“Hay que desmontar el mito del amor romántico”
Una de las feministas más leídas en español sacó al amor del consultorio sentimental para transformarlo en un asunto académico. Hoy, con varios libros publicados, insiste en que el amor romántico debería ser un asunto de reflexión pública.
Helena Calle / @helenanodepatio
Desde Betty la fea hasta las abuelas: el mito del amor romántico es probablemente la trampa más repetida, la piedra con la que más tropezamos todos. Según Coral Herrera —una de las autoras feministas más populares en español—, el discurso del amor romántico afecta a millones de personas y, en particular, a las mujeres: las mantiene eufóricas, sometidas y frustradas en búsqueda de una utopía amorosa.
Herrera es, probablemente, la autora feminista que más se ha ocupado de investigar el amor como un asunto feminista, de sacarlo del consultorio sentimental y transformarlo en un tema académico. Ha sido profesora e investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid, La Sorbona París IV y la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.
Tras graduarse como doctora en Humanidades y comunicación audiovisual en la Universidad Carlos III (España), con una calificación cum laude, Herrera decidió que el lenguaje académico agotaba sus posibilidades. En vez de guardar 800 páginas de tesis doctoral en un repositorio, escribió libros como Mujeres que no sufren por amor: transformando el mito del amor romántico, La construcción sociocultural del amor romántico y Bodas diversas y amores queer.
“¿Y qué tal si toda la energía que las mujeres ocupan en sufrir por amor lo ocuparan en sus propios proyectos? ¿Qué tal si toda la energía que ocupan tías o madres en pedirnos que encontremos pareja la ocuparan en tratar de alejar a las mujeres de sus parejas violentas?”, dijo en su paso por Bogotá, cuando ofreció una conferencia en la Universidad Javeriana, gracias a la gestión de Puenteras: Escuela de autoconocimiento para mujeres, los colectivos Yerbateras, Polifonía, Gordas sin Chaqueta, Avatar, Comunicación sin Machismo, Alma Creación, Antípoda, Marea, SanAcción, la biblioteca feminista El Telar de las Palabras, el Proyecto Latinoamericano de Educación Menstrual, y la Cátedra Internacional Ignacio Martín Baró. El Espectador habló con ella.
¿Por qué dices que lo romántico es político?
Esta idea nace del lema de la revolución feminista de los años 80: lo personal es político. La frase es atribuida a Kate Millett, y lo que plantea es que todo lo que nos pasa no pertenece solo a la esfera íntima, también es una cuestión social y personal. El amor es una cuestión social, cultural, económica, y nos afecta a todos. Es el hito que nos une en pareja, la base la sociedad en la que vivimos. Una pareja unida por el amor romántico es la base del núcleo familiar tradicional. De esta manera todo lo que pertenece a la esfera de lo privado es asunto social. Y lo que le pasa a una nos pasa a todas y No es que el amor sea malo, sino que es difícil tal como está planteado en un sistema capitalista y patriarcal.
Si le pasa a todo mundo, ¿por qué el amor romántico ha sido un tema tan relegado académicamente?
Siempre ha estado en el centro de la literatura o el arte, pero poco ha sido analizado desde lo sociológico, lo político, lo ideológico. Por eso me lancé a hacer mi tesis doctoral sobre el tema. El amor romántico afecta a millones de personas en el mundo, y al principio, mi director de tesis se asustó con la propuesta. El planteamiento era estudiar el amor romántico desde una perspectiva feminista, pero fue acogida con escepticismo por las feministas académicas. En los 80 el matrimonio era considerado una cárcel, entonces era mejor no enamorarse, no tener pareja (heterosexual), pero yo pensaba que tenía que haber alguna manera de desaprender eso. No puede ser que tengamos que renunciar al amor solo porque es una trampa para muchas mujeres y porque es un instrumento de control social y sometimiento.
¿Entonces en qué resultó la tesis?
Mi idea era limpiar el amor del machismo, y fue acogido con cierta burla por parte del feminismo. Pero ya hay gente escribiendo al respecto y es una maravilla. Es muy importante que podamos adquirir herramientas para querernos mejor.
¿A qué te refieres cuando hablas de la “utopía romántica de la posmodernidad”? Lo mencionas en varios libros.
Supongo que todos los seres humanos soñamos con mejores mundos, con pequeños paraísos que nos salven de la pobreza, la miseria, el dolor, el sufrimiento. Tenemos el deseo de que alguien nos cuide, y esta es la base de toda religión pasada, presente y por haber. En la religión cristiana ese alguien es Dios, y en el amor romántico sería el príncipe azul. Cristo y el príncipe se asemejan mucho y ambos configuran esa idea del salvador que viene a hacernos felices, a morir por nosotros o a sufrir lo indecible en nombre del amor. Esa falsa promesa de perfección, del día de bodas como el mejor día en la vida de una mujer, nos tiene enganchadas y adictas como cualquier religión. La utopía de un amor distinto al amor romántico es más bien individual y consiste en acompañarse de los otros, pero salvarse a una misma.
De unos años para acá organizas el Laboratorio del Amor, que son talleres para desmontar ese mito del amor romántico. ¿Cómo desaprender el amor romántico?
Lo primero es ver cómo el amor romántico nos afecta en la vida diaria. Se aprende desde Hollywood hasta el comercial de pañales, si no te toca el amor Hollywood te toca el mejor amor, la entrega total, que es el amor de madre. Son ideas limitadas del amor que mantienen viva la industria del cuidado. Si las mujeres paráramos de hacer labores de cuidado que no están remuneradas, el mundo se pararía. Necesitamos mejores herramientas para desmontar esos mitos, para despatriarcalizar el amor, que no se base en intereses y dependencias, sino en compartir y disfrutar.
¿Qué pensarías de una cátedra de amor o ética del cuidado en colegios o universidades?
Es fundamental. La lista de los reyes visigodos que me enseñaron en el colegio no me ha servido para nada. Lo que me hubiera servido es que me hubieran enseñado a tratar bien a mis compañeros y compañeras, profesoras y profesores, y que me hubieran enseñado a gestionar mis emociones para que no hagan daño a nadie, sobre derechos humanos y derechos sexuales y reproductivos, que me hubieran dicho por qué las mujeres no están en los libros de texto. Que me hubieran educado en la libertad, el respeto, la igualdad, el apoyo mutuo, el buen trato y la empatía. Hace falta educación emocional y sexual en las escuelas, desde kínder hasta lo último.
¿Qué crees que es lo más peligroso del amor como nos lo enseñan?
Lo más peligroso del amor es el machismo y las mentiritas que van insertadas en los cuentos que nos cuentan, los estereotipos de género que naturalizan el amor romántico. Creo que es importante disociar el amor del sufrimiento, son conceptos aparejados que dictan que para amar hay que sufrir, pasarlo mal y sacrificarse. Que para amar hay que abandonar los propios sueños, y no. Hay que asociar el amor al disfrute y cuando no se pueda es mejor irse.
Desde Betty la fea hasta las abuelas: el mito del amor romántico es probablemente la trampa más repetida, la piedra con la que más tropezamos todos. Según Coral Herrera —una de las autoras feministas más populares en español—, el discurso del amor romántico afecta a millones de personas y, en particular, a las mujeres: las mantiene eufóricas, sometidas y frustradas en búsqueda de una utopía amorosa.
Herrera es, probablemente, la autora feminista que más se ha ocupado de investigar el amor como un asunto feminista, de sacarlo del consultorio sentimental y transformarlo en un tema académico. Ha sido profesora e investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid, La Sorbona París IV y la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.
Tras graduarse como doctora en Humanidades y comunicación audiovisual en la Universidad Carlos III (España), con una calificación cum laude, Herrera decidió que el lenguaje académico agotaba sus posibilidades. En vez de guardar 800 páginas de tesis doctoral en un repositorio, escribió libros como Mujeres que no sufren por amor: transformando el mito del amor romántico, La construcción sociocultural del amor romántico y Bodas diversas y amores queer.
“¿Y qué tal si toda la energía que las mujeres ocupan en sufrir por amor lo ocuparan en sus propios proyectos? ¿Qué tal si toda la energía que ocupan tías o madres en pedirnos que encontremos pareja la ocuparan en tratar de alejar a las mujeres de sus parejas violentas?”, dijo en su paso por Bogotá, cuando ofreció una conferencia en la Universidad Javeriana, gracias a la gestión de Puenteras: Escuela de autoconocimiento para mujeres, los colectivos Yerbateras, Polifonía, Gordas sin Chaqueta, Avatar, Comunicación sin Machismo, Alma Creación, Antípoda, Marea, SanAcción, la biblioteca feminista El Telar de las Palabras, el Proyecto Latinoamericano de Educación Menstrual, y la Cátedra Internacional Ignacio Martín Baró. El Espectador habló con ella.
¿Por qué dices que lo romántico es político?
Esta idea nace del lema de la revolución feminista de los años 80: lo personal es político. La frase es atribuida a Kate Millett, y lo que plantea es que todo lo que nos pasa no pertenece solo a la esfera íntima, también es una cuestión social y personal. El amor es una cuestión social, cultural, económica, y nos afecta a todos. Es el hito que nos une en pareja, la base la sociedad en la que vivimos. Una pareja unida por el amor romántico es la base del núcleo familiar tradicional. De esta manera todo lo que pertenece a la esfera de lo privado es asunto social. Y lo que le pasa a una nos pasa a todas y No es que el amor sea malo, sino que es difícil tal como está planteado en un sistema capitalista y patriarcal.
Si le pasa a todo mundo, ¿por qué el amor romántico ha sido un tema tan relegado académicamente?
Siempre ha estado en el centro de la literatura o el arte, pero poco ha sido analizado desde lo sociológico, lo político, lo ideológico. Por eso me lancé a hacer mi tesis doctoral sobre el tema. El amor romántico afecta a millones de personas en el mundo, y al principio, mi director de tesis se asustó con la propuesta. El planteamiento era estudiar el amor romántico desde una perspectiva feminista, pero fue acogida con escepticismo por las feministas académicas. En los 80 el matrimonio era considerado una cárcel, entonces era mejor no enamorarse, no tener pareja (heterosexual), pero yo pensaba que tenía que haber alguna manera de desaprender eso. No puede ser que tengamos que renunciar al amor solo porque es una trampa para muchas mujeres y porque es un instrumento de control social y sometimiento.
¿Entonces en qué resultó la tesis?
Mi idea era limpiar el amor del machismo, y fue acogido con cierta burla por parte del feminismo. Pero ya hay gente escribiendo al respecto y es una maravilla. Es muy importante que podamos adquirir herramientas para querernos mejor.
¿A qué te refieres cuando hablas de la “utopía romántica de la posmodernidad”? Lo mencionas en varios libros.
Supongo que todos los seres humanos soñamos con mejores mundos, con pequeños paraísos que nos salven de la pobreza, la miseria, el dolor, el sufrimiento. Tenemos el deseo de que alguien nos cuide, y esta es la base de toda religión pasada, presente y por haber. En la religión cristiana ese alguien es Dios, y en el amor romántico sería el príncipe azul. Cristo y el príncipe se asemejan mucho y ambos configuran esa idea del salvador que viene a hacernos felices, a morir por nosotros o a sufrir lo indecible en nombre del amor. Esa falsa promesa de perfección, del día de bodas como el mejor día en la vida de una mujer, nos tiene enganchadas y adictas como cualquier religión. La utopía de un amor distinto al amor romántico es más bien individual y consiste en acompañarse de los otros, pero salvarse a una misma.
De unos años para acá organizas el Laboratorio del Amor, que son talleres para desmontar ese mito del amor romántico. ¿Cómo desaprender el amor romántico?
Lo primero es ver cómo el amor romántico nos afecta en la vida diaria. Se aprende desde Hollywood hasta el comercial de pañales, si no te toca el amor Hollywood te toca el mejor amor, la entrega total, que es el amor de madre. Son ideas limitadas del amor que mantienen viva la industria del cuidado. Si las mujeres paráramos de hacer labores de cuidado que no están remuneradas, el mundo se pararía. Necesitamos mejores herramientas para desmontar esos mitos, para despatriarcalizar el amor, que no se base en intereses y dependencias, sino en compartir y disfrutar.
¿Qué pensarías de una cátedra de amor o ética del cuidado en colegios o universidades?
Es fundamental. La lista de los reyes visigodos que me enseñaron en el colegio no me ha servido para nada. Lo que me hubiera servido es que me hubieran enseñado a tratar bien a mis compañeros y compañeras, profesoras y profesores, y que me hubieran enseñado a gestionar mis emociones para que no hagan daño a nadie, sobre derechos humanos y derechos sexuales y reproductivos, que me hubieran dicho por qué las mujeres no están en los libros de texto. Que me hubieran educado en la libertad, el respeto, la igualdad, el apoyo mutuo, el buen trato y la empatía. Hace falta educación emocional y sexual en las escuelas, desde kínder hasta lo último.
¿Qué crees que es lo más peligroso del amor como nos lo enseñan?
Lo más peligroso del amor es el machismo y las mentiritas que van insertadas en los cuentos que nos cuentan, los estereotipos de género que naturalizan el amor romántico. Creo que es importante disociar el amor del sufrimiento, son conceptos aparejados que dictan que para amar hay que sufrir, pasarlo mal y sacrificarse. Que para amar hay que abandonar los propios sueños, y no. Hay que asociar el amor al disfrute y cuando no se pueda es mejor irse.