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“Si pudiera hablar con un gobernante le diría que vele por la educación del país, así como por dar mayor oportunidad laboral para evitar la pobreza. Le diría piense en el país como si fuéramos su familia”, dice uno de los 643 niños, niñas y adolescentes de Antioquia, Arauca, Bolívar, Cundinamarca, La Guajira, Nariño, Norte de Santander, Santander y Valle del Cauca que hicieron parte del informe “La Niñez no da espera”, elaborado por Niñez YA, la coalición de más de 200 organizaciones y redes de sociedad civil. En este documento, Niñez Ya presenta la situación de la niñez como preámbulo a las elecciones presidenciales y muestra la radiografía de la situación de niñas, niños y adolescentes en Colombia.
La situación de la población menor de 18 años en el país se ha intensificado por la pandemia, el recrudecimiento del conflicto armado y las crisis migratoria y climática. De hecho, señala que 2.000 millones de niños y niñas (casi el 90% de la población infantil a escala mundial) están muy expuestos a niveles de contaminación atmosférica. En cuanto a los riesgos, el texto asegura que, en Colombia, la violencia sigue siendo la principal causa. Para 2020, el ICBF reportó la apertura de 39.986 procesos para niñas, niños y adolescentes por vulneración de sus derechos, el primer motivo de agresión fue la violencia sexual. Este documento espera ser una hoja de ruta para el nuevo gobierno y al Congreso para que sean incorporadas en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026.
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Así está la niñez en Colombia
Colombia, en la actualidad, es el hogar de 15.904.623 niñas, niños, adolescentes y jóvenes entre 0 y 19 años, es decir, representan el 30,8% del total de la población del país, así lo demostraron las proyecciones de población basadas en el censo de 2018 para 2022. Este mismo informe señaló que el cambio en la composición de los hogares presentó modificaciones en la jefatura del hogar. De 2005 a 2018 los hogares con jefatura femenina se incrementaron de 29,9% a 40,7%, una variación que alteró las dinámicas familiares con repercusiones directas en los procesos de cuidado y crianza de las niñas, los niños y los adolescentes, principalmente en los hogares que están a la cabeza de una mujer.
Además, genera unas disparidades entre los ingresos, una situación que, de acuerdo con el Banco Mundial, incrementa “las brechas para las oportunidades de alta calidad en el desarrollo infantil, la educación y los servicios de atención médica”. Para el Banco Mundial, la desigualdad en el país se evidencia en aspectos como la afectación desde el comienzo de la vida, repercutiendo en el desarrollo de capacidades y la acumulación de capital humano; en que las oportunidades de aprendizaje no sean las mismas para todas las niñas y los niños; en ampliar las brechas sociales y territoriales en el acceso a una atención médica de calidad; o en la desigualdad territorial entre las regiones más ricas y las más pobres.
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A esta situación se le suma que cada vez son más los niños, las niñas y los adolescentes que están en la pobreza. De acuerdo con el índice de pobreza multidimensional (PM) de 2020, entre 2019 y 2020 se registró un incremento al pasar de 17,5% a 18,1%. “El aumento que nos alarmó fue el de centros poblados y rurales disperso, que pasó de 34,5% a 37,1%. El DANE estima que esto significó que en 2020 la PM fuera tres veces mayor en los centros poblados y rural disperso que en las cabeceras y que 489.000 personas entraran a la PM”, advierte el informe de la organización Niñez Ya, que señala una hoja de ruta que puede emplear el próximo presidente o presidenta del país.
Salud, uno de los puntos olvidados de los gobiernos
“Los derechos menos respetados son: a la vida, a crecer sano y protegido, a la salud, al agua y a una buena alimentación. Para el gobierno colombiano las niñas, los niños y adolescentes no somos importantes”, dice uno de los 643 niños y niñas que fueron entrevistados para el informe. Y su crítica no es para menos. En 2020 y 2021 la salud y la nutrición de niñas, niños y adolescentes se vieron afectadas por la pandemia, siendo la mortalidad materna uno de los problemas más graves de salud pública en Colombia. En este periodo de tiempo se registró un aumento en el número de casos. En 2020 incrementó 34,8% con respecto a 2019, al pasar de 299 a 403 muertes. En 2021 el aumento fue de 13,1% con respecto a 2020: 403 muertes en 2020 a 456 muertes en 2021.
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Otro de los puntos clave que destapó la pandemia fue lo descuidada que está la salud mental en los niños, niñas y adolescentes. La depresión, la ansiedad, los trastornos del estado de ánimo y la conducta suicida fueron los principales problemas de salud mental reportados en este grupo poblacional. Datos de 2020 señalan que para ese año se reportaron 2.724 muertes por suicidio, de las cuales 126 se presentaron en menores de 15 años y 334 en adolescentes y jóvenes entre 15 y 19 años. El Instituto Nacional de Salud (INS), por su parte, reportó que entre 2020 y 2021 se presentaron seis casos (0,02% del total de casos) en niñas y niños de 5 años; 383 casos entre niñas y niños de 6 y 11 años (1,6%) y 8.189 casos (33,2%) entre adolescentes y jóvenes de 12 a 18 años.
La muerte por desnutrición en menores de 5 años siguió siendo uno de los principales problemas de salud pública. “La desnutrición crónica o retraso en talla en menores de 5 años es uno de los indicadores más importantes para medir el nivel de desarrollo de un país, pues afecta el desarrollo físico, cognitivo y socioemocional de los niños y niñas, con efectos para toda su vida”, dice el informe. Los factores ambientales, como el acceso a fuentes de agua segura o potable, han incidido a que este número incremente cada vez más. Por ejemplo, los niños o niñas que toman agua de fuentes no potables presentan una prevalencia de desnutrición crónica de 13,5% frente a 9,6% de quienes cuentan con acueducto público y agua tratada.
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Para revertir estas cifras, Niñez Ya ofrece una serie de soluciones. En cuanto a la mortalidad materna recomienda hacer un plan de recuperación frente a los indicadores afectados por la pandemia, “esto debido al retroceso en varios indicadores trazadores y al posible incumplimiento de las metas de Colombia frente al ODS 3″, dice. Además, propone generar acciones intersectoriales que le den robustez al acceso a los servicios de salud menta, como por ejemplo conocimiento general de los procesos de remisión desde la escuela y la familia y “se requiere ampliar el recurso humano en salud mental dispuesto en los territorios del país”, anota. Por último, pide asegurar que todos los hogares accedan a la alimentación suficiente y nutritiva mediante complementación alimentaria o auxilios a las familias.
Educación, el eterno debate
“El cerebro de un niño no nace tal y como es, sino que se desarrolla. El proceso comienza antes del nacimiento e implica una compleja interacción de las conexiones neuronales que van formándose a partir de la experiencia y del entorno”, asegura la UNICEF, Este proceso, además de basarse en una nutrición adecuada o en una estimulación positiva, también incluye las oportunidades de aprendizaje temprano. Sin embargo, las cifras de Colombia no son alentadoras, pues en el país solo se invierte 0,3% del PIB en educación inicial, mientras que el promedio de los países de la OCDE es de 0,7%.
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Datos de la Fundación Empresarios por la Educación, señalan que desde 2021 el presupuesto de inversión en la calidad de la educación inicial, preescolar, básica y media se redujo en cerca de un billón de pesos (64%), al pasar de $1,6 billones a 583 mil millones de pesos. Estas cifras comprueban que, en general, el país invierte menos recursos por estudiante que otros países de la OCDE, que destinan en promedio 4,3 veces más que Colombia en educación, que destinó en 2021 $2.407 dólares por alumno. Otra de las preocupaciones en este sector gira en torno a la inasistencia escolar que en 2021, por efectos de la pandemia, pasó de 4,8 al 30,1 % en zonas rurales.
Por eso, entre las recomendaciones de la ONG está incrementar los recursos de inversión del sistema educativo mediante la búsqueda de fuentes alternativas de financiación; cualificar la eficiencia del gasto público en educación, orientando los recursos de inversión a mejorar la canasta educativa en todos los niveles del sistema; ampliar la estrategia de jornada única hasta cumplir con 100% de la cobertura; acompañar pedagógicamente a maestros y escuelas en la gestión del clima escolar y la convivencia como determinantes para el aprendizaje, entre otras.
Los otros riesgos a los que se enfrentan los niños y niñas en Colombia
Así como es importante prestarle atención a la salud y la educación, los efectos de la crisis climática también desempeña un rol importante en los derechos de niñas, niños y adolescentes. En el mundo, cerca de 1,5 millones de menores de 5 años mueren como resultado de la contaminación del aire y el agua, la exposición a sustancias químicas y a otros daños ambientales. En Colombia, por ejemplo, los desastres meteorológicos extremos como inundaciones, sequías, incendios y huracanes afectaron, entre enero y noviembre de 2021, a 69.643 hogares, afectando a 151.689 niños y niñas.
La violencia es otro de los factores que pone en riesgo los derechos de las niñas y los niños. En 2020, el sistema de salud registró 119.288 casos de violencia reportados a Sivigila, en 44,88% de ellos las víctimas fueron niñas, niños y adolescentes. Y entre esta población, la mayoría de las víctimas fueron niñas. Además, reportó que entre 2020 y 2021 murieron en el país 3.132 niñas, niños y adolescentes por homicidio, eventos de transporte, causas accidentales y suicidio. En cuanto a los embarazos en menores de 14 años, que en Colombia es un delito, el DANE registró que entre enero y octubre de 2020 y 2021 hubo un incremento de 19,4% de embarazos.
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Con el objetivo de contrarrestar estos riesgos, Niñez ya señala que es necesario cualificar y fortalecer el recurso humano para la atención psicosocial de las familias en vulneración, tanto en programas de prevención; aumentar los recursos de inversión de los programas de fortalecimiento de las familias como agentes de transformación y desarrollo social en el ICBF; priorizar a las niñas, los niños y los adolescentes de las familias que se encuentran en pobreza, pobreza multidimensional y pobreza extrema en todas las decisiones de política pública y política económica; y adaptar y construir la infraestructura y los entornos protectores para la niñez acordes con las condiciones climáticas, como escuelas bioclimáticas y espacios lúdicos y pedagógicos seguros.