Juan Carlos Henao y un legado que se recordará en los tribunales y las aulas de clase
El exmagistrado de la Corte Constitucional fue un gran maestro que es recordado por sus estudiantes, maestros y colegas como un hombre cálido y con un gran don para enseñar Derecho.
Juan Diego Quiceno
A Juan Carlos Henao lo recuerdan como un gran orador, un abogado inteligente, un rumbero apasionado del arte, del humor, del debate y de la pedagogía. Fue un liberal sin partido (como él mismo lo decía) que creía en los legados. “Dejar legados es muy bueno porque es lo que queda de cada paso por los cargos que he desempeñado. El día de mañana nadie se va a acordar de Juan Carlos Henao, pero el legado queda. Uno se muere, pero el mundo sigue andando”, escribió para este periódico en 2020 en la serie “Historias de Vida”, creada y producida por Isabel López Giraldo. Henao murió en la madrugada de este martes 2 de enero.
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A Juan Carlos Henao lo recuerdan como un gran orador, un abogado inteligente, un rumbero apasionado del arte, del humor, del debate y de la pedagogía. Fue un liberal sin partido (como él mismo lo decía) que creía en los legados. “Dejar legados es muy bueno porque es lo que queda de cada paso por los cargos que he desempeñado. El día de mañana nadie se va a acordar de Juan Carlos Henao, pero el legado queda. Uno se muere, pero el mundo sigue andando”, escribió para este periódico en 2020 en la serie “Historias de Vida”, creada y producida por Isabel López Giraldo. Henao murió en la madrugada de este martes 2 de enero.
“Juan Carlos hizo muchas cosas. Fue profesor universitario, abogado en ejercicio, magistrado de la Corte Constitucional, presidente de la Corte Constitucional, asesor del despacho del Procurador, asesor de paz, procurador ante el Consejo de Estado y mucho, mucho más. Pero, sobre todo, Juan Carlos Henao fue un académico. A él realmente lo que le gustaba era leer, escribir, dictar conferencias, asistir a seminarios. Esa era su verdadera vocación”, recuerda Yesid Reyes, director del Departamento de Derecho Penal y Ciencias Criminológicas de la Facultad de Derecho de la U. Externado y quien trató con Henao en temas de paz.
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“La academia, el pensar académico y la curiosidad que hay detrás, son un eje central de mi vida. Siempre quiero averiguar cosas y ver gente distinta”, decía el propio Henao en 2020. Sus clases en la Universidad Externado (institución de la que también fue rector) siempre estaban llenas, virtual y físicamente. “Cuando por alguna razón otro docente lo tenía que reemplazar, los estudiantes mostraban directamente su decepción”, recuerda Emilssen González de Cancino, decana de la Facultad de Derecho de esa universidad y quien fue maestra, colega y amiga de Henao.
Su manejo de la palabra conectaba con todos. “Era un pedagogo de lujo, capaz de llegarle de manera muy franca a la gente, algo que no siempre logramos los profesores universitarios”, agrega Luis Ernesto Vargas Silva, exmagistrado de la Corte Constitucional y quien trabajó en ese tribunal con Henao. De su facilidad con la palabra son muestra algunos extractos de conferencias en donde Henao cuenta historias de todo tipo para acercar discusiones tan complejas como si una persona tiene o no el derecho de disponer de su dignidad.
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“Una discoteca en Francia. A un empresario, el dueño de la discoteca, se le ocurre una idea: lanzar enanos que pasan por encima de los que están ´rumbeando´. Cuando uno está bailando está viendo enanos pasar por encima. Ese espectáculo se vuelve de tal naturaleza que todo mundo comienza a ir a esa discoteca. Un buen día el alcalde se entera y cierra la vaina, prohíbe el espectáculo. Entonces los enanos demandan porque se quedan sin trabajo. ¿Quién tiene la razón? ¿Hasta dónde puedo yo disponer de mi cuerpo?”, se preguntaba en un diálogo público que tenía con el que también fue magistrado de la Corte, Carlos Gaviria.
“Él tenía una gran fe en el derecho y en lo que significa, en las herramientas sociales que puede suministrar para mejorar la vida de las personas”, dice González de Cancino. Henao fue abogado de profesión, pero uno diferente, como él mismo lo auto percibía: “Adoro esta profesión, lo que pasa es que tengo una forma muy particular de verla”. No creía en los abogados que solo recitan códigos.
“El derecho como reflexión no es gris, eso es de abogados caricaturescos que recitan los códigos, y no lo es porque está en función de la sociedad que no tiene nada de blanco y negro”, escribió en este periódico. Esa percepción la heredó de sus padres y del trasegar de su vida. Su papá, Óscar Humberto Henao, fue un importante médico ginecoobstetra de Cali que abandonó la práctica privada de la medicina para estudiar un master en salud pública en 1967 en la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos. Gracias a eso, Juan Carlos Henao conoció la nieve, aprendió inglés y vivió de manera transformadora (como él mismo dijo) eventos como el asesinato de Martin Luther King y las revueltas de la población negra.
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Al regreso de la familia a Colombia, padre e hijo se dedicaron a recorrer los barrios populares de Cali, de donde es oriunda la familia y en donde Óscar Humberto Henao (que murió hace 14 años) ayudó a fundar el Departamento de Medicina Social de la Universidad del Valle. De su madre, Nelly Pérez Bedoya, Juan Carlos Henao aprendió de literatura y de arte. “Mi mamá ha sido el pilar de mi vida y tengo con ella una relación muy estrecha desde niño”, dijo en 2020. Con esa historia en la espalda, llegó a Bogotá a los diecisiete años a estudiar derecho en la U. Externado, recomendado por su papá como un “pelao rebelde social”.
Aunque tenía varias opciones (fue aceptado en La Javeriana y en el Rosario) eligió la Universidad Externado como su casa de estudios. “Disfruté mucho la universidad. Hubo equilibrio en todo, estudio, rumba, amores, lecturas. Por ejemplo, recuerdo que no fui un gran estudiante, mi promedio pudo ser 3.5 sobre 5, no era la recontra pepa jurídica, pero fui monitor de ciencias sociales y de materias como Historia de la Revolución Rusa y Fundamentos del Social Anarquismo”, recordaba en 2020. “No se preocupaba por su peinado, lo recuerdo con su mochila tejida al hombro. No recuerdo haberlo nunca visto de estudiante con una chaqueta. Era aplicado, en el sentido de ser alguien espontáneo, sin dejar la rigurosidad”, agrega González.
Su legado, como él ya lo visualizaba, es lo que la decana llama “uno de estudio”: “Deja una obra que será estudiada, comentada e incluso actualizada en el tiempo”.
Trabajo por la paz y los derechos fundamentales
Juan Carlos Henao fue magistrado de la Corte Constitucional entre marzo de 2009 y enero de 2012, tribunal del que incluso fue presidente. Fue posesionado el mismo día en el que asumió, también como magistrado, Luis Ernesto Vargas Silva. “Éramos liberales auténticos de pensamiento y eso nos confraternizó de entrada. Creo que le dimos impulso a lo que podrían ser las ideas liberales progresistas por excelencia, pero por supuesto que el más audaz fue él, que incluso a veces parecía más adelantado”, recuerda Silva. En el alto tribunal, Henao lideró algunas de las ponencias más importantes de protección de derechos fundamentales.
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Por ejemplo, fue el autor de la ponencia del fallo que reconoció que las parejas del mismo sexo constituyen familia. Firmó la sentencia que le prohibió al entonces presidente Álvaro Uribe Vélez presentarse a una segunda reelección y buscó la protección de poblaciones vulnerables como las minorías o los desplazados.
A la Corte llegó por azar. “Yo no creo en el destino, creo que las cosas se van dando por azar, porque se conjugan los astros”, recordaba en 2020. Henao recuerda que fue el también jurista Rodrigo Uprimny (hoy director del centro de pensamiento Dejusticia) quien lo convenció, en septiembre de 2008, de presentarse a la Corte, junto a él. “Nos fuimos a inscribir juntos lo que fue muy lindo porque somos muy amigos. Éramos más de ochenta candidatos y escogieron tres externadistas y amigos: Uprimny, Adriana Zapata y yo”, cuenta en el texto de 2020 de sus memorias. “(…) Si Rodrigo no me hubiera invitado a participar yo muy seguramente no hubiera aplicado, porque no venía pensando en eso, de hecho, yo ya tenía otros trabajos”.
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Pero dado su talante, a nadie le sorprendió su desempeño allí. “Era un hombre al que le gustaba hablar, debatir, intercambiar ideas. Y además muy tomador del pelo, con el que se podía disentir y reírse al mismo tiempo”, recuerda Vargas. En 2012, y antes de terminar su período en la Corte, Henao abandonó el tribunal ante la propuesta de ser rector de la Universidad Externado. “Muchos lo criticaron, pero nosotros, quienes lo conocíamos, entendimos su deseo y su convicción de volver a la academia”, dice el exmagistrado Vargas. Fue allí, cuando ya estaba fuera del tribunal, que el Gobierno de Juan Manuel Santos lo llamó para sentar las bases, junto a otras personas, de lo que es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
“Creo firmemente en que lo que hicimos fue lo correcto. Mire usted cómo son las ironías de la vida, tanto que nos criticaron y ahora hasta los opositores están diciendo que valió la pena. Sufrimos mucho porque nos dieron mucho palo, dijeron muchas mentiras. Me gusta ver cómo, con un trabajo de estos, uno se pone a otro nivel para poderle dejar un legado al país”, decía en 2020. “Él -finaliza Vargas- se jugó entero por la paz, por los derechos fundamentales de la gente en una sociedad pecata y conservadora. Fue un defensor de los derechos de los vulnerables, ese es su mayor legado”.
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