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En Colombia hay niños y niñas que culminan tercero de primaria sin saber leer. Esto lo evidencia el indicador de Pobreza de Aprendizaje calculado por el Banco Mundial en Colombia y en otros países del mundo. Este indicar mide tanto el porcentaje de niños y niñas de 10 años que no pueden leer ni entender un texto simple (privación de aprendizaje) combinado con el porcentaje que no asisten al colegio (privación de escolaridad). Esto es una catástrofe nacional. (Lea Senatec: así se puede inscribir a los programas tecnológicos del Mintic)
Saber leer y comprender lo que se lee es una habilidad básica, indispensable para la vida, que se debe aprender principalmente en el colegio en los primeros años de educación y se debe consolidar a lo largo del todo el ciclo educativo. Aquellos menores que no lograr desarrollar esta habilidad, tienen mayor probabilidad de desertar del sistema educativo, de reprobar cursos, de estar menos motivados, de permanecer en condición de pobreza monetaria y en general tienen menos posibilidades de aprovechar las oportunidades de la economía.
Los resultados son alarmantes. A nivel nacional, el 60% de los estudiantes de 10 años de colegios públicos y el 30% de colegios privados no saben leer. A nivel regional hay municipios cuyo indicador de pobreza de aprendizaje es superior al 70%, como por ejemplo, el municipio de Uribia (94%) en La Guajira o San Andrés de Tumaco (88%) en Nariño. Por el contrario, Duitama (35%) y Tunja (38%) en Boyacá, y Sabaneta (39%) en Antioquia presentan los mejores indicadores. Aunque no pueden cantar victoria, pues el indicador está por encima del que se observa en países de altos ingreso (cuyo promedio es menor al 20%). En Bogotá, el 45% de los estudiantes presenta pobreza de aprendizaje.
La prueba fue aplicada en el año 2019, luego sin duda los resultados post-pandemia son más alarmantes, pues hay estudios, incluyendo el caso colombiano, que muestran que el cierre de los colegios afectó de manera significativa los aprendizajes de los estudiantes en todos los niveles educativos.
Este tipo de mediciones en los primeros grados deben seguirse realizando y extenderse a la matrícula total de estudiantes del sector oficial en sus grados iniciales del todo el país. Debería ser una apuesta del Ministerio de Educación, liderada por el ICFES, en trabajo articulado con las Secretarías de Educación. Tener pruebas de salida del colegio como son las Saber11 son importantes, pero dado que son aplicadas a los estudiantes de último grado de bachillerato no permiten implementar acciones oportunas antes que los estudiantes culminen la educación básica.
Estos resultados muestran el fracaso del sistema educativo colombiano, especialmente del sector oficial, pues ni siquiera logra que los estudiantes alcancen los conocimientos y habilidades más básicas. La política central que los nuevos alcaldes y gobernadores deberían incluir en sus planes de desarrollo territoriales, es sin duda aquella que garantice que los niños y niñas, como mínimo, adquieran conocimientos y habilidades en lectura, matemáticas, ciencias e inglés, tras su paso por el colegio. El foco y las inversiones deben centrarse en los primeros años de vida de los individuos, pues es ahí donde se logran los mayores retornos individuales y sociales. Está demostrado que desarrollar ciertas habilidades en la edad adulta es mucho más difícil y costoso.
La oportunidad de iniciar con una ruta que reduzca las desigualdades educativas e impulsar la calidad es enorme para los nuevos gobernantes. Para ello, propongo estas cinco acciones en las que debería centrarse la política educativa. Primero, es necesario definir un currículo mínimo y obligatorio (para cada grado escolar los conocimientos y competencias mínimas que deben alcanzar los estudiantes) en las áreas básicas de enseñanza. Segundo, se requiere capacitar a los docentes para fortalecer sus conocimientos en las áreas básicas de enseñanza, así como en herramientas pedagógicas efectivas y en estrategias para alcanzar los objetivos de aprendizajes en cada grado y área. Tercero, se debe dotar a los colegios de libros y material didáctico apropiado para cada grado escolar y alineado con el currículo establecido. Cuarto, implementar pruebas estandarizadas en los primeros grados escolares que permitan identificar avances y rezagos en los aprendizajes básicos de los estudiantes. Por último, es clave diseñar incentivos para los docentes y colegios que muestren mayores avances, así como acompañamiento y refuerzos a aquellos más rezagados.
*Decana, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas - U. Javeriana
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