de la sociedad. Te podría decir que esa es mi posición frente a cualquier reforma que se vaya a hacer en el país, poder aportar desde la universidad a que lo que se construya en el ámbito regulatorio, a que las grandes reformas que se están adelantando, sirvan al mejor interés de la sociedad.
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