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Esta semana inició con dos victorias para quienes salieron a manifestarse, desde el pasado 28 de abril, en las calles del país: el retiro del proyecto de la reforma tributaria y la renuncia del ministro de Hacienda, Humberto Carrasquilla. Sin embargo, luego de seis días de protestas, se ha hecho evidente que las exigencias de los ciudadanos van más allá de estos dos puntos. Hay reclamos que se recogen, incluso, desde las movilizaciones pasadas como las de noviembre de 2019, y que no fueron solucionados tras una falida “mesa de conversación nacional” impulsada por del Gobierno. (Le recomendamos: “Queremos estudiar, pero no así”: niñez en la virtualidad)
Este lunes el Comité Nacional del Paro publicó un comunicado en el que establecían un pliego de peticiones de emergencia resumido principalmente en seis puntos. Uno de ellos, el punto cuatro, tiene que ver con una discusión que se ha venido dando desde que inició el proceso de reapertura en el país: el regreso a la educación presencial por medio del modelo de alternancia.
Específicamente, el Comité Nacional del Paro exigía en ese punto la “matrícula cero y no a la alternancia educativa”. La petición generó de inmediato inquietudes en varios sectores y académicos, que insisten en la necesidad urgente de que niños, niñas y jóvenes regresen al colegio.
Y es que las preocupaciones por el regreso a clases de niños, niñas y adolescentes han ido en aumento con el paso de la pandemia. Según cifras recopiladas por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, el 55% de los estudiantes del sector oficial no cuentan con computador e internet en su hogar, y solo el 20% de estudiantes que viven en una zona rural tienen acceso a internet o computador. La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) estima que la crisis por la pandemia del coronavirus también supondrá un retroceso educativo de ocho o diez años en Latinoamérica, y que cerca de 17 millones de estudiantes de últimos cursos de secundaria y primeros de universidad se verán abocados a abandonar los estudios. (Le puede interesar: Lo que no sabemos (y deberíamos tener claro) sobre el retorno a los colegios)
No puede ser que el punto número 4 establece: "No a la alternancia educativa".
— Arturo Charria (@arturocharria) May 3, 2021
No sé pueden defender los derechos sobre la base violar el derecho a la educación de 10 millones de estudiantes. pic.twitter.com/I9YBrW4v8r
Alejandro Gaviria, rector de la Universidad de los Andes, también se pronunció frente al debate: “No he entendido la pasividad de algunas tendencias que se dicen progresistas con la catástrofe educativa que está excluyendo a millones de personas. Al menos debería darse el debate, discutir alternativas, estudiar las posibilidades, entender el problema. Es una tragedia”, aseguró.
Y es que las preocupaciones por el regreso a clases de niños, niñas y adolescentes han ido en aumento con el paso de la pandemia. Según cifras recopiladas por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, el 55% de los estudiantes del sector oficial no cuentan con computador e internet en su hogar, y solo el 20% de estudiantes que viven en una zona rural tienen acceso a internet o a computador. La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) estima que la crisis por la pandemia del coronavirus también supondrá un retroceso educativo de ocho o diez años en Latinoamérica, y que cerca de 17 millones de estudiantes de últimos cursos de secundaria y primeros de universidad se verán abocados a abandonar los estudios. (Lea también: La tragedia de no abrir los jardines del ICBF)
Sin duda, la virtualidad ha ampliado la brecha en el acceso educativo, y ha generado que una gran parte de niños, niñas y adolescentes no estén participando de las actividades académicas remotas. Además de generar pérdidas en el aprendizaje, también ha limitado el desarrollo integral en la primera infancia, la integridad física y emocional de niños, niñas y adolescentes e, incluso, las necesidades alimentarias de muchos de ellos. Por estos motivos, la negativa del Comité Nacional del Paro a la alternancia generó preguntas e indignación, pero también es cierto que el debate va más allá de la negativa a la alternancia puesta en un comunicado, que no refleja el trasfondo de las peticiones de algunos maestros.
Al respecto, agremiaciones como FECODE han insistido en que es necesario un regreso seguro a la presencialidad. A través de su cuenta de Twitter aseguraron que “la alternancia ha evidenciado deficiencias, se dirige a pocos estudiantes, no resuelve problemas de conectividad y aumenta el riesgo de contagios. Para las clases presenciales, exigimos condiciones de bioseguridad, adecuación de infraestructuras y recursos para los protocolos”. (Le puede interesar: Los motivos por los que suspender la alternancia escolar es una mala idea)
Lo que han expresado a través de redes sociales es que muchas de las instituciones públicas del país no cuentan con las condiciones mínimas para el regreso a clases presenciales. “Hay colegios en donde no existe la infraestructura necesaria. Hay salones sin ventilación, instituciones tienen agua, sin jabón. No hay condiciones de salubridad que puedan garantizar un retorno seguro para niños y maestros”, asegura Hami Gómez, quien hace parte de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles (ACRESS). “Lo que se ha planteado es que antes de generar una alternancia, debe haber un protocolo concertado con las instituciones educativas, pero que sea financiado por el gobierno, porque muchas de las instituciones no tienen como pagar las adecuaciones necesarias”, insiste.
“El gobierno nacional no ha priorizado las necesidades que tiene la educación. Al momento de la pandemia había muchos colombianos en el país que no tenían acceso a internet. ¿Qué ha hecho el gobierno para garantizar que las personas puedan conectarse? Esos también son requerimientos mínimos para la alternancia, porque en la alternancia hay estudiantes que seguirán recibiendo clases virtuales”, agrega Laura Alzate, de la ACRESS.
Nelson Alarcón, expresidente de Fecode, insiste en que “la alternancia es una forma de regreso que se enfoca únicamente en un puñado de estudiantes, mientras que la gran mayoría continúa sin conectividad; nuestra propuesta es la escuela del regreso con condiciones previas y verificables que beneficie a la comunidad educativa”.
Lo cierto es que, mientras el debate sobre el retorno a las aulas y las condiciones para el regreso continúa, para los niños, niñas y adolescentes volver al colegio es una urgencia (como ha señalado en varias ocasiones Unicef), y hay algunos para quienes el asunto es, incluso, de vital importancia. La Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico), reportó cuarenta eventos en donde se habían podido reclutar o vincular a grupos armados 190 niños, niñas y adolescentes en el primer semestre de 2020. Entre las urgencias también está evitar el trabajo infantil, el aumento de la pobreza, el embarazo adolescente y el rezago de lo ganado en materia educativa para varias generaciones.