Indígenas, un paso más cerca de tener sistemas educativos propios
El Ministerio de Educación está preparando la primera política pública que señala la hoja de ruta para que comunidades indígenas puedan poner en marcha sus sistemas educativos propios. Aunque ya había un modelo en Colombia hace 30 años, no ha estado exento de dificultades.
A principios de este mes, el Ministerio de Educación anunció una decisión que las comunidades indígenas habían estado esperando por años: la publicación de un documento que indica cuál será el camino para que estos pueblos puedan poner en marcha los sistemas educativos indígenas propios (SEIP).
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
A principios de este mes, el Ministerio de Educación anunció una decisión que las comunidades indígenas habían estado esperando por años: la publicación de un documento que indica cuál será el camino para que estos pueblos puedan poner en marcha los sistemas educativos indígenas propios (SEIP).
El documento, que está a la espera de la firma del presidente Gustavo Petro, es la primera política pública que señala, en detalle, cuál será esa hoja de ruta para que los indígenas implementen sus formas propias de educación.
(Lea: Mineducación pidió a la Gobernación de Antioquia mejorar apoyo financiero a UdeA)
Luego del anuncio, el ministro de Educación, José Daniel Rojas, se comprometió a entregar en los próximos seis meses el protocolo que guiará a los SEIP.
La noticia ha sido bien recibida por las autoridades indígenas. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), por ejemplo, calificó este hecho como “un importante paso histórico hacia la defensa y la garantía de los derechos de los pueblos indígenas”. Agregan que el “Sistema Educativo Propio contribuirá significativamente a la construcción de una sociedad más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural”.
Aunque Colombia cuenta desde hace 30 años con un modelo de etnoeducación este no ha estado exento de desafíos. Se trata de un modelo que integra la cultura de los diferentes grupos étnicos (afrocolombianos, indígenas, raizales y ROM o gitanos) con la educación estándar del país, como quedó establecido en la Ley General de Educación de 1994 (Ley 115 de 1994).
Pero, ¿cuáles son esos retos de ese modelo? ¿Qué avances y vacíos han quedado a lo largo de estas tres décadas? El Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana, publicó, recientemente, un informe en que analizaron el estado actual de la etnoeducación en el país. Allí encontraron que aunque hay avances notorios, también hay dificultades.
(Lea: Gloria Carrasco es la nueva viceministra de Educación preescolar, básica y media)
30 años de desafíos
Para entender un poco mejor ese proceso, hay que empezar diciendo que este modelo se basa en la enseñanza de la lengua materna o nativa de cada pueblo, y en la transmisión de tradiciones, costumbres y prácticas que reflejan la relación de las comunidades con su entorno. Si bien también se enseñan las competencias estándares (matemáticas, ciencias naturales y sociales, entre otras) estas están adaptadas a las costumbres de los pueblos étnicos y, al mismo tiempo, incluyen los conocimientos propios de sus culturas.
En Colombia, hay 115 pueblos indígenas conformados por cerca de dos millones de personas; el 33,8 % son menores de 15 años. En el modelo etnoeducativo del país, el 52 % de los estudiantes matriculados son indígenas, mientras que el 47 % son afrocolombianos, de acuerdo con el informe del LEE.
Los investigadores revisaron las bases de datos existentes y conversaron con algunos docentes de este modelo educativo que trabajan en los departamentos del Cauca, Magdalena, Guaviare, Vaupés y Guainía para conocer cuáles han sido los avances y los retos que aún se deben sortear.
El principal avance que destacan es la cobertura que ha logrado el modelo. Desde 2007, el número de sedes con etnoeducación ha aumentado de 5.277 a 6.568 en 2023, lo que representa un crecimiento del 24.5 % en 16 años. “Tiene una cobertura bastante grande: ha llegado a 1 de cada 4 municipios en el país”, menciona Omar Garzón, investigador del LEE.
(Lea: Universidad del Norte se pronunció tras denuncias de detención ilegal a docente)
Sin embargo, el número de municipios donde está presente este modelo no ha crecido como se esperaba. Por ejemplo, en 2015 se alcanzó el máximo número: 401, pero en 2023 disminuyó a 281. Aunque el crecimiento inicial fue prometedor, la reducción en el número de municipios sugiere que los programas de etnoeducación enfrentan obstáculos significativos.
Según Garzón, esto se puede deber a un conjunto de fenómenos como “la reagrupación territorial, donde la gente piensa que no hay estudiantes y se va para otros lados. Pero también problemas de migraciones, reclutamientos forzados, y otras formas de violencias que pueden llevar a que cada vez haya menos colegios en estos territorios”.
Esto también es un factor que también influye en la matrícula de los estudiantes, especialmente de quienes están en grados 10° y 11°. Otro de los docentes entrevistados por los investigadores del LEE señala que desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC-EP, en 2016, y con la aparición de grupos disidentes, “el mensaje dirigido a los jóvenes de las comunidades es: ‘O, estás trabajando, o estás estudiando, o te llevamos’. Esta situación se ha convertido en una obligación para algunos, más que una elección. Es como una forma de evitar el reclutamiento forzado”.
Pese a esto, otro de los puntos que destaca el informe del LEE es que la etnoeducación está presente en todos los niveles educativos, desde preescolar, hasta grado 11° e, incluso, tiene estudiantes matriculados en los ciclos lectivos especiales integrados (CLEI), que son programas diseñados para adultos y jóvenes que han retomado sus estudios luego de haberse ausentado por un tiempo.
Entre 2015 y 2019, por ejemplo, hubo un crecimiento en la matrícula en el nivel de educación media (6° a 9°) que, en palabras de uno de los profesores entrevistados, “se debe principalmente a la influencia del acuerdo paz y las dinámicas de reincorporación y paz que se establecieron en el territorio”. En el caso de la primaria, de 1° a 5°, también ha habido un aumento constante. En 2023 se registraron 90.409 niños y 81.852 niñas matriculadas en estos grados.
Continuidad de profesores y calidad, dos puntos pendientes
Así como ha habido avances, también hay retos. De acuerdo con un estudio publicado en junio de 2023, por la Universidad de los Andes, entre las principales dificultades de la etnoeducación en Colombia se encuentran la falta de formación adecuada de los docentes, la persistencia de métodos de enseñanza tradicionales que no se alinean con los principios de este modelo, y la necesidad de recursos y apoyo institucional continuo.
Esto coinciden con lo que identificó el informe del LEE. Según este documento, actualmente solo existen ocho programas activos en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) para formar licenciados con énfasis en etnoeducación. Esta cifra es mínima en comparación con los 1.861 programas de licenciatura disponibles a nivel nacional, “lo que limita considerablemente la oferta de formación en este campo”.
Además, solo el 17 % de los docentes en estas sedes cuentan con algún posgrado. En las sedes de educación no etnoeducativas esta cifra es del 38 %. “El 33 % de estos docentes no cuenta con un título profesional. Esto es bastante preocupante, si se piensa en la calidad de la calidad”, mencionar Garzón.
Uno de los docentes explicaba que muchas veces, los jóvenes que terminan su bachillerato se postulan como docentes ante las autoridades tradicionales de cada comunidad, quienes son las encargadas de enviar el aval. Así, la persona iniciar su camino a convertirse en profesor. “El problema —señalaba el docente— es ¿cómo formar en 10 meses pedagógicamente a un muchacho que al año siguiente van a cambiar porque se graduó otro?”.
El otro punto en el que hay varias inquietudes es la manera como contratan a estos profesores. El 40.7 % de los docentes de estos programas son contratados bajo modalidades temporales como prestación de servicios, lo cual no permite continuidad en los procesos educativos, que en palabras de otro docente es lo que más afecta la etnoeducación.