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Generación Z: desafíos y oportunidades

Para la decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana, el gran reto con la generación Z, “especialmente de la educación y de sus padres o cuidadores, está en potenciar el desarrollo de habilidades socioemocionales de estos jóvenes, enseñarles a usar responsablemente la tecnología y las redes sociales, así como a encontrar un balance entre la vida real y la virtual”.

Luz Karime Abadía*
23 de julio de 2024 - 11:14 p. m.
Opinión
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Foto: Diego Peña Pinilla

Los acontecimientos históricos y sociales, así como las tendencias en los estilos de crianza influyen en las características, comportamiento y apuestas de las diferentes generaciones. Se les llama centennials o generación Z a la cohorte de personas que nacieron entre finales de los años noventa y a principios de los 2000, el periodo de mayor auge del internet, los teléfonos inteligentes y las redes sociales. Aquellos, por ejemplo, que actualmente tienen 17 años, nacieron cuando fue anunciado el primer iPhone, Facebook tenía 3 años en el mercado y YouTube 2 años.

Son sin duda nativos digitales. Viven conectados y frente a las pantallas de dispositivos inteligentes la mayor parte del tiempo. Son muy visuales, en general prefieren los videos a la lectura, chatear o enviar audios en lugar de llamar, interactuar por redes sociales más que en persona. Consumen información rápida y fragmentada. Prácticamente, todo lo hacen a través de sus dispositivos inteligentes: incluyendo comprar bienes, realizar transacciones bancarias, acceder a entretenimiento, a nuevo conocimiento y en general a diversos servicios. Es la generación que tiene entre 13 y 27 años y representan actualmente aproximadamente el 16% de la población en Colombia (cerca de 8.4 millones de jóvenes).

Debido a su familiaridad con la tecnología, los centennials son multitasking, pues crecieron rodeados de mucha estimulación, lo que hace a su vez que sea más difícil captar su atención por mucho tiempo. Prefieren el aprendizaje práctico y técnico, y valoran las formas no tradicionales de educación, como el aprendizaje en línea, los cursos autodirigidos, las metodologías innovadoras, principalmente aquellas que involucre herramientas tecnológicas, el aprendizaje colaborativo, el uso de juegos y retos. Lo que impone enormes retos en educación, pues les cuesta aprender con el método tradicional, se distraen y se aburren fácilmente.

La Generación Z valora la diversidad y la inclusión. Son más propensos a aceptar y celebrar las diferencias en términos de raza, género, orientación sexual y cultura. Son más abiertos a hablar de salud mental y emocional que las anteriores generaciones. Les interesan las causas que propenden por el cuidado del medio ambiente, no tienen como prioridad formar una familia y la mayoría manifiesta desde temprana edad que no quiere tener hijos. Quieren viajar, ser independientes y buscar un equilibrio entre la vida laboral y la personal. Muchos miembros de la Generación Z muestran un interés temprano en el emprendimiento y la creación de negocios propios, influenciados por el acceso a plataformas digitales y redes sociales que facilitan estas iniciativas.

Estas características imponen también retos en el mundo laboral, pues ahora es más difícil atraer y retener talento joven. La generación Z suele tener una rotación laboral más alta, se aburren y renuncian con mayor facilidad. Según Ryan Jenkins, en su libro “The Generation Z Guide: The Complete Manual to Understand, Recruit and Lead the Next Generation” los centennials quieren trabajar en empresas cuya misión y valores se alineen con los suyos. Buscan trabajos que les permitan tener un impacto positivo en la sociedad y que les hagan sentir que están contribuyendo al mundo. Valoran la flexibilidad en el lugar de trabajo, incluyendo la posibilidad de trabajar remotamente y tener horarios flexibles. Prefieren lugares de trabajo donde se valore y promueva la creatividad y la innovación, así como los estilos organizacionales menos verticales y jerárquicos, y más colaborativos.

Sin embargo, su alta dependencia de los dispositivos inteligentes y de las redes sociales los hace más propensos a sufrir de ansiedad y depresión; pues se están comparando constantemente con los demás, creyendo como real lo que las redes sociales les venden: que los demás tienen vidas perfectas, trabajos soñados, habilidades extraordinarias y cuerpos atléticos, y que además eso se logra fácilmente, siguiendo recetas o algunos pasos, de manera rápida y sin mayor esfuerzo o dedicación. Esto los puede llevar a sentirse insuficientes, con baja autoestima y frustrados. Además, estar permanentemente conectados crea un falso sentido de interacción social, reduciendo y dificultando las interacciones cara a cara, lo que puede llevarlos a aislarse. Ahora es común escuchar a jóvenes decir que no tienen amigos y que les cuesta interactuar.

Por último, el uso excesivo de las redes sociales puede generarles dependencia y adicción, pues están esperando constantemente validación y visibilidad a través del número de “likes” o visualizaciones de sus publicaciones. El gran reto, especialmente de la educación y de sus padres o cuidadores, está en potenciar el desarrollo de habilidades socioemocionales de estos jóvenes, enseñarles a usar responsablemente la tecnología y las redes sociales, así como a encontrar un balance entre la vida real y la virtual.

*Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana.

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Por Luz Karime Abadía*

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